Vitoria - El Deportivo Alavés vive un particular mundo al revés desde que arrancó la temporada y su objetivo es prorrogar al menos durante una semana más esa extraña trayectoria que está protagonizando en su regreso a Primera División. Se supone que los equipos llamados a pelear por la permanencia tienen en su propio feudo su principal bastión y que los puntos están llamados a cosecharse, de manera mayoritaria, ante rivales directos, pero este Glorioso escribe la historia a su manera. Así, de Mendizorroza ha dejado escapar muchos puntos ante los que pueden ser sus contrincantes en la pelea por la salvación, mientras que ha sacado cosechas inesperadas a domicilio ante clubes que ocupan las plazas nobles de la clasificación. A uno más de este grupo cabecero rinde visita este mediodía el equipo de Mauricio Pellegrino, que tratará de dar continuidad en Villarreal a su condición de incómodo visitante con el objetivo de volver a ganar fuera lo que no se suma en casa.
Y es que las alegrías para este Alavés llegan, principalmente, cuando ejerce de viajero. Dos victorias en Barcelona y Pamplona y un empate contra el Atlético le han proporcionado siete puntos, uno más de los que se han sumado hasta ahora en el estadio del Paseo de Cervantes. Una cifra notable la cosechada a domicilio, ya que, con la excepción del derbi con Osasuna, el cuadro alavesista ha pasado ya por la mayoría de los campos más duros de la máxima categoría. Eso sí, aún faltan algunos. Como la visita en la matinal de hoy al Madrigal, donde el Villarreal atesora unos registros que le convierten en el mejor equipo de Primera como local.
Los de Pellegrino tratarán de hacer saltar por los aires esa condición de inexpugnable del estadio castellonense. Lógicamente, una tarea para nada sencilla. Y es que el Submarino Amarillo no conoce la derrota en casa, donde lo más que ha cedido ha sido un empate y solo ha encajado tres goles. Hay que aferrarse de nuevo a los precedentes y repetir actuaciones tan convincentes como las protagonizadas, al menos en algunos tramos, en las visitas a Atlético, Barcelona o Sevilla.
La ventaja para el Alavés es que sabe perfectamente lo que va a encontrarse enfrente y se trata de un estilo que se le adapta, o al menos eso dicen los antecedentes, como un guante al estilo que mejor le ha funcionado. El cuadro albiazul se ha mostrado muy efectivo cuando le ha tocado defender, cerrar espacios y buscar la velocidad en su salida. Precisamente, la idea con la que se ha empleado a domicilio. En cambio, el bajón en los resultados le ha llegado cuando han sido los rivales los que han apostado por esa estrategia de asegurar su zaga y buscar las contras. El desequilibrio de un equipo que sabe sufrir para defenderse ante rivales de enorme calidad, pero al que le cuesta llevar el peso ante oponentes de nivel parejo al suyo.
nueva defensa La dificultad en esta ocasión se incrementa por las ausencias de dos piezas claves en un entramado defensivo que Pellegrino se verá obligado a remodelar de nuevo. Alexis Ruano está sancionado por acumulación de cinco amarillas, mientras que Víctor Laguardia no se ha restablecido a tiempo de la lesión muscular que sufrió en la visita a la Real Sociedad. Con Zou Feddal como pieza fija, habrá que comprobar cómo soluciona el preparador argentino ese dilema en el entramado defensivo. Cabe la opción de mantener la línea de cuatro, pero también la de recuperar una vez más a domicilio la composición de tres centrales. Con la primera opción, las alternativas para acompañar al marroquí son Vigaray, Pantic y Raúl García, mientras que el gallego tendría un puesto asegurado en el caso de optar por la línea de cinco y serían el madrileño y el serbio los que se jugarían la otra plaza.
De la elección de la composición de la defensa dependerá también cómo se distribuye el resto del equipo en zona ofensiva, donde el equipo albiazul tiene que aspirar a la efectividad máxima ante un poderoso Villarreal al que se quiere sorprender en El Madrigal para volver a ganar fuera lo perdido en casa.