Córdoba - No habían sido los fichajes de invierno jugadores relevantes desde su llegada en los esquemas de José Bordalás, pero el técnico del Deportivo Alavés depositó ayer su confianza en Hernán Bernardello y el argentino le demostró que puede ser una pieza relevante como un tercer pulmón en el centro del campo que venga a complementar la labor de oxigenar al equipo que tan bien han interpretado Sergio Mora y Manu García a lo largo de todo el curso. A un trabajo excepcional en la recuperación y salida de balón, Bernardello le unió en Córdoba un gol decisivo, que metió empujando con el alma de todo el alavesismo más que con la pierna en un tanto impropio de un mediocentro de marcado carácter destructor. Y es que, aún dando la sensación de que físicamente todavía no está en plenitud, el sudamericano ha evidenciado que lo suyo no es solo el trabajo sucio, sino que tampoco se arruga cuando hay que pisar el área rival.

Dispuso de nuevo Bordalás un centro del campo muy poblado y de claro perfil físico y trabajador, con Mora como pivote respaldado por delante por Bernardello y Manu García. La labor de los dos interiores era desgastar la construcción de juego del rival y el futbolista de Rosario brilló en esa faceta. Con mucha brega y sacrificio, yendo al suelo con eficacia y recuperando así muchos balones. Muy canchero en esa faceta oscura del balompié. Un dolor de cabeza constante para los centrocampistas del Córdoba, que sufrieron ante el trabajo de los mediocentros albiazules.

Pero, más allá de ese buen trabajo en la recuperación, lo que dio brillo al argentino fue su capacidad para sacar rápido el primer pase tras el robo. Ahí fue donde dejó evidencia de su talento en esa faceta, el que le llevó a ser pieza fundamental hace un lustro en Almería. Sin complicaciones y siempre hacia el lugar preciso, pases al primer toque que dieron celeridad a la transición de la defensa al ataque.

En el primer gol imprimió su sello. Se fue al césped con contundencia para rebañar el balón de los pies de un rival y sin siquiera levantarse buscó rápido a un compañero. Su recuperación y salida fue el germen del tanto de Toquero, que vio desde el suelo al estar todavía dolorido del golpe que se había llevado.

Bernardello firmaba ya un partido de sobresaliente en su estreno como titular -solo había participado en dos encuentros, saliendo 12 minutos desde el banquillo en Miranda y otros 45 en Pamplona-, pero no desaprovechó la ocasión de ganarse la matrícula de honor. En El Sadar ya rozó el gol con un disparo lejano que abortaron entre un defensa y el larguero. En el Nuevo Arcángel, al poco de iniciarse la segunda parte, dispuso de un remate tras cesión de Barreiro que se le fue desviado por poco. La segunda conexión entre el gallego y el argentino propició que se hiciese la luz. En un gol rarísimo para un pivote y más propio de un cazador del área, el de Rosario apareció en el segundo palo, rompiendo desde atrás para cazar al vuelo el centro del delantero y cruzarlo a la red. Empujó Bernardello con su pierna la fe del alavesismo, que ha ganado un nuevo pulmón.