Vitoria - Que el Barcelona es el gran favorito de cara a la final copera es una hecho tan irrefutable como la diferencia en el potencial de sus plantillas que manejan Mauricio Pellegrino y Luis Enrique, respectivamente. El técnico asturiano maneja una de las mejores plantillas de Europa por mucho que su rendimiento durante la presente campaña no haya tocado techo, mientras que la que tiene el preparador argentino a sus órdenes no deja de ser la de un recién ascendido a la máxima categoría y una de las más baratas de Primera División. Pero mientras que Lucho no ha sido capaz de exprimir al máximo sus múltiples recursos, El Flaco ha explotado a la perfección todo el potencial de este Glorioso que cuenta con unos cuantos argumentos para tratar de imponerse a los culés en la pelea por el título copero.

un equipo competitivo La principal virtud de este Alavés es su capacidad competitiva y tiene tras de sí un historial esta temporada que hace invitar al optimismo. Sobran dedos en una mano para encontrar partidos en los que este equipo no haya sido capaz de dar la cara y eso se debe a su enorme solidez defensiva y su capacidad para maniatar a los rivales. Precisamente, a esos dos factores tiene que agarrarse en la final el equipo de Pellegrino para desactivar al Barcelona. Los albiazules son una de las mejores defensas de Primera, además de contar con un guardameta de plenas garantías. Habrá que ver qué tiene preparado el técnico argentino para tratar de cortocircuitar la calidad del rival en la zona de tres cuartos, si opta por el sistema de tres centrales para fortalecer el balcón del área o si mantiene la idea básica del 4-2-3-1 para buscar la presión adelantada y plantar el campo de minas en el centro.

Para afrontar el exigente desgaste que se prevé, otra de las fortalezas de este Alavés es su enorme potencial físico. Los jugadores albiazules acostumbran en todos los partidos a realizar un despliegue excepcional del primero al último futbolista sin excepción. La presión adelantada es una de las virtudes de este colectivo, capaz de cerrar los espacios echando mano de sus piernas. El Barça exige un esfuerzo descomunal para cerrar todas las vías de agua, pero este grupo es capaz de responder con garantías.

Ese trabajo defensivo también tiene que propiciar las ofensivas albiazules mediante la técnica de la recuperación y el contragolpe. Los de Pellegrino se han mostrado muy efectivos en ese estilo de juego y cuentan con muchísima velocidad para tratar de explotar los espacios. Especialmente relevante se presenta el papel de Theo, una de las principales armas atacantes de este equipo y que va a actuar por una zona del campo en la que el Barça tendrá serios problemas al no contar con un lateral derecho específico. Además, defensivamente los de Luis Enrique no son del todo fiables y conceden ocasiones en todos sus compromisos. Aprovechar al máximo las oportunidades que se presenten será un factor determinante.

Otro de los aspectos que tiene que explotar el conjunto albiazul es su poderío en el juego aéreo. Pellegrino maneja en este sentido un poderoso arsenal con piezas peligrosísimas en las acciones a balón parado -Ely, Feddal, Alexis, Manu García, Deyverson...- y también un gran ejecutor como Ibai Gómez, mientras que el Barcelona no es el equipo más ducho en esta suerte del juego. Cuando se tenga opción, hay que tratar de buscar el área rival y el potencial por arriba de este equipo.

Saliendo del mero plano futbolístico, el equipo vitoriano tiene de su lado la ilusión de ganar su primer título y también la confianza que le otorga la sobresaliente temporada que ha firmado. La final ya es una gran recompensa para un equipo que ahora busca el premio gordo ante un oponente que se juega maquillar el curso y para el que la obligación de ganar es superior.

prohibido fallar En el otro lado de la balanza alavesista, el principal de sus defectos es una alarmante falta de pegada. Ha sido un mal que, salvo contadas excepciones en las que la efectividad ha sido máxima, ha acompañado al equipo durante todo el curso. Y en algunos partidos -por ejemplo, el último disputado el pasado sábado en Leganés- esa ineficacia ha sido desesperante y de repetirse de nuevo ahora resultaría mortal.

Otro punto débil propio se encuentra en la ausencia de un Víctor Laguardia que ha sido la pieza fundamental en el eje de la zaga durante todo el curso. Todos los centrales han dado un rendimiento notable, pero cuando el maño no ha jugado el rendimiento de sus compañeros se ha resentido al aportar la dureza, consistencia y velocidad de la que carecen defensas como Feddal, Ely o Alexis. Habrá que ver cómo soluciona Pellegrino esta cuestión tan peliaguda, si con el marroquí y el brasileño solos o acompañados también por el malagueño.

En el plano mental, la plantilla alavesista cuenta con el debe de la inexperiencia que la mayoría de sus jugadores tienen en partidos de este tipo. Al margen de Gaizka Toquero, Alexis e Ibai Gómez, ninguna ha disputado grandes finales. Seguro que aparecen los nervios y el peso de la responsabilidad y por eso será clave el manejo psicológico de las horas previas a la final para encarar la misma con el punto adecuado de intensidad, pero sin pasarse por lo alto ni por lo bajo.

Competitividad. El Alavés ha demostrado que es capaz de plantar cara a cualquier equipo y en muy pocos partidos ha sido inferior a sus rivales.

Solidez. El conjunto vitoriano es muy seguro defensivamente y se agarrará al poderío de Pacheco para tratar de echar el candado a su portería. Poderío físico. El Barcelona exige un importante desgaste para cerrar vías de agua, pero en el plano físico el Alavés es un equipo muy potente.

Velocidad. Ante un rival que deja muchos espacios, los vitorianos tratarán de explotar su velocidad para montar las contras, sobre todo mediante Theo.

Gran estratega. El Alavés tratará de explotar su enorme poderío en las jugadas a balón parado ante un oponente que no brilla en el juego aéreo.

Mayor ilusión. El Barça es un equipo acostumbrado a jugar y ganar finales que llega de capa caída y que ‘El Glorioso’ quiere aprovechar su oportunidad.