VITORIA - Aún hoy, casi veinte años después, se le nota un punto de amargura cuando recuerda aquella semifinal ante el Mallorca que privó al Alavés, entonces en Segunda División, colarse en la final de la Copa del Rey tras dejar en la cuneta a varios Primeras como el Deportivo de la Coruña o el mismísimo Real Madrid. Y se advierte cierto resquemor porque aquel partido en el ya desparecido Lluis Sitjar lo desniveló el árbitro. De lo contrario, las probabilidades del Glorioso hubieran sido notables. Quien recuerda este episodio es Ángel Garitano, Ondarru, en aquellos días ayudante de Mané en tareas de análisis de los rivales y preparación de los partidos. Por eso quién mejor que él, que ya vio los toros desde el ruedo, para calibrar las posibilidades de esta noche del Glorioso y, de paso, aventurar algunas de las claves por las que pasará el tránsito a la gran final.

El vizcaíno entiende que en este tipo de situaciones existen dos partes, dos protagonistas, bien diferenciadas aunque necesariamente complementarias como la del entrenador y la del equipo. A su juicio, el papel de gestionar la presión en los instantes previos al comienzo deberá ser cosa de Mauricio Pellegrino, un tipo ya de por sí tranquilo que debería lanzar un mensaje de calma y ánimo a los jugadores para evitar que los nervios propios de un partido de estas características puedan colapsar las piernas o la cabeza de algún jugador. “Cuando uno entre en un vestuario a estas alturas de la Copa, jugándote lo que te estás jugando y sabiendo lo que podría llegar, las palabras o las instruciones sobran. Es momento de trasladar calma y confianza y animar a los chicos para que disfruten del momento y, sobre todo, jueguen como lo vienen haciendo hasta ahora, porque como empieces a hacer cosas raras a última hora es seguro que saldrán nal. Lo que funciona no lo toques es lo que solíamos hacer Mané y yo”, recuerda Ondarru con la misma ironía de simpre.

A continuación, con los jugadores ya sobre el césped, será el momento de tener “máxima concentración” en los primeros minutos y de que los más veteranos templen los ánimos de los más jóvenes, “que normalmente se suelen revolucionar en este tipo de partidos”. El duelo ante el Celta se presume duro y largo, y cualquier error que haya, “por minúsculo que sea”, puede declinar la balanza. A partir de ahí, el técnico vizcaíno repasa algunas claves propias de cualquier partido de este nivel. “El Alavés ha de hacer todo lo posible para seguir fiel a su estilo, mantener su portería a cero y acertar en las ocasiones que vaya a tener”, advierte ante de pasar de puntillas, sin mucha creencia, en el factor suerte. “Este tipo de cosas no se pueden controlar, pero lo que es seguro es que la suerte también hay que salir a buscarlas, ¿eh?”.

Respecto al cartel de favorito para pasar a la gran final, no tiene Ondarru un diagnóstico claro, si bien sus preferencias y su corazón serán más albiazules que nunca esta noche. “El Celta sabe hacer las cosas muy bien cerca del área rival, a donde suele llegar con mucha gente y muy buena, pero el Alavés es un equipo que está muy bien trabajado, como se pudo ver en Gijón. Ofrece pocas fisuras y achica muy bien los espacios, deja muy poco margen para esas rendijas que tanto le gustan al Celta. Por eso vislumbro un partido de pocos goles pero muy intenso donde el Alavés, por el factor cancha, puede tener alguna opción más. Hay solo una bala en juego y el Glorioso la tiene que aprovechar”.