0-1, minuto 68: Manu García, de penalti. Centro de Toquero, el capitán rompe desde atrás y Albentosa le sujeta de la camiseta. Jaime Latre castiga el penalti y Manu García marca de disparo al centro.

Amonestó a Guilherme (minuto 33), Llorente (minuto 42), Deyverson (minuto 51), Albentosa (minuto 66), Gama (minuto 80), Lux (minuto 88), Sobrino (minuto 93) y Gil (con el partido finalizado).

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De menos a más. El Alavés sufrió muchísimo en una primera parte en la que el Deportivo disfrutó de muchas y muy buenas ocasiones, pero en el tramo final, ante un rival ya desesperado, se fue agrandando hasta hacerse dominador absoluto del partido. El gol de Manu García de penalti fue decisivo y dio paso a un tramo final en el que solo se sufrió en un disparo que Feddal salvó bajo palos.

El Deportivo Alavés sigue con su machacón ritmo a domicilio, metiendo el miedo en el cuerpo a cada rival que visita. Mientras que en Mendizorroza pena porque su buen juego no se ve acompañado por una mayor efectividad, cada vez que hace las maletas hace gala de una eficiencia pasmosa. Ayer, tras estar a merced del Deportivo de A Coruña durante prácticamente una hora, el golpe de mano que supuso el gol de penalti de Manu García a los 68 minutos fue suficiente para amarrar una nueva victoria. Los de Gaizka Garitano, peleados con el gol, desaprovecharon una catarata de oportunidades. El Glorioso, tras resistir a duras penas, se mostró efectivo en el momento decisivo, cual preciso cirujano.

Planteó de inicio Pellegrino la que en esta fase de la campaña en su alineación de cabecera, la que utilizó por primera vez en la victoria contra el Betis y la única que había repetido posteriormente, ya fuese en Liga contra el Atlético de Madrid o en el doble duelo de semifinales coperas contra el Celta. En Riazor, el argentino evidenció que confía plenamente en esos once jugadores, que ahora mismo, sin el lesionado Edgar y a la espera de la aclimatación completa de Romero, conforman su particular núcleo duro.

El Deportivo, en estado ya de emergencia, asumió el mando desde el primer segundo de juego, se adueñó del esférico y apretó con agresividad para tratar de recuperarlo en cuanto lo perdía. Ante semejante ímpetu, los vitorianos echaron mano de orden en defensa en los primeros compases, pero sus imprecisiones a la hora de dar salida al balón le generaron los primeros problemas. Kakuta lo intentó desde la frontal con un disparo desviado, mientras que con todo a su favor Sidnei cabeceó alto en la mayor especialidad de los coruñeses, el balón parado.

Tras diez primeros minutos en los que los alavesistas vivieron en el filo de la navaja y a punto estuvieron de tajarse, la estabilidad llegó a través de la posesión. No hay mejor remedio para la presión que hacer imposible ejecutarla mediante una circulación rápida. Así se provocó el primer saque de esquina, en el que Laguardia probó los reflejos de Lux con un testarazo picado que obligó al argentino a sacar la manopla arriba.

En ese intercambio de golpes dentro de un gran desorden, el Deportivo seguía llevando peligro con un disparo de Kakuta al larguero al que siguió una de esas intervenciones que han convertido a Pacheco ya en divinidad. Vencido en el césped, el guardameta fue capaz de levantarse a toda velocidad para desbaratar el segundo remate de Arribas, que al cazar el rebote parecía que iba a marcar a placer. La vuelta la tuvo Deyverson, que solo ante Lux disparó altísimo después de que le botase mal el balón justo antes de empalmarlo.

Ya fuese en la construcción o en la contención, los dos contrincantes cometían errores de bulto, pero mas graves eran los fallos de los atacantes, incapaces de marcar en situaciones de enorme ventaja. Los locales convirtieron el tramo final del primer acto en un auténtico bombardeo a balón parado, pero de manera infructuosa. Al descanso, a pesar de sus graves problemas, las defensas resistían.

El dominio gallego se mantuvo en el arranque de la segunda parte. Lo intentaban de todas las maneras posibles, pero su ineficacia se hacía cada vez más evidente. Esa incapacidad para concretar condujo a los deportivistas a la desesperación. Y de esa ofuscación sacó partido el Alavés para ir creciéndose minuto a minuto. Los vitorianos se fueron adueñando del juego y comenzaron a rondar el área rival cada vez con más peligro, sobre todo a través de los servicios desde la derecha de Toquero. En un centro del vitoriano, Manu García rompió desde atrás y cuando iba a rematar Albentosa le sujetó por la camiseta. Jaime Latre castigó la pena máxima y el propio capitán ejecutó desde el punto de penalti de disparo raso al centro. Los minutos finales se dominaron con tranquilidad, pero aún hubo de aparecer Feddal bajo palos en el descuento para salvar.