Vitoria - A Luis Zubeldía le ha faltado un día para cumplir los tres meses al frente del banquillo de un Deportivo Alavés del que dejó de ser entrenador a media tarde de ayer. Cuatro derrotas en otros tantos partidos, una imagen muy mala por parte del equipo y la sensación de que no ha sabido adaptarse al fútbol español ni tampoco de conseguir conjuntar un grupo mínimamente competitivo se han llevado por delante el futuro del técnico de Santa Rosa en Mendizorroza. En 92 días al frente del equipo vitoriano, el preparador de Santa Rosa no ha sido capaz de sobreponerse a los problemas que han existido en la confección de la nueva plantilla y no ha conseguido ensamblar las piezas para hacer de El Glorioso al menos un colectivo con unas señas de identidad reconocibles.
Zubeldía no fue, ni de lejos, la primera opción del Alavés para encabezar desde el banquillo el nuevo proyecto, pero fue la pieza que acabó encajando desde el plano deportivo y económico. Y no se puede decir que su contratación resultase para nada sencilla, ya que hubo de liberarse de su contrato con el Independiente de Medellín y después surgieron las dudas acerca de la validez de su licencia para entrenar en Europa después de haber desarrollado toda su carrera en Sudamérica.
Precisamente, su falta de adaptación al fútbol español ha sido un factor clave para entender una destitución tan temprana como lógica. En lo poco que se ha podido ver en estos cuatro partidos, la sensación que queda es que quería implantar la idea original que ha desarrollado durante toda su trayectoria pero sin tener en cuenta que el ritmo en Europa es mucho más alto y que sin balón hay que correr muchísimo, además de contar con un buen funcionamiento táctico, para cerrar todos los espacios que se abren, que en el caso de los vitorianos han sido enormes.
La idea del argentino era construir un equipo que manejase la posesión, pero apenas ha disfrutado del control del esférico y de ahí han salido a relucir unos defectos de gravedad mortal. El Alavés se ha mostrado como un equipo ineficaz en la presión, mal estructurado a la hora de realizar las ayudas y, como consecuencia, extremadamente frágil en lo defensivo. Justo lo contrario a lo que debería esperarse de un equipo modesto, que habitualmente se construyen sobre la seguridad defensiva y el trabajo incansable.
Para colmo, en los pocos momentos en los que los albiazules han disfrutado del balón se han mostrado muy poco incisivos y apenas han sido capaces de generar ocasiones de gol más allá de tres muy claras que fueron erradas.
Con unos resultados y unas sensaciones horribles, Zubeldía ha durado solo cuatro partidos al frente de un Alavés que ahora reinicia una temporada nacida a contrapié.