Vitoria - Paciencia y fútbol son verbos que no conjugan bien. De hecho, nunca lo han hecho.

Que se lo pregunten si no al ex albiazul Lluis Carreras, destituido de manera fulminante en el Nàstic (Segunda División) en la cuarta jornada. A pesar de tener firmado un proyecto para las dos próximas temporadas, el rácano punto que el catalán ha sumado en el primer mes de competición ha sido suficiente para enviarlo al paro.

Puede que hasta increíble pero tan cierto como que en las próximas semanas otros tantos colegas seguirán su mismo camino. Los resultados, con independencia del juego y con honrosas excepciones, marcan siempre la dinámica del fútbol, que ni hace distingos ni excepciones.

Tampoco con el Alavés, inmerso a estas alturas del campeonato en una delicada situación como consecuencia de las tres derrotas que acumula hasta el momento en otras tantas jornadas y que han disparado las alarmas en el club, por mucho que su máximo responsable, Luis Zubeldía, abogue por “ocuparse más que preocuparse” para enmendar un arranque de temporada que ya es el peor en la historia del club en Primera.

En este escenario de incómoda urgencia, está por ver qué plan tiene previsto para este domingo el preparador argentino ante un conjunto siempre tan incómodo como el Villarreal, que llega a Vitoria después de imponerse al Betis (3-1) en su feudo con no pocas dificultades.

Será, sin ninguna duda, el primer gran punto de inflexión de la temporada no ya solo para el equipo sino para el propio Zubeldía, preso, como el resto de colegas, de la tiranía de los resultados. De modo que, entre otras cosas, el preparador argentino tiene por delante cinco días para abandonar esa suerte de pretemporada en la que aún parece estar instalado el Deportivo Alavés y lavarle la cara a un equipo que en estos momentos adolece de la personalidad suficiente como para disputar la Primera División.

Sin ella y sin ese carácter competitivo que se presume debe venir de serie en cualquier plantilla que aspire a luchar por la permanencia -léase Alavés-, es muy probable que la escuadra albiazul vuelva a convertirse esta temporada en un juguete en manos del rival de turno, como se vio el pasado domingo en Balaídos.

sin posesión... Por lo tanto, labor de diván para Luis Zubeldía desde la sesión de trabajo de hoy y puesta a punto después sobre la pizarra: ¿A qué quiere jugar el equipo?, ¿con qué jugadores?, ¿de qué modo?...

Con el tercer experimento todavía caliente tras explotar por los aires el domingo en Vigo ante el Celta, parece indudable que los actores de la línea de medios van a cambiar y que Álvaro Medrán, que incomprensiblemente se quedó fuera de la convocatoria en Vigo, formará parte de la medular ante el submarino amarillo acompañado de Pina y Manu García o Wakaso, que no dispusieron de ningún minuto ante el cuadro celeste.

A partir de ahí, y dada la tipología de jugadores con los que cuenta este Alavés, en su mayoría de carácter alegre y técnico, es probable que la apuesta del argentino sea ofensiva, entre otras cosas porque juega en Mendizorroza y porque tiene la urgente necesidad de sumar sus primeros tres puntos.

Mientras que al margen de lo futbolístico las sensaciones deben ser otras bien distintas, sobre el terreno de juego el Alavés deberá ser capaz de manejar mucho mejor el ritmo y los tiempos del partido y tutelar sobre todo el manejo del balón más allá del raquítico 35% de posesión que firmó en Balaídos. Porque ahí radica la razón de ser de un estilo de juego de carácter ofensivo.

De lo contrario, ocurre lo que se vio el domingo o el día del debut ante el Leganés en Butarque: un equipo por momentos roto, inconexo e incapaz de dar tres pases seguidos y, para colmo, tremendamente blando en defensa. Una sombra efímera de lo que fue la pasada campaña el Alavés que debe recuperar cuanto antes y que pasa por mostrar una actitud mucho más agresiva de la que se vio el pasado fin de semana.

Recibir una veintena de ocasiones por parte del rival de turno es un guarismo que no parece de recibo si uno pretende conservar la categoría por muchos años. Para la suerte albiazul, la escuadra de Juan Carlos Unzúe solo fue capaz de aprovechar una ocasión, un escenario con pocos visos de repetirse con el Villarreal en frente, siempre pródigo en acciones ofensivas y con jugadores de una contrastada calidad como Castillejo, autor de un golazo en la última jornada ante el Betis.