Vitoria - El Deportivo Alavés esperaba ayer por la mañana las noticias procedentes del Comité de Competición y finalmente la sanción a Facundo Guichón tras su expulsión ante el Albacete se movió dentro de los parámetros que se esperaban en las oficinas del Paseo de Cervantes -ni siquiera se había presentado recurso, dada la evidencia de las imágenes que hablaban por sí solas e incluso podrían empeorar la sanción- y el uruguayo no podrá jugar durante los dos próximos partidos. No podrá contar José Bordalás con el extremo izquierdo ni en la visita al Tenerife ni en el duelo en Mendizorroza con el Girona, lo que supondrá la tercera ausencia esta temporada de un futbolista que ya no pudo jugar contra Osasuna por acumulación de cinco amarillas. Guichón, volcánico donde los haya, está pagando un caro peaje en forma de sanciones en este arranque de curso, lo que supone un perjuicio muy importante en lo personal y también en lo colectivo.

Con la redacción del acta de López Amaya, en la que se expresaba que el extremo albiazul fue expulsado por “dar una patada a un adversario, no estando el balón a distancia de ser jugado” quedaba en manos del Comité de Competición juzgar si la acción debía ser castigada con uno, dos o tres partidos de suspensión y, en este caso, recurrió al artículo 123.2 del Código Disciplinario.

En el primer punto de este apartado, que define la violencia en el juego, se expresa que “producirse de manera violenta con ocasión del juego o como consecuencia directa de algún lance del mismo, siempre que la acción origine riesgo, pero no se produzcan consecuencias dañosas o lesivas, se sancionará con suspensión de uno a tres partidos”, pero en el segundo punto de este artículo se matiza que “si la acción descrita en el párrafo anterior se produjera al margen del juego o estando el juego detenido, se sancionará con suspensión de dos a tres partidos”. Competición entiende que la patada de Guichón supone violencia en el juego, con el agravante de que se produce sin balón y por eso el castigo mínimo es de dos partidos, que finalmente fue el dictado.

Guichón paga de esta manera su fogosidad sobre el campo, donde no duda en emplearse con contundencia y también mantiene tensas discusiones con los árbitros. Nada nuevo bajo el sol de la Liga Adelante, ya que la pasada temporada, en su estreno en el fútbol español, el sudamericano ya recibió once cartulinas amarillas por las que tuvo que cumplir dos partidos de suspensión. Eso sí, hasta el pasado domingo nunca había sido expulsado. Y es que, quienes le conocen aseguran que detrás de ese carácter batallador y guerrillero hay una cabeza muy fría y un futbolista capaz de ir hasta el límite sin rebasarlo. En anteriores ocasiones había sido así, a pesar de que en no pocos partidos se la jugó demasiado, pero ante el equipo manchego se pasó de frenada. No en vano, el propio jugador no ha dudado a la hora de pedir disculpas en el vestuario a sus compañeros por el grave error que cometió.

En todo caso, más allá de las disculpas internas, el uruguayo tendrá que reflexionar durante las dos jornadas en las que se verá obligado a quedarse en la grada. El ritmo de tarjetas que lleva no es para nada normal. Y menos aún en un jugador eminentemente ofensivo. Y es que Guichón es el jugador de la Liga Adelante que más amarillas ha recibido. Hasta en siete ocasiones le han amonestado ya los árbitros, aunque una de ellas, la que vio ante el Llagostera, le fue posteriormente retirada. Y a esa catarata de amarillas se unió el pasado domingo su primera roja. Una suma que indica que solo en dos partidos (Leganés y los 9 minutos que jugó ante el Lugo) se ha ido sin castigo arbitral.