Vitoria - Incluso en los peores momentos, siempre hay aspectos positivos que caben destacarse, por escasos que sean. Pocos fueron los aspectos salvables del Deportivo Alavés en el estreno de la nueva temporada el pasado viernes, pero un pequeño núcleo de jugadores sí que ofrecieron un alto nivel que, en sus casos, obliga al optimismo. Siempre y cuando, eso sí, se les vayan añadiendo nuevas piezas con el paso de las semanas. Y, a ser posible, con bastante celeridad, ya que fueron demasiados pocos los alavesistas que sumaron en positivo el pasado viernes en Butarque.
Para empezar, el de siempre. Destacar a Fernando Pacheco puede parecer redundante, pero es una obligación ineludible. Otra temporada más, el seguidor alavesista no tiene otra que preguntarse qué hace semejante portero en Vitoria. Dejó, una vez más, un repertorio completo de esas intervenciones que parecen increíbles y que en su caso son el uso acostumbrado. Por ejemplo, a Guerrero le amargó la tarde incluso con alguna intervención más propia de un portero de balonmano que de uno de fútbol. Un seguro de vida, como siempre.
En la línea defensiva, por encima del todos se erigió la figura de un Rodrigo Ely que ya evidenció en el tramo final del pasado curso que es un central de categoría y que puede convertirse en una de las mejores inversiones de este club. El brasileño apenas lleva un par de semanas en el equipo, pero realizó una auténtica exhibición en Butarque de cualidades en la contención. Rapidez y contundencia, además de salida de balón y potencia en el juego aéreo. Es fundamental componer cuanto antes la pareja de centrales, ya que la sensacional dupla que el pasado curso formó con Víctor Laguardia no se podrá reeditar aún en unos cuantos meses.
Dentro del entramado defensivo, la presencia de Alfonso Pedraza en el lateral izquierdo fue un experimento con resultado positivo que se podría seguir explotando. De primeras, lo que parece evidente es que Luis Zubeldía tiene una confianza demasiado pequeña en Héctor Hernández y Rubén Duarte y buscó en la figura del extremo cordobés un futbolista que aportase profundidad por el costado aún a riesgo de perder eficiencia atrás. El jugador cedido por el Villarreal cumplió en esta primera prueba y, seguramente, el técnico alavesista seguirá explotando esta posibilidad.
Arriba falta mucho En el centro del campo, Wakaso Mubarak mostró que es un jugador con enorme potencial físico, aunque la pareja que formó con Manu García resultó muy poco efectiva. El ghanés y el vitoriano son dos medios de un perfil muy parecido y no fueron capaces de compenetrarse bien, pero el africano sacó a relucir fuerza y capacidad en la salida del juego. Lo que necesita es un apoyo por detrás que ejerza de ancla, el clásico pivote que el viernes se echó tanto en falta hasta la entrada en el campo de Tomás Pina.
El mediocentro de Ciudad Real evidenció en poco más de veinte minutos que va a ser pieza fundamental para Zubeldía en cuanto se encuentre físicamente dispuesto para aguantar la exigencia de un partido completo. Un jugador con experiencia y un sentido de la colocación táctica exquisito, capaz de cubrir las espaldas de sus compañeros y de sacar el balón con solvencia.
En el apartado ofensivo, sin duda el más triste del equipo en Butarque, lo poco destacable tuvo a Burgui como protagonista. El extremeño forzó el penalti, estrelló un balón contra el larguero y sus acciones, aunque siempre pecando de individualista, fueron prácticamente las únicas peligrosas hasta la entrada al final de un Óscar Romero que también quiso echarse al equipo a la espalda y liderar el ataque.
En un arranque de curso para olvidar, al menos unas pocas piezas destacados sirvieron para demostrar que existe cierta base sólida sobre la que crecer, aunque es necesario que cuanto antes nuevos compañeros suban su nivel para que la competitividad de este Alavés crezca.