El Deportivo Alavés sacó a relucir ayer dos caras bien diferentes que coincidieron con cada una de las dos partes del encuentro disputado contra el Real Madrid. El equipo vitoriano sufrió en un primer acto en el que en ningún momento estuvo cómodo sobre el césped, pero intercambió los papeles con el equipo de Zinedine Zidane en una segunda mitad en la que fue capaz de meterle el miedo en el cuerpo a un Santiago Bernabéu que en algunos momentos vio demasiado cerca un empate que le podía haber costado muy caro en sus aspiraciones a pelear por el título liguero.

El conjunto albiazul no se encontró a gusto en unos primeros minutos en los que cometió excesivos errores y permitió demasiadas filtraciones en zonas de peligro. Fallos graves con el balón que facilitaron la labor del equipo blanco, que, además, no se vio amenazado en ningún momento al no tener los visitantes mordiente alguna en su ofensiva. Eso sí, al menos no se concedieron demasiadas oportunidades y el Madrid acabó marcando en una jugada en la que Benzema se aprovechó de una situación de fuera de juego en el germen de su conexión con Carvajal. De nuevo, la balanza del lado del grande.

No tuvo reacción El Glorioso tras ese gol encajado, pero sí que llegó la misma tras el descanso. Los corsés saltaron por los aires, los laterales se soltaron y la amenaza comenzó a ser evidente. Toquero comenzó a percutir con insistencia por la derecha, los balones llegaron al área con centros laterales y Edgar apareció de manera constante. Llegaron las ocasiones, clarísima una del tinerfeño que echó muy desviada, pero no apareció el acierto por ninguna parte a pesar de que la presencia en el área rival fue una constante durante buena parte de un segundo tiempo primoroso. El Alavés pasó de sufrir a hacer sufrir a un Santiago Bernabéu que durante unos minutos vivió el partido con un nudo en la garganta.

Edgar, Deyverson, Manu García, Ely... Las ocasiones se fueron encadenando, pero en esta ocasión no apareció el acierto. Incluso quemó naves Pellegrino con la entrada de los Romero, Katai y Santos, todos ellos cambios buscando el empate. Lo único que se le puede achacar al equipo, dejando al margen su falta de puntería, fue no disponer de una última vuelta de tuerca en los minutos finales para acogotar al Madrid en el esprint final.

El equipo blanco se aprovechó de la asunción de riesgos alavesista para conseguir dos goles en el tramo final que arrojaron un marcador del todo irreal.