Vitoria - Lejos de insuflar el punto de adrenalina necesario para imponerse al Leganés, el espectacular recibimiento que cientos de aficionados brindaron ayer a los jugadores antes del partido ejerció más bien el efecto contrario. Si en los aledaños de Mendizorroza el triunfo por parte del alavesismo fue incontestable, lo ocurrido después en el campo no estuvo ni mucho menos a la altura de la afición, y eso que uno de los más enchufados tras el acompañamiento por parte de la afición al autobús del equipo al ritmo del “Muchachos, traigan vino...”, , el propio José Bordalás, lo advirtió a su plantilla en el vestuario. “Ante esta gente se me pone la piel de gallina, así que no podemos fallar”, vino a decir el alicantino, que sin embargo no cumplió más tarde con lo que es esperaba. Desde luego el resultado de ayer fue un mal sabor de boca para una jornada de fiesta que comenzó al mediodía, con un homenaje y aurresku de honor a los alavesistas fallecidos -estuvieron presentes el propio Bordalás y el presidente del club, Alfonso Fernández de Trocóniz, además de varios representantes de Iraultza 1921- y la inauguración de la renovada grada de Polideportivo, rebautizada para como Arabako Garrasia (La voz de Alava). Los dos socios más veteranos y los dos más jóvenes de la misma se encargaron de descubrir la placa conmemorativa con la que el club ha querido premiar a su afición. Al mismo tiempo los más txikis disfrutaban de los castillos hinchables y el Gargantúa, sus aitas admiraban los nuevos murales o visitaban el museo del club, donde la placa del subcampeonato de la UEFA continúa siendo el trofeo más preciado. Fueron miles de alavesistas los que ayer expresaron su orgullo y fidelidad por unos colores, el azul y el blanco, tonalidades grabadas a fuego para los restos. “¿Que por qué soy del Alavés? ¡Por todo esto!, por esto amo El Glorioso”, resolvía emocionado uno de ellos. - B.M.