El Deportivo Alavés sufrió ayer su quinta expulsión de la temporada, aunque solo dos de ellas han resultado relevantes en el desarrollo de los partidos al haber llegado las otras tres en el tiempo de descuento. Curiosamente, en las dos ocasiones han sido dos cartulinas amarillas, y su consiguiente roja, a Zou Feddal las que han dejado al equipo vitoriano en inferioridad con respecto a su rival durante unos cuantos minutos. Toda la segunda parte en Vigo y los últimos dieciocho minutos y el descuento ayer en Málaga. En esas dos ocasiones en las que la situación de jugar con diez ha sido relevante, el equipo de Mauricio Pellegrino ha realizado una gestión brillante de la inferioridad. En la visita al Celta se mereció puntuar y acabó cayendo con un gol en el último minuto, mientras que ayer fue capaz de sacarse un tanto de la chistera para llevarse una victoria de La Rosaleda cuando más estaba sufriendo.

Justo acababa de empatar un Málaga que se había crecido en la segunda parte cuando feddal recibió su segunda amarilla. Se quedaba el Alavés con un jugador menos sobre el césped cuando quedaban dieciocho minutos por jugarse, además del descuento. Además, la lesión instantes antes de Raúl García ya había llevado a gastar un cambio, el segundo. El tercero supondría el estreno de Rodrigo Ely cuando muchos albiazules, sobre todo en zona ofensiva, reclamaban un oxígeno que no les llegaría.

En esa situación extremadamente complicada, el equipo albiazul volvió a demostrar que funciona con la precisión de un reloj suizo. Ya en la anterior ocasión en la que se quedó en inferioridad, en Vigo, firmó una exhibición de cómo jugar con diez durante una segunda parte en la que maniató al Celta y no dejó de ser ambicioso. Entonces disfrutó de buenas ocasiones que no fue capaz de materializar y acabó sufriendo una inmerecida derrota por culpa de un gol de Wass en el último minuto.

En La Rosaleda, el desenlace cambió. Amparado en la figura de Pacheco, el Alavés cerró vías de agua como pudo y apenas concedió ocasiones. Y, mientras, seguía buscando la salida a través de los balones en largo a Deyverson y las arrancadas de Edgar y, sobre todo, un Vigaray que, como en Balaídos, estuvo excepcional para cubrir todo el carril izquierdo.

Cierto es que los albiazules sufrieron y que el Málaga tuvo el segundo en sus manos, pero este equipo que nunca deja de creer supo fabricarse su oportunidad. El enorme sacrificio de Deyverson, que corre lo que no está escrito, facilitó el error de Demichelis y el gol de Edgar que ponía la guinda a la excelente gestión de la inferioridad.