Vitoria - El quinto empate consecutivo en Mendizorroza ha encendido de nuevo todas las alarmas de un Deportivo Alavés que se encuentra en estado de colapso por culpa de sus gravísimos problemas de cara a la portería rival. Más que un tema de gasolina, ya que el equipo no transmite estar mal físicamente ni alcanzar los finales de los partidos sin fuerzas, la sensación es la de una preocupante falta de recursos ofensivos que ya se habían evidenciado anteriormente pero que con el correr de la semanas se están convirtiendo en determinantes. La plantilla, por su propia confección, no ha estado nunca sobrada de talento, pero en los últimos tiempos se ha perdido la efectividad mostrada anteriormente para sacar petróleo de acciones aisladas. Así, el equipo se ha ido desangrando, perdiendo muchos puntos en partidos muy serios por culpa de ese colapso ofensivo que viene marcado por sus gravísimas carencias.

Que los recursos ofensivos que maneja José Bordalás son muy limitados es algo notorio desde el arranque del curso, pero últimamente esa carencia se ha hecho todavía más evidente cuando el rendimiento de los jugadores más habituales ha decaído y no ha llegado el relevo desde una segunda unidad en la que el preparador alicantino tiene muy poca, por no decir nula, confianza. El hecho de que el sábado ante el Elche solo consumiese un cambio a pesar de lo que se estaba viendo sobre el césped es bastante elocuente en este sentido.

El Alavés parece ya decidido a fiarlo todo a la seguridad en defensa y la recuperación de ese instinto para sacar el máximo rendimiento de cada gol. No tiene pinta de que los albiazules vayan a conseguir muchas más dianas en los siete partidos que quedan por delante, así que el objetivo es que cada tanto se transforme directamente en tres puntos. La apuesta el sábado por el trivote parece clara en ese sentido, aunque el sistema ofensivo se viese muy lastrado con solo tres referencias que, encima, no atraviesan por su mejor momento.

El cuadro albiazul dispone de muy poco arsenal ofensivo. Y encima sufre de sus propias limitaciones. Por ejemplo, la obligación de perder en el extremo a Femenía por culpa de la lesión de Carpio y de que Estrada no sea garantía de nada en el lateral. El alicantino es el más rápido del equipo, pero llegando desde atrás no se aprovecha esa cualidad.

Los Toquero, Juli o Dani Pacheco no atraviesan por su mejor momento del curso, Barreiro no ha explotado cuando ha tenido la opción de encadenar partidos y la confianza en los Abalo, Llamas, Guichón o David Torres es nula. Para colmo de males, una de las principales fuentes goleadoras en la primera vuelta, las acciones de estrategia, ha quedado casi completamente seca con un solo tanto a balón parado en el segundo giro al calendario.

La única pieza desequilibrante en las últimas jornadas, al margen de chispazos puntuales, es un Raúl García que se está erigiendo en el mejor argumento ofensivo. Cabe recordar, por si alguien lo había olvidado, que el gallego es el lateral izquierdo. Situación inconcebible, por tanto, y que de mantenerse acabará condenando al Glorioso a quedarse sin ascenso por culpa de su colapso.