Vitoria - El Deportivo Alavés afrontaba el partido contra el Barcelona con unas circunstancias contrarias que acabaron resultando determinantes en la resolución de un partido en el que acabó encajando una goleada que se desvía claramente de la senda que este equipo venía recorriendo a lo largo de todo el curso. El Glorioso no se pareció en nada a sí mismo, su estilo distó muchísimo del habitual y, para colmo, cometió una serie de errores que no son para nada habituales. Mucha parte de esos males vinieron marcados por la ausencia de varios jugadores claves en los planes de Mauricio Pellegrino, mientras que los pocos habituales que actuaron notaron el cansancio. Tampoco el tiempo de preparación fue el necesario para analizar a semejante rival. Y, encima, se sucedieron muchos fallos que no son nada normales, coronados por el suicidio tras el 0-3, con el equipo yéndose sin ton ni son al ataque sin preocuparse de lo que quedaba a sus espaldas. Todo un cóctel explosivo que se llevó por delante toda opción de hacer saltar la banca y acabó condenando al equipo a sufrir una enorme goleada.

Pellegrino, con toda la lógica del mundo, entendió que el equipo necesitaba renovarse drásticamente con respecto a su versión del pasado miércoles y optó por siete jugadores que entonces no actuaron. Lo más notable fue el cambio completo de toda la línea ofensiva, lo que propició un drástico cambio de estilo con respecto al habitual.

Futbolistas como Katai, Krsticic, Sobrino o Santos están muy bien dotados técnicamente, pero, en líneas generales, no se adaptan a ese carácter guerrillero que este Alavés ha asumido. Deyverson, Camarasa y Toquero son piezas fundamentales en el estilo de presión alta y enorme desgaste físico que convierte los partidos del cuadro albiazul en encuentros de máxima exigencia para sus rivales.

Carente de esa presión adelantada, el conjunto vitoriano facilitó en exceso la salida de juego de un Barcelona que, poco a poco, fue empujando a los locales hacia su área. Pero, peor que eso, fue la incapacidad para salir de ahí, solo rota por la enorme cabalgada de Theo que pudo haber supuesto el 1-0.

Sin esa capacidad para morder y sin poderío resolutivo -a la de Theo se unió una ocasión errada por Santos en el arranque del segundo acto-, encima el cuadro de Pellegrino encadenó varios errores del todo inusitados. Pacheco erró en el segundo tanto, Vigaray lo hizo en el tercero, el cuarto fue en propia puerta de Alexis... Demasiadas concesiones a un rival que, a partir del 0-3, encima se encontró con un Alavés que se volvió absolutamente loco y puso alfombra roja hacia la goleada barcelonista. Un episodio accidental que hay que olvidar y del que solo se puede aprender.