Vitoria - Apretar, apretar y apretar. Trabajar más que nadie. No parece que haya grabado ningún mensaje por encima de este en la cabeza de un Sergio Llamas que aspira a dar un nuevo paso adelante en su carrera. Si el año pasado a estas alturas su batalla era ganarse un hueco en el primer equipo, cuestión que acabó consiguiendo, estos días el vitoriano pelea por convertirse desde ya en una pieza importante en el entramado del Deportivo Alavés. Su juventud o el hecho de ser un desconocido para José Bordalás pueden ser obstáculos a priori, pero para nada insalvables. Por eso, el canterano ha dedicado sus días de vacaciones para seguir trabajando, sobre todo en la mejora del aspecto físico, y en los primeros entrenamientos y el estreno de los amistosos el pasado viernes en Franco demostró que es uno de los futbolistas que en estos momentos se encuentra en un mejor estado de forma. Su nuevo entrenador ya va sabiendo de sus virtudes y Llamas ya le ha dejado claro sobre el césped su ofrecimiento para ser el cerebro albiazul.

Cuando el marzo de 2013 la joven perla albiazul se destrozaba la rodilla parecía que su futuro como futbolista se desmoronaba. Pocos meses antes, Natxo González le había dado la alternativa en el primer equipo y la confianza que en él tenía depositada el técnico vitoriano era muy importante. Tras casi un año de baja, el centrocampista de Ariznabarra reaparecía con el filial, evidenciando que no había perdido su calidad futbolística y, además, aprovechando el período de convalecencia para mejorar mucho físicamente adaptando su cuerpo a las exigencias del profesionalismo.

Ese final de curso con el equipo de Tercera le sirvió para sentirse de nuevo futbolista y para que la opción del primer equipo se le abriese de nuevo. Y, otra vez, su buena labor durante la pasada pretemporada le llevó a convencer a Alberto, que incluso apostó por él como titular en el primer partido de la temporada en Leganés. Llegarían después los meses de la desazón, de no jugar y de quedarse en la grada. Pero cuando el club le ofreció irse o regresar al filial se negó en redondo. No iba a desistir. Y la insistencia tuvo premio en un final de curso en el que fue de lo mejor del equipo con una irrupción sensacional en la que se estrenó como goleador y dejó varios detalles de auténtico lujo.

Con la presencia en el primer equipo ya asegurada por méritos propios, Llamas no se ha relajado durante las vacaciones. Se puede comprobar cuando se ve su cuerpo, que se ha ensanchado todavía un poco más. Y es que el apartado físico es fundamental en el fútbol profesional. Esa cuestión siempre se puede seguir trabajando. Hay otras, como la calidad o la técnica, que son innatas. El vitoriano se ha esforzado para conseguir ese músculo que le faltaba, pero la clarividencia con el balón no se aprende y eso ya le venía de serie.

En el estreno en Franco, Llamas evidenció que si la competición arrancase mañana sería un fijo en el once de Bordalás. Como mediocentro en el 4-4-2, llevó la manija del equipo a la perfección en la primera parte, siempre buscando la mejor opción con pases precisos. Pero, una cuestión que aprendió el curso pasado, sin dejar de lado todo ese trabajo sucio que hay que hacer cuando el balón lo tiene el rival. La calidad ya la tenía antes, pero el salto lo ha dado a base de trabajo y sacrificio.