vitoria - Hace ya una semana que todo cuanto rodea al Alavés se escruta con detalle en clave copera. Con la permanencia en el bolsillo y las posibilidades de acceder a Europa esfumadas, el objetivo a corto plazo, el único ya a estas alturas de la temporada, es la final del próximo 27 de mayo en el Vicente Calderón ante el Barça. El camino hasta entonces, una suerte de pretemporada de poco más de un mes de duración, representa un continuo banco de pruebas para llegar en el mejor estado de forma a la final y afrontar con garantías un duelo que a pesar de aquel histórico antecedente de agosto (1-2 en el Nou Camp), nace desequilibrado.

En este contexto de ensayo y error, el último partido de Liga disputado ante el Las Palmas permite al preparador albiazul, Mauricio Pellegrino, extraer algunas conclusiones de naturaleza interesante y certificar otras tantas certezas de cara a poder sacar el jugo suficiente a todo ese “continuo aprendizaje” con el que lleva predicando desde que arrancó la temporada.

En este sentido, lo mejor del partido del domingo, más allá del punto propio del empate, fue la capacidad mostrada por el Alavés para adaptarse a las circunstancias y reactivarse en la segunda parte después de firmar una primera mitad deplorable donde no hubo rastro del trabajo colectivo ni por su puesto de ese binomio que ha hecho reconocible a este equipo como la agresividad y la ambición. Todo eso fue ciencia ficción el domingo durante uno de los peores primeros tiempos que se recuerda a este equipo. Sin embargo, para su suerte, esos viejos fantasmas no saltaron al césped tras el descanso y la versión más reconocible del Alavés se impuso con suficiencia al Las Palmas con una segunda parte que debe marcar el camino a seguir: intensidad, orden defensivo, transición y pegada. Gol de nuevo a costa de Ibai Gómez, que suma ya cinco goles en Liga -a los que hay que sumar otros dos en Copa- que al menos sirven para hacer olvidar la preocupante mala racha del 9 albiazul, Deyverson, seco desde su último gol ante la Real Sociedad el pasado 18 de marzo.

autoestima reforzada Dos jornadas consecutivas en buena dinámica también sirven para reforzar la autoestima de un plantel que, pudiéndose dejarse llevar hasta el 27 de mayo, ha asumido cada una de las cinco jornadas que restan como un test de máxima exigencia que debe servir para pulir errores defensivos como los que, sin ir más lejos, cometió el Alavés en el infame primer tiempo del domingo. En concreto, errores como el que le costó el gol, fruto de una mala presión en el centro del campo, una deficiente cobertura entre la pareja de centrales y un peor despeje por parte de Feddal, al que Boateng le robó la cartera tras un pase desde treinta metros. Pulir por tanto la compenetración y el feeling entre cualesquiera que sea la pareja de centrales -Alexis, Laguardia, Ely y Feddal- se antoja clave en la diagnosis de Pellegrino.

A pesar del error en el gol no todo fueron malas noticias. En el otro lado de la balanza, y tras la reanudación, se pudo ver por ejemplo la mejor versión de Marcos Llorente, que continúa llenándose de balón en algunas fases del partido, la potencia de Theo Hernández por banda, el trabajo estajanovista de Deyverson o Toquero, el equilibrio que aporta Manu García, las transiciones de Camarasa o la tranquilidad que siempre trasmite Fernando Pacheco en la portería. Mimbres y avales más que suficientes para seguir puliendo el once tipo de Pellegrino, un once con pocos resquicios para las rotaciones y con el que el Alavés tratará de protagonizar la gran machada el 27 de mayo.