Vitoria - Apura un botellín de agua con gas y desenfunda de su bolsillo ese “maldito” paquete de tabaco que ya en sus tiempos como futbolista (Osasuna, entre otros clubes) le acompañaba a todas partes. Así que entre pitillo y pitillo, al calor del FesTVal, que el miércoles le entregó uno de los premios Joan Ramón Mainat, el británico Michael Robinson (Leicester, 1958) se relaja con DNA para hablar del romanticismo del fútbol moderno, de la artesanía que representan jugadores como Messi o Iniesta y, ya puestos, de ese Deportivo Alavés que el curso pasado encandiló al fútbol español y que éste, a pesar de su mal comienzo, espera poder mantener ese mismo espíritu aguerrido y competitivo que no hace tanto paseó por todos los estadios de LaLiga.

¿Hablamos de fútbol?

-Hablamos.

¿Y le gusta lo que ve últimamente en un terreno de juego?

-Me gusta mucho, muchísimo, y eso que del fútbol que yo dejé hace ya años al de ahora media un abismo. Las reglas, el juego, el arbitraje, el propio futbolista, las botas, el balón... Hemos pasado de atletas enormes y forzudos que rugían y tenían pelo en el pecho a futbolistas menudos y enclenques que son, podríamos decir, más artesanales.

¿A qué se refiere?

-A que el concepto ha cambiado totalmente. El juego y los futbolistas ya no son los mismos desde que el Barcelona primero y más tarde la selección decidieron apostar por otra forma de ver y hacer las cosas, dando lugar a imágenes hasta no hace mucho imposibles de creer en el mundo del fútbol como las de Iniesta, Xabi y Messi luchando juntos por un Balón de Oro. Tres bajitos supuestamente limitados optando al trofeo que acredita al mejor jugador del mundo... El cambio, por tanto, ha sido brutal y por eso ya nunca habrá nadie que diga que ese jugador talentoso no puede ser futbolista debido a su estatura y de la misma forma nadie podrá decir que jugando bonito entre unos locos bajitos no se podrán conseguir mundiales, champions o ligas... El elemento atlético, por tanto, ha asumido un segundo plano en detrimento de la artesanía que en su día impulsaron Rinus Michaels, Johan Cruyff y Pep Guardiola.

Cristiano Ronaldo versus Leo Messi, vamos...

-Eso es, un atleta frente a un futbolista. Cristiano está hecho para jugar al fútbol pero Leo Messi nació para jugar al fútbol.

Le pregunto por el estado actual del Alavés, al que por su trabajo como comentarista le toca seguir. ¿Con qué sensaciones se queda después de lo que ha podido ver hasta ahora?

-Me gustó en su último partido aquí en Vitoria ante el Barça, me gustó mucho dadas las circunstancias de medirte a un rival de ese nivel. Me gustó que compitió siempre y nunca le perdió la cara al partido porque normalmente, sobre todo en equipos humildes o recién ascendidos, la tónica suele ser ésa cuando juegan contra uno de los grandes: todos replegaditos atrás y, casi, casi, con todos los jugadores colgados del larguero (risas)... Pero no, este Alavés que he podido ver este año y el de la pasada campaña siempre ha querido el balón, sin ningún complejo y disfrutando además de grandes posesiones en muchos partidos. Es gratificante, por tanto, ver a equipos como el Alavés queriendo disputar el balón en lugar de entregarlo a la desesperada a la espera de una oportunidad, que suele ser una ambición un poco pequeña. Mucho mérito, sin duda.

¿Hay algún jugador que le llama especialmente la atención?

-Bueno, siempre es un poco artifical sacar un juicio justo cuando uno se enfrenta a rivales como el Barça o este Real Madrid, pero debo decir que en ese último partido hubo un chaval llamado Enzo Zidane que me fascinó, especialmente después de verle controlar un globo caído del cielo en su misma área y rodeado de jugadores con la calidad y parsimonia que lo hizo. ¡Qué tranquilidad! Lo normal hubiera sido despejar el peligro cuanto antes pero apostó por dormirlo en su bota y sacarlo desde atrás con una elegancia que me recordó a la que tuvo su padre.

¿Cree que éste influyó finalmente en el hecho de que recalara aquí?

