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0-1, minuto 10: Ceballos. Saque de banda que recibe Isco, centro para la aparición de Ceballos, que se desembaraza de Ibai y marca de disparo raso.
1-1, minuto 40: Manu García. Contra perfectamente montada por el Alavés, balón a la diestra a Munir y su centro lo remata de espectacular cabezazo en el área el capitán. 1-2, minuto 43: Ceballos. Pacheco, obstaculizado, no es capaz de atrapar un centro lateral al verse obstaculizado por Maripán y el balón lo recoge solo en la frontal Ceballos para marcar de tiro abajo.
Amonestó a Vigaray (minuto 14), Carvajal (minuto 32), Ely (minuto 44), Medrán (minuto 61), Manu García (minuto 67), Torres (minuto 86) y Nacho (minuto 88).
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Vitoria - A la sexta jornada hubo que esperar para que apareciese sobre el césped el Deportivo Alavés que todo el mundo esperaba. La visita del Real Madrid a Mendizorroza tiene que tomarse como punto de inflexión y base sobre la que comenzar a crecer. La desventaja es enorme, pero el equipo vitoriano evidenció ayer que tiene en sus botas muchísimo más de lo que había mostrado hasta ahora. Cierto es que perdió por sexta vez consecutiva, pero la imagen fue totalmente diferente. Aún con carencias, se vio un bloque aguerrido, comprometido y capaz de poner en serios apuros a un rival que se aprovechó a la perfección de un par de regalos que Ceballos materializó en goles, que bien pudo haberse impuesto con holgura en una segunda parte de locos, pero que acabó pidiendo la hora ante un Glorioso que se vio condenado por sus regalos, pero que empujó hasta el final y llegó a tener el empate en la mano.
A Javi Cabello debió convencerle lo bueno que hizo el equipo en Riazor, al menos en la primera parte, y por ello optó por mantener la misma alineación inicial que dispuso el día de su estreno. Entonces se dio cierta sensación de seguridad y solvencia durante el período de tiempo más largo de toda la temporada, aunque el castillo de naipes se viniese luego abajo con el gol del Deportivo.
De la misma manera que en A Coruña, el equipo fue enormemente generoso en el esfuerzo desde el arranque. Para frenar a equipos como esta versión madridista que apuesta por el balón, no hay otro antídoto. En esas recuperaciones, buscando la velocidad de Munir, llegaron las primeras situaciones de compromiso. Tras un saque de esquina, Navas repelía un balón que se colaba rechazado hacia atrás por uno de sus compañeros.
No había hecho nada el cuadro visitante y apenas nada necesitó para abrir el marcador a los diez minutos. Una mala salida de balón, un saque de banda regalado, un gesto de tibieza de Ibai y gol de Ceballos, que no tenía mejor manera de estrenarse como titular. Así está repartido el mundo de los ricos -en el banquillo visitante, a pesar de que en el once faltaban varios titulares claros, estaban Achraf, Llorente y Mayoral, las tres cesiones con las que contaba el Alavés- y los pobres, con la fortuna, además, sonriendo por norma general a los que menos la necesitan.
El equipo vitoriano, al menos, en esta ocasión no se desmoronó como en partidos precedentes. Con más deseo que fútbol, siguió apretando a un Madrid que pasó a convertirse en dominador, cada vez con más posesión y amenaza ante un cuadro local que no tenía más recursos tras la recuperación que buscar, sin hallar continuidad, las peinadas de un Manu García que vivió su particular batalla con Casemiro.
Los de Zidane se presentaba con mayor facilidad cada vez en las cercanías del área, pero Pacheco salvó de manera consecutiva un cabezazo de Nacho y un disparo de Asensio. Ahí se volvió a activar un Glorioso que, al fin, consiguió enganchar un contragolpe sin enredarse en la salida. Con velocidad, el balón le llegó a la banda a Munir que sacó un servicio a la ruptura de un Manu García que conectó un cabezazo imperial para batir a Navas, conseguir el primer gol del curso y empatar en el minuto 40, 490 después del arranque de la temporada.
Se había roto el maleficio, pero la alegría duró un instante. De la nada, tras un centro que Pacheco no pudo atrapar al verse obstaculizado por Maripán, Ceballos volvió a marcar ante la pasividad de una defensa incapaz de recoger el rechace. Justo antes del descanso, otro mazazo.
Tras el receso, de nuevo evidenció el Alavés que en esta ocasión no se iba a desvanecer. Si tocaba caer, iba a ser de pie. Por fútbol y no por ganas. Se jugó al toma y daca, al riesgo de la ruleta rusa. Por un laso, erraba la salida limpia en busca de Munir y faltaba velocidad en la ejecución; por el otro, aparecía Pacheco, o el palo que después también libró a los blancos en dos ocasiones de Pedraza, para salvar los muebles. Mientras, Undiano Mallenco no hacía más que inhibirse, siempre dando aire con sus decisiones a favor de las velas del grande, aunque le perdonó la roja a Manu.
El Glorioso hacía un ejercicio de funambulismo buscando la heroica, pero el Madrid, a pesar de acumular ocasiones, alguna clamorosa como la que mandó al cielo Ramos, no sentenciaba y el esprint final se presentó agónico, pero el marcador se sufrió nuevas alteraciones en medio de la locura y los dos regalos de la primera parte determinaron la sexta derrota.
El Alavés tiene que agarrarse al coraje de su capitán para poder salir a flote. Un partido descomunal en constante pelea con todo el mundo, corriendo muchísimo y con un golazo.
Un equipo de verdad. El técnico interino repitió el mismo equipo que jugó en Riazor y el Alavés ofreció una muy buena imagen y a poco se quedó de puntuar contra el Real Madrid. El trabajo defensivo fue bueno y se acumularon casi más ocasiones que en todo el curso. El equipo blanco falló muchísimo de cara a la portería de Pacheco, pero los dos goles de Ceballos fueron regalados por el cuadro vitoriano.
El cuadro albiazul generó peligro siempre que movió en balón con velocidad, pero el bilbaíno se empeñó en amasar el esférico y toquetearlo demasiado. Blando en defensa.
Mucho mejor. El Alavés dio, por fin, la sensación de que puede convertirse en un equipo competitivo a poco que se trabaja sobre la base que se vio ayer. Trabajador, sacrificado, serio y también con capacidad para generar ocasiones de gol, hasta conseguir marcar el primer gol de la temporada con un sensacional cabezazo de Manu García para el 1-1 momentáneo.
Dos regalos. A un equipo como el Real Madrid no le hace falta demasiado para conseguir marcar -y eso que ayer evidenció de nuevo que en este arranque de temporada no anda demasiado fino en este aspecto- y el Alavés le regaló ayer dos goles a Ceballos en la primera parte por no ser suficientemente contundente.