vitoria - La primera vez que el alavesismo escuchó el nombre de Pedro Munitis fue en el mes de junio de 1997. En un lluvioso domingo en Ibaia donde el Aficionados disputaba uno de los partidos de la liguilla de ascenso a Segunda B. En el viejo tablón de anuncios de la ciudad deportiva pronto colgó el nombre del joven cántabro, cuya fama desde hacía ya un tiempo le precedía. No defraudó. Acompañado por una generación fantástica de jugadores donde destacaban Gonzalo Colsa e Ismael. que eran dirigidos por Manolo Preciado, el menudo Munitis -que ya entonces contaba con peña propia y a quien muchos confundían con un jugador rumano- marcó y se impuso con mérito aquel domingo ante un rival donde destacaban canteranos albiazules como Alfredo, Sergio Gámiz, Moyano, Alberto Díaz o Sívori, cuya aventura en aquel play off no pasó a mayores.

Para la promesa cántabra, no obstante, fue un peldaño más en una carrera que arrancó demasiado tarde pero que le permitió alcanzar las más altas cotas europeas como jugador del Real Madrid, con el que ganó una liga, una Champions a las órdenes de Del Bosque y una Super Copa de Europa, además de vestir la camiseta de España en 21 ocasiones y marcar tres goles. Antes se fogueó en el Badajoz (Segunda división) con Lotina en el banquillo y el primer equipo del Racing. Estuvo después tres temporadas en la órbita del club blanco y en la 03/04 se comprometió con el Deportivo de la Coruña (tres años) antes de recalar de nuevo a su Santander natal y colgar las botas en el viejo Sardinero en la temporada 11/12.

Fue al año siguiente cuando canalizó su devoción por el fútbol desde el banquillo. Junto a su inseparable amigo Colsa completó con éxito el Nivel 3 de entrenador de fútbol en Las Rozas y al poco comenzó las prácticas en el Reocín femenino cántabro y después en el Basander juvenil.

A partir de ahí, su salto al primer equipo de la provincia ha ido casi tan rápido como esa velocidad endiablada que gastaba de jugador. Con un equipo a la deriva, sin liderazgo ni dentro ni fuera del vestuario -los jugadores nunca creyeron en Paco Fernández- y una afición crispada, la directiva racinguista asumió el reto de tirar del orgullo verde del canterano para capear el temporal. Y cuatro derrotas consecutivas hicieron el resto.

El pasado 8 de marzo debutó ante Osasuna con victoria (2-0) y un significativo cambio de registro en los jugadores que a la afición santanderina le ha devuelto la esperanza. El nuevo Racing pretendió ser una calcamunía de lo que en su día representó Munitis sobre el terreno de juego, esto es, un plantel luchador, intenso, agresivo y ambicioso que nunca desfallecía a pesar de las adversidades. Y a fe que parece estar consiguiéndolo. Se impuso a los navarros, empató fuera ante el Barça B (1-1) y perdió la semana pasada en casa ante Zaragoza (0-2) aunque con un buen sabor de boca. Como quiera que hasta el próximo 30 de junio su título no será efectivo, quien sigue firmando las actas del primer equipo es Javier Pinillos, miembro de un equipo técnico donde no falta su amigo Colsa -que ejerce de segundo-, Víctor Ruiz Cueli, antiguo decatetla y preparador físico de confianza en ambos exjugadores, Borja Brea, también licenciado en INEF y segundo del cántabro en el Basander, y José María Lana.

fiel al 4-4-2 El otro Racing, el que este sábado viajará hasta Vitoria, fundamenta su juego en un 4-4-2, que es el sistema preferido por Pedro Munitis y con el que tan cómodo se sentía en su época de pareja en ataque con el gigantón Nikola Zigic. A partir de ahí, su equipo actúa con una vocación mucho más ambiciosa que comienza en la línea defensiva, mucho más adelantada y agresiva con el objetivo de achicar los espacios y facilitar la presión. Los dos jugadores de banda cuentan con mucho recorrido y en punta cuenta el Racing ahora mismo con esa pizca de suerte necesaria que explica tener pocas opciones y materializarlas. Es seguro que los verdiblancos, en puestos de descenso hoy y a nueve puntos del Alavés, venderán cara una piel que huele a descenso si el menudo Munitis, hijo de pescador, no lo impide. “Nunca nadie le regaló nada y alcanzó el éxito, así que no hay excusas para luchar hasta el final y sacar esto adelante”, se escucha estos días por La Albericia. - A. Goñi