Vitoria - Aunque con todos los matices posibles, no sería descabellado asegurar que buena parte del mejor fútbol visto y desplegado en los últimos veinte años ha pasado por la superpoblación de futbolistas en el centro del campo siempre en busca de la superioridad, siempre en busca de la ventaja. Actores instruidos para mantener de forma coral la posesión y ejecutar de manera impecable el juego de posesión. Se trataba, y continúa tratándose según el libro de estilo de depende qué entrenadores, de defender muy arriba, apretar la salida del rival y robar el balón lo antes posible. Ya lo decía el difunto Johan Cruyff: “Si tú tienes la pelota, el otro no la tiene, así que ya tienes una ventaja importante porque al fútbol se juega solo con un balón”.
Con esa simpleza de la que siempre hizo gala el holandés, el fútbol contemporáneo no es sino la consecuencia del saber hacer de los centrocampistas en la zona medular del campo, donde soldados llegados desde todas las posiciones posibles (laterales, centrales, extremos o incluso delanteros...) libran la batalla por el control, un aspecto básico, por ejemplo, para técnicos como Pep Guardiola, que elevó a la categoría de arte la acumulación de medios en el centro.
a torres aún se le espera Precisamente en esta área de influencia le toca desenvolverse a Dani Torres, un jugador potente, equilibrado y de calidad que busca purgar en el Alavés sus años perdidos en su país natal, donde a punto estuvo de tirar su carrera por la borda. Fichado el pasado verano a golpe de talonario por parte de la ejecutiva albiazul, el centrocampista sudamericano aterrizó en Vitoria con la vitola de referente para guiar un proyecto que incorporó 18 nuevos jugadores de diversas partes del globo y que exigía, entonces, del carisma y liderazgo de un jugador como él para decantar el grupo lo antes posible. Pues bien, han pasado ya 14 jornadas de Liga y de momento no se atisban con claridad las dotes de referencia que se le presumían al colombiano, al menos sobre el terreno de juego. En este sentido, sobre todo cuando el Alavés actúa como local en Mendizorroza, da la sensación de que a Torres aún se le espera, y el último partido en casa ante el Las Palmas es una buena prueba de ello. Literalmente aquella tarde, el centrocampista decepcionó y mucho. Como también lo hicieron el resto de compañeros, protagonistas de un choque anodino que pudo haberse decantado con toda la justicia del lado visitante si los canarios no hubieran levantado el pie del acelerador en la segunda mitad. Como quiera que el empate les resultó suficiente, el Alavés pudo sumar un punto más en casa que, sin embargo, dejó un poso de amarga decepción entre técnicos y aficionados y señaló directamente a algunos jugadores, entre ellos Dani Torres. A estas alturas del campeonato, al colombiano no se le discute su poderío física ni su capacidad de entrega ni el liderazgo que trata de imponer desde su posición natural. Ni tampoco, y sobre todo, el equilibrio que confiere al equipo para evitar que éste se parta en dos. Nada que reprochar en ese sentido. Sin embargo, sí presenta una serie de carencias que transcurridas ya 14 jornadas de liga deberían estar automatizadas en su cabeza.
La primera de ellas, habitual en la línea que lleva el Alavés, es la manifiesta irregularidad con la que cierra sus participaciones, muchas veces trufadas de un trotar lento y cansino que da la sensación de hastío y que resulta impropio del fútbol europeo. Porque si es ésta una cuestión de adaptación, ya son cuatro los meses que el jugador ha tenido para adecuarse a su nueva realidad. De otra parte, y si bien en tareas defensivas parece sentirse Torres muy cómodo cuando juega como doble pivote junto a Marcos Llorente, los problemas aparecen cuando debe asumir la manija del equipo en Mendizorroza y ser la referencia que dé salida a Pacheco o cualquiera de los centrales o laterales. Hasta la fecha, esta faceta la está cumpliendo con creces precisamente el jugador cedido por el Real Madrid. Por si fuera poco, y sobre todo debido a lo mucho que le cuesta al equipo abandonar las inmediaciones de su propia área cuando está defendiendo, las posibilidades de Torres como centrocampista de llegada arriba son escasas o nulas. Y como muestra, un botón: en los doce partidos que el colombiano lleva jugados con la camiseta del Alavés, solo ha tirado dos veces a puerta.
Quizá solapado por el joven Llorente o quizá aún falto de ritmo tras su paso por la selección y la lesión que se produjo en Sevilla y que le tuvo apartado tres semanas de los entrenamientos, la realidad y los datos permiten afirmar que el alavesismo aún espera la mejor versión de Torres, un jugador obligado a dar ya con urgencia un paso adelante no solo para consolidar el juego del equipo cuando juega como local sino, sobre todo, para reafirmarse a sí mismo como el jugador determinante que necesitan sus compañeros en esa zona estratégica que es la zona de medios, el lugar donde se ganan y pierden las batallas.
Partidos jugados 12
Partidos convocado 12
Titular 11 (1 partido suplente)
Sustituido 4 veces.
Minutos 886
Tiros a puerta 2
Pases 340
(322 cortos y 18 largos)
Recuperaciones 62
Faltas cometidas 23
Faltas recibidas 11
Tarjetas amarillas 3
Lesiones Ante el Sevilla
en el Sánchez Pizjuán (min. 29), Dani Torres sufrió una
elongación en el abductor de
su pierna izquierda que le
tuvo de baja tres semanas.