Vitoria - Si Mauricio Pellegrino alberga alguna pequeña duda respecto a la idoneidad de alinear este sábado una defensa de cuatro o cinco integrantes en la gran final de Copa en el Calderón, tampoco está claro el sistema que utilizará un Luis Enrique que, entre lesiones y sanciones, tiene en estos momentos una retaguardia cogida con alfileres. Desde que arrancó la temporada, es de largo el punto más débil del Barcelona, especialmente su sospechoso flanco derecho. Una demarcación donde se le acumulan los problemas a un club de 600 millones de presupuesto y que, ver para creer, no cuenta en su plantilla con un lateral específico. Algo que no deja en buen lugar precisamente a la dirección deportiva encabezada por Robert Fernández ni al propio técnico asturiano, que siempre lamentarán su determinación de conceder la carta de libertad a Dani Alves para que se marchara gratis a la Juventus y no incorporar a nadie en su lugar.
En su último año al frente del Barcelona antes de tomarse un año sabático, Luis Enrique debe decidir si su equipo jugará con el habitual 4-3-3 o, por el contrario, planta a sus pupilos en un 3-4-3 condicionado, sobre todo, por el agujero negro del lateral derecho, donde no estarán ni el reconvertido Sergi Roberto -ayer se confirmó que el de Reus estará diez de baja tras la elongación en el aductor sufrida en el último partido liguero ante el Eibar pero que en cualquier caso tampoco hubiera podido enfrentarse al Alavés por sanción tras su expulsión en la vuelta de semifinales ante el Atlético- ni Aleix Vidal, fuera de combate desde febrero tras la fuerte entrada de Theo en la goleada lograda por los catalanes en Mendizorroza. El ex del Sevilla, enfrentado a su entrenador, cayó en el preciso momento donde comenzaba a ver la luz al final del túnel.
De apostar Lucho por tan solo tres defensas, Mascherano actuaría a la derecha, Piqué en el centro y Umtiti a la izquierda. Ese planteamiento quedó instaurado mediada la temporada y forjó la épica reacción ante el PSG en el Camp Nou, aunque también resultó fatídico en otros encuentros que apartaron al Barcelona de la conquista de dos torneos de caza mayor como la Liga o la Champions. Un problema añadido en este sentido es que ni el veterano argentino ni el central catalán están en perfectas condiciones físicas. El primero arrastra una lesión muscular y el segundo un fuerte proceso vírico que le obligó incluso a ser ingresado en un hospital.
Ambos deberían llegar a tiempo de vestirse de corto ante el Alavés, aunque también es difícil que lo hagan al cien por cien. Con el 3-4-3, el sacrificado siempre ha sido Jordi Alba. El de L’Hospitalet ha acabado a buen nivel el curso y sería otra decisión impopular su ausencia del once. Si se recupera Mascherano, la opción más probable es que Luis Enrique recurra al 4-4-2 con el argentino en el lateral derecho, una pareja de centrales integrada por Piqué y Umtiti, quedando el propio Alba en la izquierda. De no recuperarse el albiceleste, se abre un abanico de opciones a la hora de que Luis Enrique conforme la endeble zaga culé.
En los últimos partidos ligueros, el preparador asturiano ha debido tirar de un zurdo cerrado como el francés Lucas Digne o de un centrocampista (André Gomes) para ejercer como improvisado lateral derecho. La presencia de cualquiera de ellos debería ser un filón a explotar por la vertiginosidad de un purasangre como Theo. De hecho, los dos recientes goles anotados por el Eibar en el Camp Nou, ambos obra de Inui, llegaron por ese lugar con sendas incorporaciones desde atrás por parte del eléctrico japonés.