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0-1, minuto 23: Ben Yedder. Pérdida en el centro del campo, Sarabia conduce la contra y sirve en profunidad a Ben Yedder, que bate a Pacheco de disparo cruzado.
1-1, minuto 75: Katai. Centro de Romero que Rico no ataja y el serbio aprovecha el balón muerto para remachar sobre la línea de gol.
Amonestó a Lenglet (minuto 20), Toquero (minuto 29), Kranevitter (minuto 31), Iborra (minuto 68), Vitolo (minuto 73), Mariano (minuto 83) y Theo (minuto 87). Amarilla al segundo entrenador del Alavés, Xavier Tamarit, en el minuto 87.
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Gran reacción. El Alavés sufrió muchísimo en la primera parte ante la agobiante presión del Sevilla, perdió balones en zonas peligrosas y una de esas recuperaciones acabó propiciando el gol visitante. Tras ese padecimiento, después del descanso, el equipo vitoriano se convirtió en amo y señor ante un cuadro hispalense incapaz de contener el torrente ofensivo de un equipo al que le faltó el acierto.
Vitoria - El Deportivo Alavés volvió a demostrar ayer que es uno de los equipos más incómodos de la Primera División y tras una primera parte en la que sufrió como nunca fue capaz de protagonizar una reacción colosal en el segundo acto ante todo un Sevilla que acabó con la soga al cuello y que bien pudo haber salido trasquilado de su visita a Mendizorroza. El Glorioso se creció, se fue hacia arriba descaradamente y buscó de todas las maneras posibles sus opciones. A base de insistir, de no dejar de percutir, de llegar y llegar sin descanso, los de Mauricio Pellegrino acabaron rescatando un punto. Un empate que supo al final a poco, que dejó sensación de que la miel se había quedado en los labios sin llegar a alcanzar la lengua y el paladar. Y es que, por ocasiones, la victoria fue merecida, pero el desacierto en el remate volvió a penalizar en exceso.
Sin los condicionantes del pasado miércoles en Granada, Pellegrino apostó por ese once que el aficionado albiazul comienza a recitar ya de memoria. Ni siquiera el azulgrana baskonista elegido para el partido de ayer despistaba. El estilo también está por encima de los colores y, como acostumbra en Mendizorroza, el cuadro albiazul salió a tratar de atosigar a su rival y llevando peligro desde una primera aproximación en la que Manu García forzó un saque de esquina. Amenaza para un Sevilla que es dinamita pura y que no tardó en amagar por mediación de Vitolo.
El cuadro hispalense pasó a dominar el juego, dando la sensación de que llevaba un segundo de anticipación en el juego. Al Alavés le costaba recuperar y, cuando lo hacía, volvía a perder casi de inmediato por culpa de sus errores en la circulación. Y, pese a esta imagen desequilibrada, fue el cuadro local el que dio el siguiente jaque a su oponente con un centro lateral de Femenía que Deyverson cabeceó alto.
Había solicitado Pellegrino efectividad en las ocasiones. Falló ahí la primera premisa. Y la de la concentración saltaría por los aires al poco tiempo. Una pérdida de Manu García en el centro del campo la aprovechó Sarabia para montar el contragolpe y aprovechar a la perfección las dudas de un Feddal que ni tiró bien el fuera de juego ni se fue a por un Ben Yedder que, de disparo cruzado, convirtió en gol la asistencia de su compañero a los 23 minutos.
Ya con ventaja en el marcador, el Sevilla dio una auténtica exhibición de cómo se tiene que ahogar el juego de un oponente. Con una presión adelantada, agresiva y numerosa, los de Sampaoli cortocircuitaron por completo cualquier intento vitoriano de armar fútbol. Ante semejante trabajo de zapa, los albiazules se quitaban el esférico de encima como buena o malamente podían. Y en alguna de esas pérdidas, a punto estuvieron las opciones de puntuar de irse definitivamente al garete. Al menos, El Glorioso se fue al descanso con la sensación de haber sobrevivido a la tempestad.
El Alavés se hizo con el control del juego, Theo comenzó a soltarse y se recuperaron balones en zonas de compromiso. Del trabajo de Toquero y la genialidad de Ibai surgió la primera ocasión, en la que el vitoriano remató alto. Acto seguido, Camarasa lo intentó desde la frontal. El Sevilla abría la puerta y el cuadro local trataba de meterse de cabeza por ese resquicio.
Ante un oponente que se dejó en el vestuario toda esa intensidad que había exhibido en la primera parte, El Glorioso se hizo dueño del partido y buscó Pellegrino la mejoría en la ofensiva dando la alternativa a Romero y Katai en las bandas después de haber gastado ya unas cuantas balas sin haber probado los reflejos de un Rico que solo demostró sus problemas por arriba.
El paraguayo, otra vez más, se echó el equipo a las espaldas. Lo intentó desde la frontal nada más entrar y en su primera aparición por la derecha puso un servicio que Rico fue incapaz de atajar. Ahí apareció Katai, que tiene alma de killer para remachar sobre la línea y conseguir el empate a los 75 minutos.
Tuvo el Alavés la victoria en sus manos, pero entonces apareció Rico. Primero para salvar una falta directa; después para dar continuidad a la ofuscación de Deyverson de cara a la portería rival. Hasta el último suspiro apretaron los albiazules, cuando Krsticic no llegó a empalmar un centro de Theo ya con el rival superado. Falta de acierto en el área que impidió la victoria.
Una vez más, el paraguayo resultó decisivo en su entrada al campo en la segunda parte. Asumió los mandos de la ofensiva y puso centros peligrosos, como el que propició el empate.
Poderoso Sevilla. El Sevilla puso sobre la mesa todos sus argumentos en una primera parte en la que hizo sufrir al Alavés como ningún equipo antes lo había hecho en Mendizorroza. Con una gran presión adelantada, recuperó balones en zonas de compromiso y en una de esas acciones se puso en ventaja.
Reacción alavesista. Si la primera parte fue claramente hispalense, en la segunda el único que exhibió su estilo fue un Alavés netamente superior. A través de las bandas y de la presión, comenzó a percutir repetitivamente y de la mano de Romero y Katai consiguió un empate que se quedó escaso.
Dos remates con todo a su favor -un cabezazo que se le fue alto y un mano a mano que estrelló en Rico- que un delantero de Primera División no puede fallar. Muchísimo trabajo.