Vitoria - El Deportivo Alavés volvió a evidenciar ayer que le resulta mucho más sencillo plantear los encuentros contra los grandes de Primera División que los que le enfrentan a los que van a ser sus teóricos rivales en la pelea por la permanencia. Hasta ayer, el equipo de Mauricio Pellegrino se había mostrado mucho más cómodo ante los Atlético, Barcelona o Sevilla que frente a los Sporting, Deportivo o Málaga. Una tendencia que volvió a repetirse ante un Real Madrid que durante muchos minutos se vio acogotado por los albiazules, pero que resolvió el partido gracias a su sensacional pegada. Pese a la abultada derrota, la lectura positiva que debe sacarse es que El Glorioso cuenta con potencial suficiente para apostar por la valentía con mayor asiduidad, ya que ayer atacó con muchos elementos y no por ello perdió seguridad defensiva.
Recurrió el preparador alavesista de nuevo a la formación de cinco defensas, juntó líneas y cerró los espacios. Brillante un planteamiento que atacó al Madrid precisamente a través de la gran especialidad blanca: el contragolpe. Taponar vías de agua, sacar el primer pase con velocidad y alcanzar el área rival muy rápido y con muchos elementos. Como esa manada de búfalos que suele ser el Madrid se consiguió abrir el marcador en la conexión entre Camarasa, Theo y Deyverson.
Con el 1-0, vivía el Alavés en la comodidad tratando de explotar de nuevo las contras. El problema es que el equipo de Zidane penaliza hasta el más nimio error. Así consiguió un empate que dio paso a los mejores minutos locales, con largas circulaciones, la constante explotación de la potencia de Theo -incluso excesiva, ya que el francés acabó agotándose- y llegadas al área rival con muchos elementos.
La desgracia fue cometer otro fallo, al salir a un balón dividido Femenía sin la seguridad de ganarlo, que Ronaldo aprovechó a la perfección para marcar el 1-2 que se mantendría hasta casi el tramo final. En un arranque del segundo acto de nuevo pleno de potencia, Camarasa y Deyverson no aprovecharon sus buenas ocasiones. Con las pilas ya fundidas, al menos se resistió dentro del partido hasta los minutos finales, en los que las piernas ya no respondían. Pese al 1-4 final, la lectura no puede ser negativa. El Deportivo Alavés de nuevo plantó cara a un grande, pero esa valentía precisa de continuidad.