Vitoria - Una de las características de la gestión de Josean Querejeta al frente del Baskonia en los años de vacas gordas fue la búsqueda de espacios de negocio ajenos al propio baloncesto y de ahí surgieron iniciativas como la ciudad deportiva (Baskonia Kirol Hiria), el centro de ocio (Nex Baskonia) que durante unos años se ubicó en la tercera planta de El Boulevard o, más recientemente, Baskonia-Atlantis e-Sports, ligado a la industria de los videojuegos. Sin alcanzar esos límites todavía, también en el Deportivo Alavés el mandatario de Lazkao busca nuevas vías de negocio que se salgan de lo tradicional para tratar de incrementar los ingresos del club.
En este sentido, la entidad del Paseo de Cervantes ya ha dado pasos, aunque hasta la fecha sus movimientos han sido infructuosos. La idea de los rectores alavesistas era intentar sacar partido del espacio habilitado como bar en los bajos del fondo de Cervantes y que se encuentra anexo al museo del club para abrirlo de cara al público diariamente y con esa intención se trasladó una consulta al Ayuntamiento -propietario de las instalaciones- para recabar información acerca de la viabilidad de esa propuesta.
La respuesta por parte del ejecutivo de Gorka Urtaran fue rápida en sentido negativo, ya que, amparándose en la legislación vigente, en un recinto de propiedad municipal no se pueden expender bebidas alcohólicas. De esta manera, se echó por tierra esa idea de abrir al público ese bar que permanece oculto bajo el fondo de Cervantes -se utilizó, por ejemplo, para el ágape que siguió al partido del ascenso contra el Numancia o en el homenaje al equipo que jugó al final de la Copa de la UEFA- y que se pretendía explotar tanto en los días de fútbol como diariamente aprovechando el importante flujo de gente que todos los días pasea al lado del estadio.
Más allá de esta negativa -habrá que ver si tiene más recorrido o se buscan otras alternativas para los bajos del estadio-, lo que es evidente es el deseo del Alavés de sacar el máximo rendimiento posible a su propio entorno. Y en la ausencia de locales hosteleros en las inmediaciones de Mendizorroza ha visto una excelente oportunidad de negocio.
Y es que el estadio vitoriano se encuentra en una especie de isla en este aspecto. Los aficionados que cada quince días van al fútbol eligen los bares de Ariznabarra o los de El Batán para quedar con sus amigos y refrescarse antes de acudir al campo. Otra opción recurrente es el bar de los frontones o, en algunos casos, el de El Estadio. Ahí se acaban las alternativas. Y, quitando las dos últimas con sus peculiaridades, todas ellas se encuentran bastante alejadas del recinto deportivo. La idea es clara, tratar de sacar partido de esa escasez de alternativas con locales que dependan directamente del propio club o se puedan alquilar.
Comercialmente, el único espacio útil en el exterior del estadio es la pequeña tienda del club al lado de las oficinas. Los otros tres huecos ocupados corresponden a la Asociación de Federaciones Deportivas Alavesas, una oficina municipal y el Centro de Medicina Deportiva. El futuro podría pasar por tratar de explotar todo el espacio libre que queda en el recinto.
Esta idea de explotar el espacio que ofrece un estadio no es algo novedoso en los clubes, aunque normalmente los estadios carecen de este tipo del alternativas más allá de las típicas tiendas propias de cada entidad. Por ejemplo, en dos de la esquinas de El Sadar de Pamplona hay sendos bares. En El Molinón de Gijón, además de existir un par de espacios dedicados a la hostelería también hay un supermercado. Palabras mayores es ya un recinto como el Santiago Bernabéu, que cuenta en su interior con cuatro restaurantes y desde alguno de ellos se pueden seguir los partidos. Y, para especial, Chapín, en Xerez, un estadio al que se encuentra adosado un hotel desde cuyas habitaciones se puede ver directamente el campo.
En todo caso, lo que parece evidente de estos movimientos es el deseo del club de explotar nuevas alternativas de negocio que compensen las actuales carencias. Todo ello englobado dentro de un proceso de puesta a punto de Mendizorroza, necesario lavado de cara y adaptación de las instalaciones a las nuevas exigencias impuestas por la Liga de Fútbol Profesional que tienen que ver con el estado de los estadios y su funcionalidad para el trabajo.