Vitoria - Cierto es que en los últimos días todo el planeta alavesista gira en torno al duelo con el Celta que puede propiciar la primera clasificación en la historia de El Glorioso para la final de la Copa del Rey, pero no menos real es que el siguiente partido en el calendario, y por ello el más importante, es el que enfrentará esta tarde al equipo de Mauricio Pellegrino con el Sporting de Gijón en El Molinón. El calendario, benigno en semanas precedentes, le ha reservado al equipo vitoriano un caramelo envenenado entre esos dos platos principales que suponen ida y vuelta de las semifinales coperas contra los gallegos. Y es que el conjunto ahora dirigido por Rubi marca la línea de la permanencia, el objetivo ineludible para el Alavés al final del curso. La Copa es un sueño; la salvación, una obligación. Y si bien este equipo ha dado muestras sobradas de que tiene nivel de sobra para no pasar apuros, en el encuentro de esta tarde tiene ante sí la opción de dar un golpe prácticamente definitivo a ese rival que en estos momentos indica la línea roja.
En condiciones normales, el equipo de Pellegrino se plantaría hoy en El Molinón consciente de que una victoria supondría descabalgar definitivamente a uno de los tres ocupantes de la zona de descenso. Los once puntos de renta que se manejan en estos momentos con los gijoneses son un margen de seguridad muy importante, así que mantenerlo o incrementarlo sería un éxito. El problema viene marcado por la imposibilidad de ver en Gijón a la mejor versión del equipo albiazul, ya que la misma tiene que ser obligatoriamente reservada de cara al trascendental compromiso del miércoles. Además, tras el enorme esfuerzo del pasado jueves en Vigo, ni en el plano físico ni en el mental estarían en las mejores condiciones los futbolistas que jugaron entonces en Balaídos, que apenas han tenido espacio a la recuperación.
“Tratamos de optimizar el poco tiempo que tuvimos para preparar el partido de la manera más sencilla posible, pero hemos entrenado bien estos dos días, con mucha concentración por la importancia de cada partido. A pesar de la dificultad de jugar tan seguido, nuestra ilusión se tiene que sobreponer a la falta de preparación idónea que venimos arrastrando y estamos preparados para competir bien”, señaló ayer Mauricio Pellegrino.
Así las cosas, les llegará el turno a esos jugadores que menos minutos han ido disfrutando a lo largo de la competición liguera y que habían encontrado en la Copa su particular oasis de oportunidades. Las tornas cambian en esta ocasión y la segunda línea tiene ante sí la responsabilidad de asumir galones y sacar a relucir sus virtudes en un encuentro en el que hay mucho en juego.
“Algunos cambios voy a hacer, sin duda. Me espero un partido de muchísima intensidad y vamos a tener que mover el equipo un poco, aunque tenemos argumentos de sobra para competir. Necesitamos de todo el plantel para poder mantener este ritmo y poder competir. Aquí es lo que decida el entrenador, no lo que es justo. Aquí hay gente que trabaja bien y se merece jugar, pero yo pongo lo que creo que necesito para ganar el partido. Un equipo es dejar de lado el yo para convertirlo en nosotros, que es lo importante. Veo a los jugadores preparados y los partidos que hemos jugado nos han demostrado que están en condiciones”, dijo el técnico argentino.
Ganar supondría dejar de mirar hacia abajo; empatar, mantener una situación cómoda; perder, ver rebajado el margen de seguridad actual y continuar echando siempre una mirada a la zona roja de la tabla.
“Cada tres puntos que sumemos, con lo que nos cuesta ganar, van a ser muy importantes. La Liga va a ser lo que sustente este proyecto del Alavés y ojalá que podamos hacer un buen partido. Los chicos saben que lo de la Copa es una posibilidad única para el club y para todos nosotros y que no te permite otra posibilidad como puede pasar en la Liga, pero nosotros nos tomamos cada partido como el último y siempre damos lo máximo. Mi ilusión es construir un equipo que se pueda sostener en el tiempo, que no sea una moda”, concluyó el entrenador del Alavés.