Vitoria - El himno que Joaquín Sabina compuso con motivo del centenario del Atlético de Madrid bien se lo podría apropiar un Deportivo Alavés que también se ha ganado por méritos propios ese apelativo de pupas que acompaña históricamente a los colchoneros. Qué manera de sufrir es una de las frases que se repiten en el estribillo de dicha canción. Qué manera de ganar también. De lo primero sabe muchísimo Mendizorroza. Y de lo segundo por fin pudo disfrutar ayer de nuevo tras cinco empates consecutivos preñados de decepción. No se podía fallar de nuevo en casa, pero este Glorioso es un equipo condenado a la agonía. No podía ser sin sufrimiento, que para eso hay sacado abono de temporada desde hace años. Desperdiciando todas las oportunidades del mundo en la primera parte, sobreponiéndose al nerviosismo propio, desperdiciando un gol de ventaja en apenas tres minutos y resucitando cuando ya parecía muerto con un gol de Sergio Llamas que sirve para conservar la segunda plaza. Qué manera de sufrir, pero qué manera de ganar. Al estilo Alavés.

Recuperó Bordalás el 4-4-2 que tantas alegrías le dio en la mejor fase del curso y lo hizo utilizando al bloque de jugadores que más minutos acumulan en la temporada con la única excepción del sancionado Pelegrín. En lugar del catalán entró Borda en el centro de la zaga, mientras que Carpio regresó al lateral derecho, Femenía al extremo y Juli y Toquero se juntaron de nuevo en la punta del ataque.

Lejos de recurrir a su habitual fútbol revolucionado, el conjunto vitoriano aplicó calma a su juego y movió el balón con un criterio pocas veces visto con anterioridad buscando hacer daño a través de sus puntos fuertes. Beneficiado por un Valladolid excesivamente contemplativo y que dejaba pasillos francos para acceder al área, El Glorioso fue creciendo con el paso de los minutos sin necesidad siquiera de pisar el acelerador.

Cada esférico que alcanzaba zona de tres cuartos se convertía inmediatamente en una acción de peligro y la movilidad de los cuatro hombres de arriba era un quebradero de cabeza constante para los pucelanos. La amenaza sobre Kepa, el mejor de su equipo, se convirtió en una constante y el conjunto alavesista comenzó a acumular ocasiones con pasmosa facilidad. Y es que la única oposición se encontraba bajo palos en la figura del guardameta cedido por el Athletic, a quien en nada acompañaron sus otros diez compañeros, casi de paseo por Mendizorroza.

Con un dominio del partido prácticamente absoluto, el Alavés buscó el gol con sus mejores argumentos. Y bien pudo haberlo encontrado en la primera parte de haberle acompañado ese acierto que le ha dado la espalda en las últimas semanas. Una magnífica parada de Kepa a disparo de Juli y, sobre todo, un remate de Toquero solo desde el punto de penalti que se le fue alto por querer ajustar demasiado fueron las ocasiones más claras, aunque no las únicas de un equipo que se mereció ir al descanso con el resultado ya sentenciado a su favor pero que volvió a penar por sus problemas de cara a la portería rival.

El cuadro albiazul se peleó con sus propios nervios en una segunda parte que fue ganando el tensión según avanzaba el cronómetro. Sin fluidez alguna, pero siendo capaz de generar peligro por los muchos resquicios que dejaba el cuadro pucelano en defensa. Con todo el equipo echado al monte, a la desesperada prácticamente. Así hasta que un centro pasado de Dani Pacheco lo controló Juli para ponerle el gol en bandeja a Barreiro.

Parecía todo hecho ya, pero ahí apareció el Valladolid. Empate a los tres minutos, en la acción siguiente al gol local. Un balón rechazado que cazó Roger para marcar. Los blanquivioletas se hicieron dominadores ante un Alavés que ya boqueaba sin oxígeno. El varapalo había sido enorme, pero este equipo no entiende de rendiciones. De nuevo Juli decisivo en un servicio para cabezazo de Llamas en el 85. Sufrir como nunca, o como siempre con este equipo, para agarrarse a un sueño.

Sufrir y sufrir. Al Alavés le costó 67 minutos hacerle un gol a un equipo que tuvo a su merced durante toda esa fase del partido y nada más que consiguió la ventaja la desperdició en uno de sus contados fallos atrás. Cuando el equipo parecía ya desfondado, el tanto de Sergio Llamas en el minuto 85 supuso una enorme liberación.

Aún segundo. El conjunto vitoriano comenzó la matinal en la tercera posición de la Liga Adelante y con la necesidad de ganar para continuar en zona de ascenso directo, situación que ya vivió en la visita al Córdoba. Entonces se ganó y se conservó el privilegiado puesto, lo mismo que ayer.

A base de empujar. El Alavés fue dominador absoluto hasta que consiguió, tras acumular muchas ocasiones y ofreciendo una enorme sensación de peligro, abrir el marcador por mediación de Barreiro. A partir de ahí llegó de inmediato el empate del Valladolid y fue el equipo pucelano el que dio sensación de poder llevarse la victoria, pero la aparición de Llamas resultó definitiva. Buenísimos cambios.

Bordalás le volvió a situar en punta y el alicantino jugó uno de sus mejores partidos de la temporada siendo decisivo en los dos goles con sendas asistencias a Barreiro y Llamas.

El equipo le necesita mucho más ya que es uno de los pocos jugadores con capacidad para desequilibrar y apenas se mostró. Tampoco estuvo bien como lateral derecho.

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1-0, minuto 67: Barreiro. Centro pasao de Barreiro que Juli controla solo en el segundo palo y le da el pase de la muerte a Barreiro, que marca.

1-1, minuto 70: Roger. Centro de Mojica, el despeje de Borda le rebota a Laguardia y el balón le queda franco a Roger para marcar. 2-1, minuto 85: Llamas. Gran conexión entre Abalo y Juli por la derecha y el servicio del alicantino desde la línea de fondo lo cabecea Llamas rompiendo desde atrás.

Amonestó a Carpio (minuto 60), Borja (minuto 65), Borda (minuto 76), Llamas (minuto 85) y Barreiro (minuto 87).

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