Vitoria - El fútbol es el deporte en el que más importantes son los detalles y así se pudo comprobar en un derbi que el Deportivo Alavés se acabó llevando después de sufrir muchísimo en una primera parte en la que el Athletic bien pudo haber dejado resuelto el encuentro. Pero los bilbaínos, a pesar de disfrutar de ocasiones excelentes, no fueron capaz de dar con la tecla del acierto para batir a Fernando Pacheco y quien acabó dando con la puntería fue Theo con uno de esos disparos que casi siempre se van a las nubes pero que ayer fue directo a la escuadra. A los 53 minutos, el guión con el que se venía desarrollando el partido varió por completo y, a partir de ahí, fueron los albiazules los que tuvieron en sus pies el 2-0 ante unos rojiblancos ya extenuados y que apenas pusieron en peligro el triunfo local.
Tras unos primeros compases de toma y daca y ocasiones cruzadas, el Athletic se hizo dominador de la primera parte. Con Beñat jugando muy cómodo en el centro, buscaron los rojiblancos la velocidad de Williams y sus servicios hacia a Raúl García y Aduriz. A veces fue la propia imprecisión del extremo para solucionar mucho mejor sus situaciones ventajosas, mientras que en otras fue la extraña falta de puntería de un Aduriz que falló ocasiones impropias para él. Sea como fuere, el Alavés fue capaz de soportar esa fase de avalancha en la que permaneció encerrado en su área y se fue al descanso sin encajar gol a pesar de que a los bilbaínos les sobraron oportunidades para conseguirlo.
La tendencia cambió en el arranque de la segunda parte. Había disfrutado el Alavés de unas pocas ocasiones en la primera parte -Edgar e Ibai remataron fuera en las más claras- y de una cabalgada de Femenía que mandó Kepa a saque de esquina acabó surgiendo uno de esos goles que quedan grabados en la historia de un club. Zapatazo de Theo a la escuadra para variar definitivamente el guión del derbi.
A partir del 1-0, de la bronca subsiguiente y, sobre todo, del ingreso en el campo de Sobrino, el partido se tiñó definitivamente de albiazul. El Athletic había quemado mucho para nada y los vitorianos llegaban al final más frescos y encima con la moral por las nubes. El delantero de Daimiel volvió loca a la zaga rojiblanca y generó acciones para poner un 2-0 que no llegó, pero tampoco la reacción de un visitante ahogado.