Vitoria - Alcanza el Deportivo Alavés el cuarto y último parón de la temporada por los partidos internacionales de selecciones en un estado de levitación que se ha convertido casi en permanente desde hace unas semanas y que propicia que el cielo se haya convertido en el único límite real de un equipo que está sobrepasando las expectativas de hasta los más optimistas. Ahora que el mundo de las apuestas deportivas está tan de moda, a quien se le hubiese pasado a principio de curso meterle unos euros a este Glorioso poniéndole cotas supuestamente inalcanzables, y por tanto excelentemente remuneradas, estaría ahora frotándose las manos ante la posibilidad de hacer su propio agosto a costa de los éxitos de este equipo que no deja de superarse a sí mismo. Con la cuestión de la permanencia ya resuelta cuando todavía quedan por delante diez jornadas de competición, este grupo dirigido por Mauricio Pellegrino ha puesto sobre el verde tapete argumentos sobrados que la hacen acreedor a poder creer en sí mismo y en las opciones de alcanzar esa séptima plaza que abre de par en par las puertas de Europa.

Cuando todavía ni siquiera se ha encarado la recta final del curso, el Alavés ya puede jactarse de haber superado con nota el examen que se le presentaba allá por el mes de agosto. En la temporada de su regreso a Primera División, el objetivo no podía ser otro que asegurar la permanencia en la máxima categoría. Todo un reto en los albores de la campaña y que, a la hora de la verdad, ha resultado bastante más sencillo de lo que se podía prever. Una cosa era pensar que este equipo tenía argumentos de sobra para salvarse y otra muy distinta ha sido una realidad que ha indicado que en casi ningún momento este Glorioso ha estado preocupado de lo que pasaba por la zona baja de la tabla.

Los cuarenta puntos alcanzados el sábado con la victoria ante la Real Sociedad certifican ya virtualmente la permanencia. Algo más que el aprobado raspado supone alcanzar ese objetivo. Ahora el reto es seguir incrementando la nota y tratar de acercarse a la matrícula de honor. Y, en la tesitura actual, eso se consigue alcanzando esa séptima plaza que, por su presencia en la final de la Copa del Rey, aseguraría a los vitorianos su presencia en la próxima edición de la Liga Europa, la que sería su tercera experiencia continental. De no lograrlo, quedaría en la recámara la bala del torneo del K. O., que reserva billete europeo a su campeón.

a cuatro puntos Por una u otra vía, es evidente que el reto son palabras mayores. Cualquiera de las dos sendas desvela obstáculos prácticamente infranqueables. Pero, precisamente, este Alavés se ha ganado con su trabajo el derecho a que se confíe en él. Más aún cuando vive encaramado en una ola de positivismo que le empuja con fuerza y en el horizonte cuenta con estímulos tan importantes como la opción de ganar un título y de clasificarse para Europa.

El Glorioso es el único que mantiene abiertas dos vías para pasear la próxima campaña por Europa. Lo hará automáticamente si consigue ganarle la final de la Copa al Barcelona o si antes alcanza la séptima plaza. En el caso del resto de sus rivales, esa posición no les aseguraría el billete para viajar por el Viejo Continente, ya que quedarían en manos del resultado del propio conjunto alavesista en dicha final.

Con diez jornadas aún por disputarse, el equipo de Pellegrino se ha metido de lleno en el pelotón de los aspirantes a la séptima posición gracias a su buena trayectoria reciente. Tras haber encadenado dos victorias consecutivas, ha conseguido situarse a solo cuatro puntos de distancia de esa plaza de mérito que en estos momentos ocupa el Athletic. Una diferencia importante, más aún teniendo en cuenta que los bilbaínos también se encuentran a un muy buen nivel en las últimas jornadas, pero que no es insalvable.

el aval del trabajo Al menos, este grupo se ha ganado el derecho a soñar y cuenta con el aval de su propio trabajo y de un rendimiento creciente a lo largo del curso. Un equipo competitivo, serio y sólido que se agarra con fuerza a cada partido -sobran dedos en una mano para contar sus días aciagos- y que se ha mostrado capaz de imponerse a cualquier oponente. Además, el que era uno de sus principales problemas, su dificultad para ganar, ha mejorado sustancialmente en las fechas recientes, en las que los triunfos han llegado de forma más asidua que anteriormente.

La ventaja para el Alavés es que no tiene presión y le sobra el hambre. Él ya ha cumplido de sobra con su objetivo y todo lo que venga por delante es como el maná caído del cielo. Por el carácter competitivo de este colectivo y por la presencia en el horizonte de la final copera, además parece imposible que los jugadores se dejen llevar y caigan en la autocomplacencia. La clasificación para la Liga Europa es un reto mayúsculo, pero al menos este Glorioso se ha ganado alcanzar el esprint final en disposición de pelear por ese insospechado objetivo.