Palamós - Pisaba el Deportivo Alavés el acelerador en su persecución de una nueva victoria cuando se topó de bruces en la carretera con un conductor suicida empeñado en provocar un accidente mortal que enterró por completo las opciones de triunfo. Un impacto de bruces contra la autoridad de un negligente -cabe esperar que los errores que cometió no respondan a la sinvergonzonería, sino al simple fallo humano, aunque nunca se sabe- armado con silbato que responde al nombre de Rubén Ruipérez Marín. Un penalti que no fue, la expulsión subsiguiente de Carpio a la media hora que tampoco debería haberse producido y dos amarillas a Manu García, la segunda a los 51 minutos, más que discutibles. Tres decisiones erradas completamente determinantes. Y ni siquiera así quedó socavado el espíritu competitivo de un Glorioso que buscó el empate con diez y con nueve y que ni siquiera se dio por vencido ya con el 2-0 en el marcador. Ese deseo de ir a por todas en la mayor de las adversidades es lo mejor que se puede sacar de un partido que fue para olvidar, pero no por el juego o la actitud de un equipo que dio la cara pero que fue perjudicado por un accidente de máxima gravedad provocado por un árbitro que perdió los estribos.
Con la máxima de no tocar lo que bien funciona, Bordalás volvió a disponer la misma alineación que en los dos primeros compromisos ligueros. Y en los primeros compases salió de nuevo ambicioso el cuadro albiazul buscando la portería de René. Eso sí, el equilibrio se instauró casi de inmediato. Sobre un césped en un estado lamentable que en poco beneficiaba los intentos albiazules de circular y poner tranquilidad al juego, el duelo se transformó en un toma y daca constante en el que el Llagostera llevó el peligro a través de las acciones a balón parado y el Alavés trató de percutir a través de las bandas y de la movilidad de sus hombres de vanguardia.
Tras unos minutos en los que fue el equipo local el que más sensación de peligro generó, El Glorioso se hizo definitivamente con el control al paso del ecuador de la primera parte. Con cada vez más presencia en zonas de peligro, el Alavés comenzó a percutir con peligro sobre la meta catalana.
Así hasta que en un largo saque de banda de De los Reyes y un barullo en el área, Ruipérez Marín tomó la decisión que marcaría el partido. Un disparo de Pitu que se colaba en la portería albiazul lo salvó sobre la línea Carpio. Las protestas gerundenses condujeron al penalti y la expulsión del lateral. Se empeñaba el salmantino en mostrar el golpe del balón sobre su estómago, pero en sus trece siguió el árbitro señalando los once metros. Responsabilidad del colegiado, claro está, pero también de quien sigue empeñado en que la tecnología no ayude a la hora de tomar decisiones tan decisivas como la que ayer echó por tierra los intereses albiazules.
El propio Pitu marcó el penalti, pero El Glorioso no le perdió la cara al partido a pesar de que la situación se ponía muy cuesta arriba. Vuelta a las andadas con la ofensiva. En un partido que ya cogió definitivamente un color marrón oscuro, con mucha pelea en el barro y un árbitro completamente desquiciado -sus errores fueron clamorosos y muchas veces inexplicables-, los albiazules buscaron la portería de René, con la mejor oportunidad en los pies de un Kiko Femenía que estrelló un fenomenal disparo en el larguero justo antes del descanso.
Al regreso de los vestuarios no cambió la actitud vitoriana ni un ápice, pero no se había quedado satisfecho Ruipérez Marín con el primer palo que había metido en las ruedas albiazules e insertó otro con la segunda amarilla -la primera no fue y ésta podría haberla evitado- a Manu García cuando solo se habían jugado seis minutos de la reanudación. Pero ni siquiera tan patente inferioridad hizo que los de Bordalás se sometiesen.
Se atacó, se buscó la portería de René y se peleó por el empate. Pero los espacios a la espalda de la zaga acabaron resultando mortales y los goles de Juanjo y Giva sentenciaron a un Alavés que no se dio por vencido por mucho que la negligencia de un árbitro arruinase sus opciones.
La actitud por bandera. Poco se puede decir de un partido que el colegiado se encargó de estropear con sus erradas decisiones, pero la sensación que dejó el Alavés fue positiva desde el punto de vista de la actitud. El cuadro albiazul no le perdió la cara al partido ni con un jugador menos ni con dos y buscó un resultado mejor arriesgando aún a costa de sufrir un varapalo como el que se llevó al final.
El vitoriano puso todo su empuje habitual para tratar de rescatar un resultado positivo en la visita al Llagostera y disfrutó de una buena ocasión en la que remató flojo.
El uruguayo tuvo una tarde desafortunada, ya que no estuvo atinado con el balón y no pudo acertar en las acciones ofensivas de que disfrutó, sobre todo una antes del descanso.
3
1-0, minuto 32: Pitu, de penalti. El colegiado castiga con penalti y expulsión un despeje de Carpio sobre la línea a disparo de Pitu y el propio mediocentro marca desde los once metros a la escuadra izquierda.
2-0, minuto 62: Juanjo. Pase en profundidad en el que Pelegrín habilita la posición legal del delantero y el cántabro bate con una suave vaselina la salida de Pacheco. 3-0, minuto 92: Giva. Rápida contra del Llagostera que Giva conduce por la banda derecha definiendo a la perfección ante la salida de Pacheco.
Expulsó por roja directa a Carpio (minuto 31) y Manu García por doble amarilla (minutos 8 y 51). Amonestó a Pitu (minuto 34), Toquero (minuto 43), Guichón (minuto 45+), Mora (minuto 47), Laguardia (minuto 59), Querol (minuto 66), Escassi (minuto 77), Beobide (minuto 81) y Tito (minuto 90+).