Parecía evidente que el arranque del nuevo curso le llegaba muy pronto al Deportivo Alavés y la realidad no hizo más que reafirmar esa sensación que existía de antemano. Siendo como es el fútbol un deporte tremendamente caprichoso. Bien pudo haber iniciado El Glorioso su segunda campaña consecutiva de andadura por la Primera División con victoria, pero cuando todo está tan cogido con alfileres son todavía más importantes los detalles. A unas alturas de año en las que cada gol es casi un milagro para ciertos equipos, desperdiciar un penalti como hizo Manu García supone encaminarse al cadalso. El Leganés, que fue muy poco mejor, sí que fue capaz de aprovechar una de sus ocasiones para evidenciar que el equipo vitoriano se encuentra a estas alturas a un nivel insuficiente como para encarar la exigencia de la categoría.
Esta plantilla está todavía en hilvanes y en poco se parecerá la alineación de Zubeldía ayer a la que se convierta en estable, ya que muchos nombres que fueron titulares no repetirán esa condición en el futuro. Hasta ocho jugadores que la pasada campaña militaban ya en el equipo formaron parte de esa primera alineación, aunque muchos no fueron entonces piezas relevantes y ahora se han encontrado con una oportunidad nueva.
Apenas se había estirado el cuadro albiazul en una acción rematada por Sobrino cuando, al cuarto de hora de juego, Burgui encontró petróleo en una internada que ya no parecía tener peligro. Rico derribó al extremeño cuando el balón se iba ya por la línea de fondo y no dudó Munuera Montero a la hora de señalar el punto de penalti. Ahí se fue, de manera más o menos sorprendente, Manu García. Infalible en las últimas temporadas, hasta que ayer disparó centrado facilitando la intervención de Cuéllar.
Cuando gol hubiese allanado muchísimo el camino, el fallo propició un golpe moral severo. A unas alturas de curso en las que conseguir goles es ciertamente complicado, desperdiciar semejante opción supone pecado prácticamente mortal. Más aún cuando el Leganés, apenas una decena de minutos después, sí que fue capaz de aprovechar la primera opción clara que se le presentó. Pacheco despejó como pudo una falta directa de Guerrero envenenada tras rozar en Sobrino, pero Gabriel mostró la atención que no tuvo la zaga vitoriana para cazar el balón muerto y remachar el 1-0.
Hasta entonces, el Alavés no había estado bien. Pero, a partir de ahí, empeoró todavía más. Perdido en el centro del campo, sin ser capaz de conectar con el ataque y con muchos espacios entre las líneas, rozó el desastre durante muchos minutos. Los balones a las espaldas de Manu y Wakaso, que se la jugaba en cada acción con una amarilla a cuestas, se convirtieron en sinónimo de peligro constante, aunque ahí aparecía Pacheco para ejercer como siempre de bombero. Alcanzar el descanso sin mayor daño fue la mejor noticia.
Intentos desde lejos La bronca en el vestuario debió ser importante porque el cambio de imagen en el arranque del segundo acto fue evidente y en apenas unos segundos se pisó el área con más constancia que en todo el tramo precedente del duelo. Las apariciones de Burgui, de nuevo, eran las que ponía unas gotas de fútbol, pero insuficientes todavía como para generar ocasiones claras ante un Leganés dedicado a guardar la renta al tiempo que buscaba el zarpazo definitivo al contragolpe.
Esas buenas intenciones del arranque del segundo tiempo se diluyeron con tanta celeridad como llegaron para dejar de nuevo paso a la nada más absoluta. Las apariciones de Burgui y Pedraza eran las únicas que generaban chispazos, pero insuficientes para que se hiciese la luz en el área pepinera. Con las entradas de Pina, soberbio tácticamente en el eje, y Romero, que quiso echarse al equipo a la espaldas, llegó un soplo de aire fresco. Lo intentaron los albiazules con disparos lejanos a los que les faltó un poco de puntería, pero se echaron de menos más recursos para buscar con mayor insistencia la portería de Cuéllar ante un Leganés que resistió sin excesivo sufrimiento ante un Alavés que fracasó en su estreno con una versión insuficiente para comenzar sumando en positivo.
Penalti y gol. En apenas diez minutos se dieron las dos acciones que acabaron determinando el resultado final. Manu García falló desde los once metros tras haber forzado Burgui un penalti y solo diez minutos después Gabriel se aprovechaba de un despeje de Pacheco y un fallo de concentración defensiva para poner en el marcador el 1-0 definitivo.
Mala imagen. El Alavés fue muy poca cosa ayer en Butarque, sobre todo en un plano ofensivo en el que apenas se salvaron las apariciones de Burgui y el tramo final de Romero. Las únicas ocasiones claras, con disparos desde muy lejos.
Poca cosa. Al Deportivo Alavés le faltan a estas alturas argumentos futbolísticos, una cuestión que evidenció ayer en el estreno liguero. Le costó generar ocasiones más allá de las apariciones de Burgui y al final Romero, sus mejores opciones llegaron con disparos lejanos y, para colmo, el error de Manu García desde el punto de penalti acabó siendo decisivo. Muchísimo por mejorar todavía.
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1-0, minuto 24: Gabriel. Falta directa de Guerrero que rebota en Sobrino y que Pacheco despeja como puede, pero un atento Gabriel se adelanta a la zaga para remachar el balón muerto.
Amonestó a Wakaso (minuto 23).