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1-0, minuto 7: Deyverson. Contragolpe conducido por Camarasa, que abre el balón a Theo y el francés cuela el centro entre Navas y Varane para que el brasileño marque en ventaja.

1-1, minuto 17: Ronaldo, de penalti. Disparo de falta de Bale que Deyverson desvía con el codo y el portugués marca de disparo raso a la izquierda de Pacheco. 1-2, minuto 32: Ronaldo. Tras no recuperar Femenía un balón, Roando se aprovecha del espacio y su disparo en carrera lo desvía Feddal y hace imposible la intervención de Pacheco. 1-3, minuto 84: Morata. Balón en largo de Marcelo a la espalda de la zaga, Pacheco se queda a media en la salida y Morata le bate de vaselina. 1-4, minuto 88: Ronaldo. Rápido contragolpe madridista y Marcelo le acaba cediendo el tercer gol al portugués.

Amonestó a Deyverson (minuto 16), Torres (minuto 39), Theo (minuto 52), Bale (minuto 60), Femenía (minuto 80) y Krsticic (minuto 86). Expulsó al entrenador del Alavés, Mauricio Pellegrino, en el minuto 76, y también a su ayudante, Carlos Compagnucci (m. 21).

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Vitoria - Excepcional. O casi excepcional. Lo tenía claro Mauricio Pellegrino en la previa contra el Real Madrid. Había que bordarlo y no cometer ni el más mínimo error para no sucumbir ante la fenomenal pagada de un equipo capaz de sacarse goles de la nada más absoluta. Y, precisamente, ese poderío en el remate marcó el 1-4 final que en nada refleja lo que ocurrió sobre el césped de Mendizorroza. El Deportivo Alavés estuvo notable, por momentos sobresaliente, pero pagó carísimos todos y cada uno de sus errores. Sobre todo los cometidos en una primera parte en la que se puso en ventaja y durante muchos minutos mareó al oponente a su antojo. Dos fallos puntuales, dos dianas encajadas. Después, remar y remar hasta agotar las fuerzas, con el colegiado Sánchez Martínez desesperando al alavesismo hasta recibir la injusta sentencia final. Un Glorioso notable no fue suficiente.

Recuperó Pellegrino el 5-4-1 con tres centrales (Alexis y Raúl García con Feddal de libre), dejando los laterales largos para la velocidad de Femenía y Theo y dando aún mayor poder físico al centro del campo con la inclusión de Manu García al lado de Torres, Camarasa y Edgar, dejando la punta para Deyverson. Líneas muy juntas y compactas con la labor en la presión para el brasileño y el objetivo de no ceder metros a la espalda de la defensa para evitar la velocidad de Ronaldo y Bale. Recuperar y salir a la contra, tratando de contrarrestar así precisamente el estilo que mejor maneja el Madrid.

Lo bordó el cuadro albiazul. Recuperación de Camarasa, conducción del valenciano para acabar abriendo a la cabalgada de Theo y el centro del francés colado entre Navas y Varane para que Deyverson, aún con un mal remate, abriese el marcador a los 7 minutos.

Juego vertical y buscando a Theo. La idea muy clara. Sin perder los papeles. El problema es que ante semejante rival el más nimio error se paga caro. Una falta de Manu García por no sacar el balón a la primera propició un disparo de Bale que Deyverson, a juicio del árbitro, desvió con el brazo dentro del área. O eso interpretó el colegiado porque ni siquiera repetido una y otra vez se aprecia si fue codo o cabeza. La historia de siempre, seguro que en el otro área Sánchez Martínez no hubiese tenido la vista tan fina, como ya demostró en su dispar criterio a la hora de sacar tarjetas. Ronaldo empató.

Volvió el equipo de Zidane a replegarse con la igualada, cediendo el balón a un Alavés dominador y empeñado en buscar la potencia de Theo. Una y otra vez se buscó el desborde del lateral, que protagonizó una exhibición descomunal. Ante la pasividad blanca, los albiazules circulaban el esférico con absoluta tranquilidad, aunque sin ser capaces de concretar sus llegadas.

Todo lo contrario ocurrió en el otro lado del campo. Una salida de Femenía de su posición en la que no fue capaz de recuperar el balón le sirvió a Ronaldo para disponer de unos metros por delante para su arrancada y disparo. Con toda la mala fortuna del mundo, en su intento de despeje Feddal solo fue capaz de rozar el balón lo suficiente para desbaratar las opciones de Pacheco de intervenir. Sin hacer absolutamente nada, el Madrid se iba 1-2 al descanso aprovechándose simplemente de un par de errores de un Glorioso más que notable que no se mereció esa desventaja.

En la primera jugada del segundo acto, de nuevo enseñó los dientes el Alavés con una recuperación de Edgar a la que Deyverson le dio continuidad para la llegada de Camarasa, pero el valenciano no fue capaz de salvar a Navas en su salida. Un juego de equilibrismo sin red el de la reanudación, ya que los albiazules estaban obligados a buscar el ataque pero tampoco se podían volver locos y quedar desguarnecidos ante un oponente con recursos sobrados para sacarse goles de la nada. Un encaje de bolillos tremendamente complicado, más aún teniendo en cuenta que las fuerzas flaqueaban y que se había perdido la chispa en las piernas de la primera parte.

Había conseguido mantener el equilibrio, pero Sánchez Martínez decidió que todavía no había cumplido con el grande. Tras un arbitraje tendencioso en todo momento con un criterio digno de castigo, el colegiado se encargó de encrespar los ánimos de Mendizorroza con la expulsión de Pellegrino para acto seguido castigar un nuevo penalti por agarrón de Torres a Ronaldo, aunque su aguzada vista no le permitió ver que la primera infracción fue de Morata sobre el colombiano. Por suerte, ahí estaba Pacheco para mantener la llama encendida, aunque poco después las propias dudas del cancerbero a la hora de salir a un balón largo de Marcelo le dieron toda la ventaja a Morata para una sentencia que acabaría rubricando Ronaldo con su hat trick para firmar un castigo del todo inmerecido para los alavesistas.

Planteamiento perfecto. El argentino recuperó la formación de cinco defensas y apostó por juntar las líneas entre la zaga y el centro del campo para evitar los espacios y la sorpresa del Madrid al contragolpe. Precisamente, recurrió al mejor arma de los blancos, la salida en velocidad, para conseguir la ventaja en el marcador. Los dos goles encajados en un gran primer acto resultaron letales.

Cada error, un gol. Ante el Real Madrid no se puede cometer ni el más mínimo fallo, ya que el conjunto blanco es el que más penaliza los fallos. No tuvo el Alavés demasiados, pero casi cada uno de ellos acabó con el balón en la portería de Pacheco.

Alto nivel. El planteamiento táctico de Pellegrino fue, una vez más, muy bueno y le jugó al Madrid con sus propias armas. Le cedió el balón y le cerró los espacios para salir a la contra rápidamente tras la recuperación. Así llegó el tanto de Deyverson y una primera parte sobresaliente. El equipo aguantó en el marcador hasta el tramo final, aunque ya muy cansado.

El lateral izquierdo regresó tras su sanción para firmar una actuación sensacional en una primera parte en la que desbordó como quiso, participó en el gol y generó mucho peligro.

El capitán hizo una buena lectura en unos primeros minutos en los que marcó terreno, pero después se equivocó al no sacar el balón al primer toque y cometió pérdidas decisivas.