Real Sociedad1

Alavés2

REAL SOCIEDAD Ramírez; Odriozola, Llorente, Iñigo Martínez (Elustondo, m. 68), De la Bella; Zubeldia (Zurutuza, m. 68), Pardo; Januzaj, Canales (Prieto, m. 68), Bautista (Juanmi, m. 68); Agirretxe (Willian José, m. 68).

DEPORTIVO ALAVÉS Pacheco; Vigaray (Víctor López, m. 45), Erik (Einar, m. 68), Diéguez, Duarte; Pina (Manu García, m. 65), Torres; Burgui (Nacho, m. 90), Enzo (Wakaso, m. 75), Katai (Iglesias, m. 90); Sobrino (Ibai Gómez, m. 65).

Goles 1-0, minuto 24: Bautista; 1-1, m. 52: Víctor López; 1-2, m. 82: Burgui.

Estadio Zubieta. José Luis Orbegozo. Alrededor de 5.000 espectadores.

Donostia - El Deportivo Alavés sumó ayer un nuevo partido de preparación que bien se puede considerar aún dentro de la fase de pretemporada y ofreció uno de sus niveles más reseñables en lo que va de curso a pesar de la multitud de bajas que tenía Luis Zubeldia entre ausentes por compromisos internacionales y jugadores que arrastraban problemas físicos. Varios de los futbolistas que menos habían jugado en toda la fase de preparación y sin apenas relevancia en los dos primeros compromisos oficiales tuvieron minutos en Zubieta y, mayoritariamente, ofrecieron un buen nivel. El Glorioso por momentos se asoció bien y, aunque evidenció de nuevo problemas a la hora de resolver, acabó marcando en un par de buenas acciones individuales de Víctor López y Burgui. Un paso más en el crecimiento de un equipo que ayer evidenció que tiene piezas que estaban olvidadas y que pueden ser rescatadas y útiles.

Con una pléyade de ausencias, Zubeldia tuvo que echar mano de lo poco que tenía disponible. Jugadores que apenas habían contado con anterioridad ni siquiera en la pretemporada como Katai, Torres o Duarte partieron de inicio en una alineación en la que la pareja de centrales la compusieron Diéguez y el canterano Erik.

En este peculiar entrenamiento con la Real Sociedad como oponente, el cuadro albiazul mostró alegría en su juego durante los primeros compases del juego. Katai hizo gala de personalidad y reclamó el balón por la izquierda, lo mismo que hizo Burgui por el flanco opuesto. Con buenas conexiones con Enzo y Sobrino, el fútbol ofensivo fluyó con soltura en tres cuartos. También la Real evidenció que en las cercanías del área cuenta con un arsenal sobresaliente esta temporada. Regate, desequilibrio y golpeo para levantar el aplauso de unas gradas de Zubieta llenas e ilusionadas con un equipo que promete mucho.

Era el conjunto vitoriano el que ponía más sensación de peligro, aunque sin concretar en el remate, pero fueron los donostiarras los que abrieron el marcador. Un servicio de Pardo en una falta rematado por Iñigo Martínez que Pacheco pudo despejar en primera instancia pero a costa de dejar el esférico a los pies de Bautista, que marcó a placer.

Traspasado el ecuador de la primera parte, el ritmo de juego decayó de manera notable. Mucho juego en el centro del campo y mayor dominio de una Real ya mucho más cómoda sobre el césped ante la bajada de tensión albiazul, aunque sin nada reseñable en las áreas hasta que llegó el tiempo de descanso.

El segundo acto arrancó con la entrada en el césped de Víctor López dando relevo a Vigaray y el riojano protagonizó una jugada sensacional para firmar el empate. El lateral enganchó el balón en el centro del campo, con regates y velocidad fue sorteando rivales antes de superar la salida de Ramírez con un ajustado remate cruzado a la red. Una delicia que evidencia el excelso nivel de un futbolista que en pretemporada estuvo sensacional. Hablando de jóvenes buenas noticias, ayer también se produjo el regreso de Einar recuperado ya de su grave lesión de rodilla que le ha mantenido ocho meses en el dique seco.

Como ya había sucedido en el arranque del duelo, de nuevo fue el Alavés el que llevó el peso y el peligro con la combinación de sus tres talentosos mediapuntas. Pero no fue ese juego combinativo el que acabó dando el premio del segundo gol, sino un error de Pardo en el pase que aprovechó Burgui para arrancar en carrera y superar a Ramírez de ajustado disparo cruzado para poner en el marcador el definitivo 1-2 en una prueba en la que los menos habituales ofrecieron destellos.