Vitoria - El análisis y las conclusiones resultaron abrumadoras nada más concluir el partido del pasado fin de semana en El Madrigal: el Alavés envió a la lona al submarino amarillo a partir del orden, el rigor defensivo y la pegada. El técnico, Mauricio Pellegrino, fue el primero en apreciar la puesta en escena de sus jugadores. “Creo sinceramente que fue nuestro mejor partido como visitante desde que comenzó la temporada”, significó en rueda de prensa. Le siguieron después algunos de los protagonistas como Ibai Gómez, Fernando Pacheco, Marcos Llorente, Edgar o Theo; y se acabó enganchando a esta corriente la afición, contagiada ya a esas alturas por los medios de comunicación, ayer unánimes a la hora de valorar la superioridad ante el Villarreal.

Pues bien, 24 horas después de masticar el valioso punto-el tercero como visitante-, el entorno albiazul continúa preguntándose por qué su equipo no solo no juega como el domingo en El Madrigal, sino, sobre todo, porqué no se muestra de partida tan osado como lo fue el pasado domingo. Probablemente a estas alturas del campeonato, solo Pellegrino tenga una respuesta convincente para explicar el porqué de dos versiones tan dispares cuando su equipo juega como visitante y cuando lo hace como local, donde las lagunas están siendo frecuentes y el carácter y la pegada, más bien timoratos. Todo lo contrario que cuando actúa como visitante, donde parece liberarse de la presión y da rienda suelta a un juego equilibrado, reconocible y mucho más vertical de lo que se acostumbra a ver por Mendizorroza.

Puede que parte de la razón a ese carácter reservón como local se encuentre justificado en la propia confección de la plantilla, más proclive al repliegue, robo y salida en velocidad, tal y como ocurrió el domingo, que a la elaboración pausada, el juego entre líneas y la iniciativa ofensiva, créditos que normalmente se piden a cualquier escuadra cuando actúa como local. Sin embargo hasta la fecha, esa declaración de intenciones, salvo el primer tiempo ante el Sporting, ha brillado por su ausencia.

competitivo en grandes estadios En este contexto, por tanto, con 13 jornadas ya consumidas y un tiempo más que suficiente para “decantar el equipo”, como acostumbra a decir Pellegrino, el duelo del domingo ante el Las Palmas presenta un aroma a punto de inflexión. A apostar de una vez por todas por un bloque que parece ya definido y a mantener una línea ascendente en Mendizorroza, por donde van a pasar muchas de las opciones de permanencia en el presente curso. El vestuario, sin excepción, parece tener clara la necesidad de dar un paso al frente. Los que juegan de forma habitual y los que no. También los que desaparecen , como Edgar, que después de dos jornadas inédito en el equipo, se despachó el domingo como un puñal por banda. O Toquero, uno de los mejores en su día ante el Valencia en Mestalla, que lleva ya tres convocatorias consecutivas quedándose fuera. Y sin rechistar. Solo hace falta, por tanto, que el jefe se lo crea. Que obligue a su equipo a adelantar líneas, que asuma la manija del juego y que muestre el mismo descaro que cuando lo hace como visitante. Si hasta la fecha ha logrado competir de tú a tú en estadios como el Calderón, Camp Nou, Mestalla, Sánchez Pizjuán o El Sadar, ¿por qué no va a hacer lo propio en casa, donde cuenta además con el empuje de su afición?

Jornada 2

ALAVÉS-Sporting (0-0)

Jornada 4

ALAVÉS-Deportivo (0-0)

Jornada 6

ALAVÉS-Granada (3-0)

Jornada 8

ALAVÉS-Málaga (1-1)

Jornada 10

ALAVÉS-R. Madrid (1-4)

Jornada 12

ALAVÉS-Espanyol (0-1)

16

Goles en contra lleva encajados el Deportivo Alavés en las trece primeras jornadas de Liga. De todos ellos, seis se produjeron en casa, concretamente ante el Málaga, el Real Madrid y el

Espanyol.