Vitoria - El tedio de la pretemporada dio paso ayer en Ibaia a la presentación de otra de las incorporaciones del Alavés para la próxima temporada. Si el martes fue el turno de Carpio, ayer pasó por el diván mediático Francisco Femenía Far, deportivamente conocido como Kiko Femenía (24 años), un joven centrocampista que a pesar de su corta edad presenta una singular trayectoria repartida por varias capitales y encumbrada con su pasado en los filiales del Real Madrid y el F.C. Barcelona, que en su día llegó a pagar dos millones de euros por los servicios del prometedor mediapunta, entonces una delicia y uno de los fijos en las categorías inferiores de la selección española. Esa joven promesa, que como tantas otras fue perdiendo fuelle conforme avanzaba el tiempo, solo pudo ser resarcida para la causa del balompié cuando José Bordalás, su padre futbolístico, se cruzó en su camino. Lo hizo sin ir más lejos la pasada campaña en el Alcorcón, donde Femenía jugó de manera regular en la segunda parte de la temporada tras haber tenido unas experiencias negativas en el Barcelona B y Real Madrid B, y lo ha vuelto a hacer ahora con su recomendación para firmar en Vitoria. “Fue él quien me llamó para que viniese al Alavés y lo cierto es que eso fue un plus para decantarme”, expuso ayer el propio jugador ante los medios, consciente del papel redentor que Bordalás está teniendo en su todavía incipiente carrera. En este sentido, abundó el alicantino, la continuidad y confianza dadas por el entrenador han permitido sacar a la luz lo mejor de un centrocampista que se mueve bien por su banda natural pero que no tiene mayor problema en hacerlo también a pierna cambiada. A cambio de eso Femenía promete y garantiza para esta temporada “trabajo y esfuerzo”, además del mismo tesón y calidad con las que a los 17 años, en la temporada 2007/08, pudo debutar en Segunda División y dos años depués en Primera ante el Athletic de Bilbao.

Religioso por pura convicción, no es Kiko Femenía en cambio un tipo muy dado a la fijación de objetivos antes de que arranque el curso, más bien al contrario. Por eso su reto para lo que se viene no pasa por anotar muchos goles - “ya me gustaría, sí, pero hace ya tiempo que no meto uno”, advirtió ayer con ironía en su presentación- y sí por jugar “al máximo” para colocar al Deportivo Alavés “entre los grandes”. Mensaje de fondo para un hombre de grupo al que, por encima de todas las cosas, solo le obsesiona una cosa en su nueva etapa, y es “ser feliz” en Vitoria durante al menos los dos años que tiene firmados con el club.