Vitoria - Las jugadas a balón parado son una de las principales fuentes de goles en el fútbol actual y el Deportivo Alavés se ha destapado en el arranque del curso como un dominador de la estrategia. Faltas y saques de esquina se han convertido en síntoma de peligro para los rivales cuando El Glorioso es el que las ejecuta y de esta manera ha conseguido el cuadro albiazul ya siete dianas. En el lado contrario de la balanza, aunque todo es susceptible de mejorar, el registro también es bastante bueno, ya que el equipo de José Bordalás solo ha encajado tres goles a balón parado. Un dominio de esta faceta tan importante es fundamental, tal y como demuestra que el equipo vitoriano se encuentra situado en la zona cabecera de la Liga Adelante gracias, entre otras virtudes, al gran acierto que está teniendo en la estrategia, tanto a la hora de rematar como en el momento de defender.
El factor del balón parado se ha mostrado como determinante en las dos últimas victorias ante Elche y Mallorca, pero se trata de un arma que ya se venía explotando con acierto con anterioridad. El trabajo durante la semana lo tienen todos los equipos -en el caso albiazul es Nacho Fernández, el segundo de Bordalás, quien lleva la voz cantante-, pero después hay que encontrar el acierto en los partidos, que es lo determinante. Y, en este sentido, el Alavés ha encontrado una buena sintonía entre ejecutores y rematadores. Así, siete de los diecinueve tantos conseguidos, un 37%, han llegado a balón parado.
raúl y pelegrín, destacados Esta disciplina propicia el brillo de los menos habituales en las tareas goleadoras y en la plantilla vitoriana se han destapado consumados especialistas en el remate. Es el caso de Sergio Pelegrín, que ya acumula tres dianas a través de este tipo de acciones. Ante el Oviedo marcó a la salida de un córner con un cabezazo en plancha; frente al Córdoba logró el tanto de la victoria en el tiempo de descuento al cazar un balón rechazado tras una falta lejana; y ante el Mallorca consiguió la decisiva diana del triunfo con un nuevo cabezazo que Wellenreuther no fue capaz de atajar.
Si el central es un peligro en el remate, Raúl García ha encontrado el toque perfecto en las faltas directas desde la frontal del área. Con dos ejecuciones de un estilo muy similar -toque sutil por encima de la barrera para ajustar el balón al palo izquierdo y hacerlo inalcanzable para el portero-, el gallego ha conseguido sus dos tantos de la temporada (el que abrió el marcador en Almería y el que propició el triunfo en Elche) y ha evidenciando que lleva mucho peligro en este tipo de acciones en las que contar con un especialista es fundamental.
El lateral izquierdo es uno de los ejecutores habituales y otro de ellos es un Dani Pacheco que puso en la cabeza de Gaizka Toquero la falta lateral que abrió el marcador ante Osasuna. Ese gol define a la perfección el trabajo sobre la pizarra calcado sobre el césped al milímetro. El pase del malagueño fue perfecto y también el testarazo, pero entre una acción y la otra se desarrolló un sensacional trabajo de bloqueos y desmarques para propiciar la ventaja del vitoriano en el remate.
La lista de goles a balón parado se completa con el único lanzamiento de penalti de la temporada, también en ese mismo partido contra Osasuna. De manera sorprendente, fue Manu García -él mismo había forzado la pena máxima- el encargado de la ejecución. Disparo raso a la derecha para engañar al guardameta y poner el 3-0 definitivo.
A la relación también se le debe añadir el gol de Víctor Laguardia en la eliminatoria copera ante el Leganés. De nada sirvió el tanto del central maño, pero queda reflejado en la estadística como un saque de esquina que el zaragozano cabeceó con contundencia.
solvencia defensiva En el otro lado de la balanza, tres de los quince goles (20%) que ha encajado el cuadro albiazul han llegado como consecuencia de acciones a balón parado de los rivales. La cuenta se inició en la primera jornada, cuando el Huesca metió el miedo en el cuerpo con el 2-3 a la postre definitivo al cabecear Christian Fernández un saque de esquina.
En la cuarta jornada, el Llagostera le metió al Alavés el único penalti con el que se ha visto castigado este curso. Y, cabe recordar, completamente injusto al no existir mano de Javi Carpio. En todo caso, el colegiado lo penalizó -fue una jugada con muchos rebotes tras un córner- y Fernando Pacheco no pudo detener el disparo de Pitu. El último gol recibido a balón parado fue el primero del Córdoba. Una falta lejana en la que los bloqueos de los verdiblancos funcionaron a la perfección para propiciar el cabezazo perfecto de Florin Andone. Para completar la relación hay que acudir de nuevo al duelo copero con el Leganés, ya que el cuadro madrileño también aprovechó la estrategia en dicho partido para abrir el marcador en una falta lateral que remató Gabriel.
Los únicos despistes, hasta la fecha, de un equipo que ha demostrado ser muy poderoso a balón parado.