Córdoba - El Deportivo Alavés había agotado con su racha de seis jornadas consecutivas sin ganar todo su margen de seguridad que con tanto trabajo se había labrado. En Córdoba, de nuevo ante un rival directo, era el ahora o nunca. Domingo de Resurrección, de levantarse o de seguir con la agonía de las últimas semanas. Y, como viene siendo costumbre, El Glorioso eligió el camino de ponerse de pie. El día que podía quedar apeado del ascenso directo, el conjunto vitoriano fue capaz de dar el paso adelante que necesitaba. Y resucitó, claro que resucitó. El que parecía muerto vuelve a estar muy vivo.

Dibujó Bordalás de nuevo un 4-1-4-1 con Mora en el pivote y Bernardello y Manu García como interiores por delante, dejando la banda derecha a Juli, la izquierda a Toquero y la punta a Barreiro. Ante un rival con muchos elementos en el pasillo central, el preparador alavesista también optó por meter trabajo en la zona ancha.

Salió el Córdoba impetuoso y le costó al cuadro albiazul algún suspiro ese tramo inicial ante la amenaza compuesta por la tripleta formada por Ríos, Xisco y Fidel. Si conseguía superar la primera línea de presión vitoriana, el cuadro blanquiverde enseñaba los dientes. Mientras, en el otro lado se evidenciaron de nuevo los graves problemas de este Alavés con balón. Ante un rival para el que el término presión resulta desconocido, las dificultades para enlazar tres pases con sentido y calma fueron una constante.

De esa falta de recursos brotó la primera gran ocasión local. Con Bernardello en el suelo tras sufrir un golpe, Manu García se empeñó en un uno contra el mundo. Pérdida, contragolpe, superioridad cordobesa y primero los dedos de Pacheco evitaron el gol en cabezazo de Xisco que rebotó en el larguero para generar un rechace que Caballero mandó de nuevo al poste.

Tras el doble susto, se entonó el cuadro albiazul, que ganó mucho con el cambio de bandas entre Juli y Toquero, y sus estiradas llevaron aroma de peligro. Sin opciones excesivamente claras, pero al menos siendo amenaza. Riesgo para Falcón que se hubiese incrementado muchísimo de no mediar varios resbalones en el momento más inoportuno. El más sangrante, el de Juli por el flanco izquierdo cuando encaraba ya al meta blanquiverde. Esa banda, defendida por Stankevicius, fue, como en el duelo de la primera vuelta, un auténtico coladero. Y ahí apareció de nuevo un Raúl García mayúsculo. Por triste que parezca, el lateral izquierdo gallego es el jugador más desequilibrante de este equipo y sus incorporaciones fueron siempre peligrosas. Un servicio del coruñés al que Barreiro no llegó por centímetros fue la opción más clara en una primera parte que concluyó en tablas.

El descanso le sirvió al Glorioso para darse cuenta que un pequeño pisotón al acelerador podía resultar tremendamente beneficioso. Y a la salida fue a buscar a un Córdoba que seguía jugando al paso y dando facilidades. Un disparo desviado de Bernardello, una buena internada de Juli... Sensación de peligro en cada acometida hasta que un centro medido del jugador de Alcoy lo cazó Toquero entrando desde atrás para abrir el marcador.

Lo difícil estaba hecho, pero la alegría fue efímera. Estrada había tenido que relevar a un de nuevo tocado Femenía y el Córdoba no tardó en detectar el agujero. En apenas dos minutos, tras una gran acción individual de Fidel, la ventaja se esfumaba. Por suerte, el jarro de agua fría no fue tal para los albiazules.

Con la idea clara de seguir explotando la debilidad defensiva local, Raúl García dejó una acción de antología. Barreiro fue capaz de ganar la ventaja para sacar un centro y que apareciese Bernardello en el segundo palo para marcar con el corazón, empujando con todo.

Quedaban veinte minutos para asegurar la victoria y el Alavés sacó de nuevo el libro gordo de la lectura de los partidos en ventaja. Solo una ocasión, un cabezazo de Bijimine que salvó Pacheco, concedió el cuadro albiazul en ese tramo. Tocaba resucitar. Y El Glorioso resucitó.

Vuelve el gol. Llevaba el Deportivo Alavés semanas negado de cara a la portería rival, pero ayer le acompañó el acierto a base de intentarlo. Sobre todo en la segunda parte, el cuadro albiazul disfrutó de buenas ocasiones, percutió con peligro y Toquero y Bernardello acabaron marcando.

Fin a la mala racha. El conjunto vitoriano finiquitó ayer su peor momento del curso con una victoria que le da oxígeno y le permite mantenerse en puestos de ascenso cuando estaba en riesgo de abandonarlos. El equipo de Bordalás ha capeado lo peor del temporal sin que sus rivales le hayan superado y ahora tiene la opción de revivir.

Victoria, al fin. El Alavés había recuperado buenas sensaciones en varias de sus últimas comparecencias, pero necesitaba una victoria para romper su mala dinámica y refrendar que el bache de juego había quedado atrás. Llegó en Córdoba gracias, sobre todo, a una segunda parte excepcional en la que el equipo fue agresivo y se fue a por el partido. Ganó la partida en el centro con su planteamiento.

El lateral izquierdo se encuentra en un momento de forma excepcional y ayer volvió a dejar detalles que le convierten en el mejor de la categoría en su demarcación. Impresionante.

Su presencia sobre el césped se ha convertido en un serio problema para el equipo. Tras una buena labor de Femenía, un golpe del alicantino le llevó al campo y sufrió muchísimo.

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0-1, minuto 61: Toquero. Recuperación de Bernardello, balón abierto a la banda izquierda, desde donde Juli saca un centro preciso que remata Toquero ganando la espalda a Deivid.

1-1, minuto 63: Xisco. Gran acción individual de Fidel por la izquierda, que pone un centro pasado para el cabezazo de Xisco picado en el segundo palo. 1-2, minuto 70: Bernardello. Ruptura de Raúl García que habilita a Barreiro y el centro del gallego, tras rozar en un defensa, lo mete Bernardello llegando desde atrás con todo.

Amonestó a Eddy (minuto 8), Barreiro (minuto 9), Luso (minuto 54) y Caballero (minuto 61).

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