Amonestó a Carlos Hernández (minuto 10), Manu (minuto 43), Laguardia (minuto 51), Pereira (minuto 58), Caballero (minuto 60), Dealbert (minuto 78), Manu García (minuto 80) y Dani Pacheco (minuto 93).
Vitoria - El Deportivo Alavés circula por la Liga Adelante durante las últimas semanas con las luces de la clarividencia completamente apagadas y no es capaz de hallar el interruptor que ilumine sus ideas. En uno de sus mejores partidos de la temporada en cuanto a llegadas e insistencia, El Glorioso se fundió de nuevo a negro cuando hubo de ejecutar en el área. Los problemas de este equipo cuando contempla de cerca la portería rival son cada vez más evidentes y llegan a causar una lógica exasperación. No se puede desaprovechar tanto como ayer ante un Lugo que sufrió lo indecible para frenar tantas acometidas, pero que consiguió dejar su portería a cero más por la impericia del rival que por el buen trabajo propio. Sin goles no hay paraíso y el equipo de José Bordalás, en este sentido, lleva ya demasiado tiempo instalado en el infierno por su falta de puntería cada semana más alarmante.
Los malos resultados de las últimas jornadas llevaron a Bordalás a mover al árbol de su plantilla. El relevo en la portería por la lesión de Fernando Pacheco que propició el estreno de Pau Torres era obligado, mientras que el otro cambio propició una recomposición absoluta del once y también en el dibujo. Barreiro entró por Estrada, lo que llevó a Toquero al extremo derecho y a Femenía al lateral de esa misma banda. El boquete en esa zona era demasiado evidente como para seguir consintiéndolo. Pero también hubo variación en la disposición táctica, con un 4-1-4-1 con Mora como único pivote y Manu García junto a Juli como interiores por delante.
Esa disposición táctica propició un cambio relevante con unas jornadas precedentes en las que el cuadro albiazul alcanzaba en área rival en muy pocas ocasiones y siempre con muy poca presencia de jugadores. Ayer, arriesgando bastante, los balones desde las bandas tenían claros destinatarios. Con Barreiro ganando todo por arriba, el equipo buscó la portería rival con insistencia y Manu García dispuso de la primera clara ocasión.
Volcarse mucho más al ataque conllevaba asumir muchos más riesgos en defensa y el Lugo amenazó desde muy pronto con la calidad y velocidad de sus cuatro hombres de arriba. Campillo en un disparo que se fue desviado fue el primer en probarlo, mientras que Pau Torres tuvo que emplearse a fondo para despejar un remate envenenado de Pereira. Pero no se quedaba el Alavés viéndolas venir, ya que cada vez que podía buscaba portería y José Juan también hubo de echar mano de reflejos para sacar una ocasión de un Barreiro capaz de sacarse remates de la nada.
El cuadro gallego fue el siguiente en intentarlo en el toma y daca. Tras una pérdida de Juli, Campillo golpeó el balón desde el centro del campo y obligó a Pau a una carrera hacia atrás para meter el puño justo en el momento oportuno.
Pasado el ecuador del primer acto, al partido le llegó la calma. Agotadas las fuerzas vitorianas tras su impetuosa salida, el cuadro de José Durán aplicó tranquilidad con el balón con el objetivo de correr el mínimo posible de errores. Las acometidas locales se espaciaron cada vez más y la insistencia en el juego por las bandas, sobre todo por la izquierda, no acabaron ofreciendo rendimiento en forma de buenos servicios. Así, el empate seguía mandando al descanso.
Arrancó la segunda parte con un durísimo cabezazo de Pelegrín que se estrelló en el larguero. Fue el anuncio de que El Glorioso iba a recuperar su versión más atacante, ya que fueron minutos de enorme sufrimiento para un Lugo que vio claro que había que cortar ese ritmo atosigante de cualquier manera para evitar la sensación permanente de acoso a la que se vio sometido. Renunció el cuadro gallego por completo al fútbol, dejando correr el tiempo sin apenas estirarse. Hasta la media hora ni siquiera pisó el área albiazul y entonces estuvo a punto de hacerle un guiño la fortuna cuando un mal despeje de Asier Benito -fue el primer relevo de Bordalás- casi se cuela en su portería.
El delantero de Amurrio actuó de revulsivo cuando se había perdido de nuevo la chispa física y le dio aire al equipo para buscar el arreón de los minutos finales. Llegar, llegar, llegar y volver a llegar. Una y otra vez. Pero para chocar siempre con ese muro invisible contra el que el equipo se topa cuando se interna en el área. Para muestra, un botón. En el minuto 92 el jugador de mayor calidad técnica, Dani Pacheco, consiguió ventaja para plantarse ante José Juan. Ni siquiera fue capaz de acertar con la portería. La falta de gol, de nuevo, deja al Alavés sin alcanzar el paraíso que persigue.
Acertadas variantes. El técnico albiazul retocó el sistema para realizar un 4-1-4-1 que propició mayor presencia de efectivos en el área rival y también sacrifió a Estrada para dar entrada a un Femenía que consiguió taponar el boquete del lateral derecho. El equipo solo sufrió en los primeros minutos, atacó mucho y bien, pero de nuevo estuvo negado de cara a la portería rival y no remató nuna bien.
Llegadas sin gol. El Alavés firmó uno de sus mejores partidos del curso en cuanto a juego y aproximaciones al área, pero de nuevo se topó con su falta de puntería en el remate para desperdiciar la mayoría de sus ocasiones sin ni siquiera probar al portero.
Sigue el bache. El cuadro albiazul encadena ya seis jornadas seguidas sin ganar, pero pase lo que pase seguirá en el segundo puesto y la jornada sabatina la cerró con un punto más, cuatro, de renta con sus seguidores.
Que el lateral izquierdo sea uno de los mejores recursos ofensivos del equipo no deja de ser preocupante, pero el gallego tiene las ideas claras y cuando se suma al ataque genera peligro.
El jugador de mayor calidad no puede permitirse que todas las jugadas que inicia acaben tiradas por la borda por no ser capaz de concretar. Falló una ocasión clamorosa en el descuento.