Vitoria - Si algo ha demostrado a lo largo de su trayectoria José Bordalás es que no es amigo de las medias tintas y que mantiene hasta el final sus convicciones le pese a quien le pese. Una conducta que en más de una ocasión le ha generado algún problema y que en su nueva etapa, al frente del Deportivo Alavés, le obliga a afrontar de manera inmediata su primer gran objetivo. Uno que no es estrictamente deportivo pero que, sin duda, puede tener una enorme incidencia en el discurrir del equipo durante la campaña venidera.

El propósito con el que aterriza en Mendizorroza no es otro que tratar, cuanto antes, de hacer las paces con la afición albiazul. Unos seguidores que todavía tienen muy fresco en la memoria su comportamiento y especialmente sus declaraciones en las dos ocasiones en las que El Glorioso y el Alcorcón cruzaron sus caminos en el recién concluido ejercicio. Un comportamiento que le situó en un lugar destacados entre los antagonistas por excelencia del conjunto de Mendizorroza y que ahora el técnico necesita revertir para lograr una convivencia estable que vuelva a ser favorable para ambas partes.

El chispazo que encendió este particular fuego fue la evidente dureza con la que el cuadro madrileño se empleó en el duelo disputado en el Paseo de Cervantes en la undécima jornada y que concluyó con empate a uno. El Alavés no fue capaz de escapar de las trampas tácticas y las continuas faltas -muchas de ellas excesivamente duras- de su rival pese a que jugó con un hombre menos desde el minuto 29.

Las quejas de Alberto y sus discípulos en las declaraciones posteriores provocaron que Bordalás se sintiera objeto, a su juicio, de una especie de persecución que se traducía en que cada jornada el Alcorcón era castigado con muchas más tarjetas de las que merecía. Con este ambiente previo parecía evidente que el choque de la segunda vuelta iba a continuar por los mismos derroteros. Y así fue. Aunque esta vez el cuadro vitoriano sí supo adaptarse mejor y logró regresar a casa con los tres puntos en el maletero (0-1). Una derrota que no sentó precisamente bien al técnico alfarero, que no dudó en tildar publicamente de “llorica” a Alberto.

Curiosamente, los caprichos del destino han querido que ahora se convierta en su sustituto en el banquillo local de Mendizorroza. Un escenario al que llega obligado a hacer olvidar estas polémicas pasadas para poder comenzar un trabajo en el que la exigencia de acercarse al máximo a la Primera División va a ser absoluta.