-No tengo ninguna duda. No estaría aquí si supiera que lo que hay no va a ser bueno para su hijo. Vio lo que ya hizo Marcos Llorente el pasado curso o Theo y supongo que le aconsejaría a su hijo, como padre y entrenador, hacer lo propio en el Alavés. Aprender ese otro fútbol de trabajo, compromiso y esfuerzo solidario que puede resultar más difícil de encontrar en un plantel plagado de estrellas.

¿Qué papel entiende que pueden tener en este nuevo Alavés las llegadas de dos jugadores tan talentosos como Munir o Bojan?

-Creo que este curso no vamos a ver en Vitoria a ese Bojan ligero, habilidoso y escurridizo que encandiló al fútbol español y al Barça de Guardiola en particular, una promesa en ciernes que luego se estancó. Creo que el Bojan actual llega con mucho oficio y bregado en un fútbol muy competitivo como es el inglés (militó la pasada campaña en el Stoke City). Fruto de esa experiencia adquirida en la Premier estoy seguro de que seremos testigos de un futbolista más curtido y sobre todo maduro. Es un buen fichaje.

¿Y Munir?

-Va a marcar goles seguro. No sé si los 15 que ha prometido pero va a ver puerta porque lo lleva en su adn, porque le encantan los uno contra uno y porque se desenvuelve fantásticamente bien en las zonas más calientes del campo. Creo que esta temporada va a ser muy importante para él después de no haber podido tener continuidad ni el Barça ni el año pasado en el Valencia, donde le tocó vivir un tiempo demasiado convulso para un jugador tan joven. No estoy diciendo que esa campaña no lo hiciera bien sino que no estuvo a la altura ningún jugador de aquella plantilla.

Para jugadores llegados de clubes importantes a entidades más modestas, ¿dónde cree que está el equilibrio para sacar el máximo beneficio para ambas partes?

-Una gran cantidad de cesiones en un vestuario puede llegar a ser un problema, es cierto, pero existe también una forma de convertir esa circunstancia en una ventaja y es que en el caso del Alavés estamos hablando de una plantilla que está en las mismas, con todos en igualdad de condiciones, lo cual es perfecto para poder dar un golpe en la mesa y decir algo así como “Aquí estoy yo”. Ahí tenemos si no los casos de Llorente o Theo, hoy tuteando a compañeros que son estrellas mundiales en el Real Madrid. ¿Y desentonan algo? Para nada. Esos chicos estuvieron convencidos de que podían tirar la puerta del vestuario del primer equipo y actuaron en consecuencia de la misma manera que ahora lo puede hacer Munir o Bojan. El Alavés en ese sentido se presenta como un equipo perfecto para que jugadores de su perfil puedan relanzar sus carreras.

Hace unos días tuvo la oportunidad de entrevistar en su programa a Josean Querejeta, el máximo responsable del Baskonia y del Alavés. Aunque fuera en la distancia, ¿qué sensación le dio?

-La de un tipo muy serio, la verdad. Un directivo vinculado al basket toda su vida al que le encanta, y esa fue una de mis grandes sorpresas, el fútbol desde que él jugaba como profesional al baloncesto. Y luego me llamó la atención esa capacidad de mantener una aparente normalidad con todos los poderes políticos de la provincia, algo que no es ni mucho menos fácil. Esa aparente unidad para remar todos en la misma dirección (en este caso con Alavés y Baskonia) me recuerda mucho a aquel movimiento que se generó en 1992 con los JJOO de Barcelona.

¿Se puede gestionar un club de fútbol como uno de baloncesto?

-¡El lo está haciendo! O al menos esa es su idea. Al igual que en su día fichaba para Baskonia a jugadores desconocidos en países desconocidos que años después despuntaban y eran traspasados a otros clubes más poderosos o incluso a la NBA, pues ahora se trata de hacer algo parecido con el Alavés. Esa es la idea, convertirse en un club vendedor.

¿Y el Baskonia e-Sports?

-Es su obsesión, sin duda, los llamados deportes electrónicos... Por eso se convirtió en el primer club deportivo profesional español en tener presencia en esta industria y por eso está perfilando todo lo necesario y hasta ha incluido a este equipo en su estructura para que cuando este negocio explote definitivamente, si es que no lo ha hecho ya, la entidad esté preparada.