villarreal - “Palizones de este calibre son otra cosa; desde luego duelen mucho menos”. Así se expresaba ayer a última hora de la tarde Imanol, un joven vitoriano de la peña Gin Tonic Albiazul que estuvo presente en El Madrigal presenciando el tercer triunfo como visitante del Alavés en el presente curso. En su caso, se rodeó de algunos amigos como Josean con los que se desplazó hasta tierras castellonense desde el pasado viernes, de modo que hubo tiempo para el ocio, el turismo, la fiesta y el fútbol. Ayer a última hora de la tarde regresaron a casa después de casi seis horas de viaje. Otro aficionado que también se desplazó en coche hasta Villarreal con cierta antelación fue el incombustible José Manuel Salán, que en los prolegómenos del partido tuvo tiempo de saludar e intercambiar algunas impresiones con el que fuera capitán del Alavés Antonio Karmona, enrolado desde hace ya varios años en el staff técnico del Athletic de Bilbao. El resto de los medio centenar de aficionados que coparon parte de la grada supletoria de El Madrigal, en lo alto del gallinero, llegó pocas horas antes del partido. En su caso, la paliza fue considerable porque el desplazamiento, en autobús, partió de Vitoria a la una de la madrugada. Así y todo, el retorno a casa, como le ocurría a Imanol, fue mucho más llevadero y no solo por la victoria sino por la imagen dada de nuevo, que demostró a los aficionados que este equipo, cuando juega como visitante, es un rival tremendamente incómodo. Entre tanto, el equipo aterrizó a media tarde con la satisfacción, esta vez sí, del deber cumplido. Selfies como el de Marcos Llorente con Ibai Gómez, autor del primer gol, daban fe de ello. - DNA