Vitoria - De sobra es conocido desde hace ya mucho tiempo que el fútbol es, fundamentalmente, un estado de ánimo. Por eso, y más allá de los resultados como la última derrota del pasado domingo ante el Espanyol, las primeras alarmas han comenzado a activarse en el seno del Deportivo Alavés. Porque lo cierto es que las sensaciones que viene transmitiendo la escuadra albiazul durante las últimas semanas provocan bastante más preocupación que esperanza. El conjunto vitoriano protagonizó un inicio de competición brillante en el que, probablemente, rindió por encima de sus posibilidades. Pero el transcurso de las jornadas le ha ido conduciendo a un progresivo descenso de prestaciones hasta recalar en su actual situación. Enfangado en una zona pantanosa de la que parece no encontrar la manera de escapar.

Varias son las vías de agua que han ralentizado -hasta casi detener- la antes veloz travesía de la nave alavesista. Probablemente la más importante y peligrosa es su falta de fiabilidad como local. El tropiezo del domingo ante el Espanyol supuso su segunda derrota consecutiva en Mendizorroza y, lo que es todavía peor, un nuevo capítulo de la pertinaz fuga de puntos que se está produciendo en el Paseo de Cervantes. Porque lo cierto es que el plantel de Mauricio Pellegrino únicamente ha sido capaz de sumar un tercio de los que se han puesto en liza al calor de su afición. 6 de los 18 posibles con una única victoria lograda hace ya dos meses ante el casi desahuciado Granada. Un balance evidentemente muy pobre y que se antoja insuficiente para poder aspirar a los objetivos marcados. Si un recién ascendido no logra hacerse fuerte en su propio feudo, difícilmente será capaz de sacar los resultados necesarios para compensar ese déficit como visitante.

Para poder celebrar victorias resulta imprescindible perforar la portería contraria y ese es precisamente otro de los grandes problemas que presenta El Glorioso. En sus seis comparecencias en Mendizorroza solamente ha podido marcar cinco goles. Una cifra ya de por sí bastante escueta pero que si se analiza con un poco de detalle alcanza todavía una dimensión mayor. Y es que tres de esas dianas llegaron en un único encuentro (ante el Granada), lo que implica que en los otros cinco restantes únicamente ha sido capaz de alojar la pelota en el fondo de la red en dos ocasiones. Demasiado poco para poder aspirar a sumar puntos con cierta regularidad.

Una de las explicaciones a esta escasa producción ofensiva tiene mucho que ver con otro de los quebraderos de cabeza del Deportivo Alavés. No es precisamente la falta de puntería la que provoca la sequía goleadora albiazul sino más bien el hecho de que apenas se acerca con peligro a las área rivales a lo largo de los noventa minutos. Y eso tiene que ver mucho con la manera en la que se están planteando los encuentros desde el banquillo.

Pellegrino parece bastante más preocupado con dotar de la máxima seguridad posible a su equipo y blindar su retaguardia que por tratar de encontrar vías para hacer daño al oponente. Como consecuencia de ello, el cuadro albiazul se planta sobre el césped sin apenas ambición. La mayoría de los jugadores se encuentra siempre por detrás de la pelota, por lo que resulta prácticamente imposible poder llevar a cabo superioridades en zona de peligro para el adversario. Ese excesivo conservadurismo se ha traducido, además, en que cuando algún despiste defensivo ha provocado que el equipo se sitúe por detrás en el marcador y tenga que buscar la remontada no disponga de los argumentos para ello.

Se dibuja, por lo tanto, un escenario preocupante en el que las primeras alarmas ya han comenzado a activarse en la entidad del Paseo de Cervantes. De momento no han pasado del nivel amarillo porque la situación del equipo aún no es ni mucho menos alarmante pero la tendencia sí es peligrosa si no se le da la vuelta de inmediato.

El factor Mendizorroza. Para cualquier equipo, y más si es un recién ascendido, jugar en su propio estadio supone un plus extra. En el caso del Alavés, sin embargo, se está convirtiendo en todo lo contrario, ya que solo ha sido capaz de sumar 6 de los 18 puntos que se han puesto en liza en Mendizorroza. Su última -y única- victoria se produjo hace casi dos meses ante el colista.

Sin mordiente. Los registros goleadores del equipo, especialmente en casa, son muy pobres. Ha marcado cinco goles en seis partidos. Tres de esas dianas llegaron en un único encuentro, el 3-1 sobre el Granada.

Demasiado conservador. Más que por falta de puntería, la escasez de goles se debe a lo poco que llega el equipo al área rival. Pellegrino plantea partidos muy conservadores, con la mayoría de los jugadores por detrás de la pelota.