Vitoria - Cuatro jornadas consecutivas sin ganar con solo un punto cosechado de los doce que se han puesto en juego han situado al Deportivo Alavés en estado de necesidad a las puertas del segundo derbi de la temporada. El buen arranque del curso permitió generar un colchón de seguridad que se ha desvencijado con la última racha negativa. Del Glorioso que sorprendió a propios y extraños con un inicio de campaña que ni los más optimistas podían prever, se ha pasado a un equipo que ha evidenciado serios problemas para seguir sumando con regularidad. Y, así, ha ido perdiendo renta con respecto a la zona roja y posiciones en la tabla hasta meterse de lleno en esa pelea a la que estaba predestinado, que no es otra que la de evitar el descenso. En esta tesitura, el duelo de esta tarde con un rival directo como Osasuna es de victoria ineludible, ya que todo lo que suponga tropezar de nuevo provocaría hundirse todavía más en el fango y abrir de par en par la puerta a un nerviosismo que en algunos sectores ya se ha instalado por la mezcla de malas sensaciones por los últimos tropiezos y la nefasta imagen ante Málaga o Real Sociedad.
Queda mucha temporada por delante, pero el de esta tarde en El Sadar es uno de esos compromisos marcados en rojo en el calendario por los aficionados desde que se conoció el mismo y subrayado ahora por el propio equipo por el estado de necesidad en el que se alcanza el mismo. Con un parón de dos semanas por delante, el riesgo de caer en uno de los tres últimos puestos es una realidad por primera vez en lo que va de curso. Una situación del todo indeseada y que no haría más que incrementar la actual situación de inquietud. Y eso, con quince días por delante hasta el siguiente partido, desataría un runrún para nada beneficioso.
La obligación del Alavés es recuperar su identidad. Lo hizo contra el Real Madrid en un partido en el que, diga lo que diga un resultado marcado por muchas circunstancias, fue de nuevo el equipo competitivo del arranque del curso. No sumó, pero al menos fue capaz de pasar página de la horripilante imagen que dejó en Anoeta. Entonces, los albiazules no supieron entender lo que era un derbi. Los duelos vecinales requieren de un componente actitudinal diferente. De eso Osasuna sabe un rato bien largo. Y todo lo que no sea igualar a los rojillos en intensidad y ganas supondrá una rémora importante.
Y es que el equipo de Enrique Martín Monreal no es brillante en lo técnico, pero hereda los valores históricos de un club acostumbrado a pelear en Primera con muchos menos recursos que el resto. Prácticamente es un milagro que los navarros estén en la máxima categoría con todos los problemas que arrastran, pero que nadie dude de que van a competir hasta el final por mucho que dispongan de muchísimo menos dinero que el resto de sus competidores para fichar. Con el técnico milagro en el banquillo y un bloque de canteranos, el espíritu de Osasuna hace de los rojillos un equipo siempre competitivo que, además, busca esta tarde su primera victoria como local.
Por su parte, El Glorioso tratará de recuperar esas buenas sensaciones como visitante que perdió en su primer derbi contra la Real Sociedad. Anteriormente, en los desplazamientos a Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, se había mostrado como un equipo sólido defensivamente y de colmillo afilado en el contragolpe. Hay que poner de nuevo sobre la mesa esas virtudes, pero también sacar a pasear el carácter en un duelo con el vecino navarro que se prevé muy disputado y de mucha pelea. Seguramente -más aún teniendo en cuenta que el césped no estará en sus mejores condiciones por la lluvia-, la exquisitez no será la que determine una victoria que tendrá mucho más que ver con un fútbol directo y primario.