Vitoria - El Deportivo Alavés vive una semana en la que la construcción segunda victoria se repite diariamente. Segunda victoria consecutiva tras la conseguida en El Sadar y segunda victoria de la temporada en Mendizorroza después de la lograda ante el Granada. La meta es clara, pero para alcanzarla primero hay que recorrer un camino que, con el Espanyol como contrincante, no resultará para nada sencillo. Una lucha en pos de tres nuevos puntos que sirvan para reafirmar la sensación de tranquilidad casi permanente con la que El Glorioso transita por la Primera División. Eso sí, todo lo que no sea alcanzar el fin deseado no hará otra cosa que incrementar esas dudas que también viene sembrando el equipo a pesar de su notable rendimiento. Es lo que tiene el fútbol, un estado de ánimo cambiante y que solo depende, para muchos, de los resultados. Todo es bonito cuando se gana; todo son dudas cuando no se consigue.

El propio Mauricio Pellegrino y sus jugadores no han dudado durante los últimos días a la hora de afirmar que es necesario ganar de nuevo en Mendizorroza. Curioso lo de este Alavés que solo ha perdido un partido como local, pero que solo se ha impuesto en uno, dejando tres empates por el camino, además ante teóricos rivales directos. Un equipo que juega mucho mejor en casa, pero cuyo rendimiento de visitante es, teniendo en cuenta las circunstancias, mucho mejor. La tendencia lejos de Vitoria, sobre todo en el caso de un recién ascendido, es muy buena con los siete puntos cosechados (por los seis de anfitrión, aunque en un partido menos), pero el equipo sabe que es en Mendizorroza donde está la clave de la salvación y pretende equilibrar la balanza cuanto antes. Más aún cuando este mediodía se presenta en Vitoria otro de esos teóricos rivales directos -al menos, eso es lo que actualmente señala la clasificación- en la pelea por la tranquilidad.

Pellegrino tiene una idea de juego ya bien asentada y ahora el reto es sacar un mayor rendimiento de esos momentos en los que su equipo se muestra superior al rival. Dejando a un lado el último y peculiar duelo con el Real Madrid en Mendizorroza, el anterior encuentro en casa ante el Málaga refleja bien a las claras esa necesidad. Durante la primera parte, los alavesistas apabullaron a los andaluces, pero solo fueron capaces de conseguir un gol de renta y la reacción visitante en la segunda parte condujo al empate final. Quedó una sensación repetida en otros partidos: los méritos estaban por encima del resultado.

las dudas, en las bandas Con el equipo ya bastante perfilado, todo hace indicar que Pellegrino apostará de nuevo por el sistema de cuatro defensas y la única duda es la colocación de las piezas en el centro del campo, ya sea con doble pivote o con dos hombres por delante del ancla. Los nombres de todo ese entramado, salvo sorpresa, los ya conocidos Pacheco, Alexis, Feddal, Theo, Llorente, Torres y Camarasa, con Deyverson en punta de lanza tras haber cumplido ya en Pamplona su partido de sanción.

Las principales incógnitas estarán en unas bandas en las que los nombres están siendo cambiantes porque todavía nadie se ha hecho con un hueco fijo. Parecía tenerlo Edgar, pero en las últimas citas su relevancia ha decrecido. Regresa Ibai Gómez tras su lesión, Cristian Espinoza ha mejorado su nivel durante las dos últimas semanas, Aleksandar Katai no acaba de coger el ritmo, Gaizka Toquero ha jugado sobre todo a domicilio... Las opciones son de lo más variadas y ninguna solución debería sorprender.

Ante un Espanyol que ha mostrado también un afilado colmillo en sus desplazamientos, El Glorioso quiere convertir Mendizorroza en una fortaleza de la que no se sigan escapando puntos ante los rivales directos. Una victoria en el duelo de esta matinal supondría un salto importantísimo en el perseguido objetivo de la tranquilidad y serviría para poner mucha tierra de por medio con respecto a esa zona roja de la que hay que escapar a toda costa esta temporada.