vitoria - Sobre el papel, da la sensación de ser el candidato perfecto. Seguro y dominador de la escena, y portador de una actitud protectora, por momentos paternalista, hacia un grupo de chavales perdidos, sin rumbo y necesitados de la experiencia y personalidad de un padre, un veterano de guerra acostumbrado a lidiar con las emergencias. Este podría ser el resumen del contexto de la llegada de Gianni De Biasi a Vitoria. Toda una declaración de intenciones con la que el Deportivo Alavés pretende recuperar el tiempo perdido -nada menos que seis jornadas de liga- y devolver al equipo a una zona menos traumática de la tabla. Un reto mayúsculo, sin duda, a la altura de este gentleman italiano de 61 años cuya vitalidad fluyó ayer a borbotones durante su puesta de largo como nuevo entrenador del Glorioso. Fue tal el aura que irradió desde un principio que terminó por eclipsar a los anfitriones que le acompañaban, el propio presidente, Alfonso Fernández de Trocóniz, y el director deportivo, Sergio Fernández, que ayer no quiso presentar al técnico, como siempre ha hecho con las nuevas incorporaciones desde que forma parte del club.

Si el objetivo de su contratación es lograr un milagro, no defraudó un ápice la apuesta por el transalpino, que como buen superviviente en la siempre incómoda Seria A italiana, tiró de manual para explicar cómo se superan situaciones tan desesperadas. Y ahí apeló el nuevo preparador albiazul a la unidad, la fortaleza del grupo por encima de todo, la piña, la motivación, las ganas... Todo endulzado con un perfecto castellano por más que advirtiese antes de empezar que llevaba nueve años sin hablarlo y con esa fina ironía que calza un buen italiano: “Y ahora preguntas fáciles porque si no no contesto, ¿eh?”, espetó a los periodistas entre risas.

Con cinco minutos de antelación sobre lo previsto comenzó la presentación del nuevo gurú que debe guiar la nueva era del Alavés. El escenario, la recién inaugurada tienda oficial del club, que el nuevo míster visitó durante varios minutos. Para entonces, la expectación ya era notable entre cámaras, fotógrafos y periodistas, además de aficionados que se agolpaban tras el escaparate del local de la calle General Alava. Nadie quería perderse ayer la puesta de largo del transalpino, impecable en su vestimenta y transparente en su mensaje, trufado más de lecturas vitales que de tecnicismos futbolísticos. “En cualquier orden de la vida, la motivación hace la diferencia. Siempre se puede dar algo más”, apeló en clara alusión a los jugadores. No tuvo ni un mal gesto ni puso una mala cara ante las 23 preguntas a las que hizo frente durante los veinte minutos que duró su comparecencia. Una exposición donde se expresó muchas veces con vehemencia y donde advirtió al alavesismo que la salvación del equipo pasa por consolidar una unión sin fisuras. Algo parecido, comparó, a la historia del pueblo vasco. “Siempre aguerrido porque nunca nadie le ha regalado nada”, lanzó de cara a la galería antes de abundar en esta misma línea sentimentaloide: “Lo que me ha hecho decantarme para venir es esta gente humilde que trabaja aquí desde el corazón...”.

lo imposible es posible A esas alturas del partido, y con las imágenes del gol de Juanma en aquella agónica salvación de Jaén emitiéndose por una de las pantallas gigantes de la tienda, De Biasi ya se había ganado a los presentes y a todos aquellos aficionados que seguían su comparecencia a través de las redes sociales. “Parece mentira que un míster de 61 años muestre más ímpetu que uno de 36. Confianza ciega en él. Este nos salva”, escribía Iñaki Iñigo en Twitter. “A muerte con De Biasi. #goradebiasi, karajo! #animopues”, añadían desde Glorioso.net. Un sentir unánime, en definitiva, que invita a pensar al menos sobre el papel que lo imposible puede hacerse realidad. Gianni De Biasi se encargó ayer de dar el primero de los pasos para conseguirlo. Ahora le toca a su nueva escuadra, que por la tarde conoció a su nuevo técnico y sus particulares métodos de entrenamiento. Levante espera.