vitoria - En el inicio de la temporada parecía que habían desaparecido de la escena albiazul. Después de un curso aciago en el que los graves y reiterados problemas en la portería convirtieron la retaguardia del equipo en un auténtico coladero, los fantasmas que se habían instalado entre los tres palos buscaron acomodo lejos del Alavés. Manu Fernández ganó la batalla durante la pretemporada, se hizo con la titularidad y con sus actuaciomes en este tramo del campeonato consiguió sacar del debate diario el nivel de acierto del guardameta, lo que, sin duda, se tradujo en una mayor seguridad y confianza para sus compañeros en las tareas defensivas.

Sin embargo, todo parece haberse quedado en un espejismo. Porque tras sus desacertadas actuaciones de las últimas jornadas -especialmente el domingo ante el Llagostera-, los fantasmas han regresado con más fuerza que nunca. Lo que, evidentemente, supone un grave problema en el momento en el que está a punto de iniciarse el tramo decisivo del campeonato, en el que El Glorioso necesita asegurarse cuanto antes la permanencia.

Pero lo cierto es que todas las dudas e inseguridades que tanto había costado desterrar han vuelto de golpe y amenazan con instalarse de nuevo como incómodos vecinos de la escuadra albiazul. Si hasta ahora el nivel exhibido por Manu Fernández -salvo algunos graves errores puntuales que se entendieron como accidentes que pueden afectar a cualquiera dentro de un terreno de juego- había sido más que correcto, lo cierto es que su rendimiento ha decaído de manera espectacular en los últimos tiempos lastrando considerablemente la trayectoria del equipo.

Si se recupera la célebre frase que hizo popular el ya desaparecido Alfredo Di Stéfano para valorar a un arquero -“Solo le pido que no meta dentro las que vayan fuera”, ironizaba el sin par argentino-, han sido varias las oportunidades en las que el guardameta asturiano ha caído en este error. Una tendencia que le ha situado en este momento en el centro de todas las miradas. Porque su continuidad o no en la titularidad centra la mayoría de los debates en torno al Deportivo Alavés. Más todavía después de que Alberto -en su comparecencia posterior a la dolorosa derrota del domingo- dejara entreabierta la puerta a su paso por el banquillo para conceder una oportunidad a Goitia.

El primer gran susto protagonizado por Manu Fernández tuvo lugar en la octava jornada del campeonato, cuando el Alavés visitaba a un Mallorca en sus peores horas y terminó convertido en el equipo aspirina tras regalarle los tres puntos. Un botín que se escapó principalmente como consecuencia del gravísimo error cometido por el arquero en el minuto 47. Toribio le cedió un balón franco pero el asturiano no lo controló y puso en bandeja el 1-0 al joven Asensio.

Tras ese tropiezo, Manu consiguió rehacerse y mantuvo una línea más o menos regular en la que alternó comparecencias más brillantes con otras menos afortunadas pero sin excesivas estridencias. Hasta que hace dos jornadas, en Sabadell, volvió a erigirse en protagonista negativo de la contienda. Después de un pésimo encuentro colectivo ante el colista en el que el Alavés había logrado enjugar el primer tanto local casi de casualidad, un nuevo error del asturiano -se comió un lanzamiento de falta sin apenas peligro por el centro de la portería- privó al equipo de esa mínima recompensa y facilitó la victoria arlequinada.

En una situación así, siempre resulta fundamental la reacción que se pueda ofrecer y, en este caso, la de Fernández debía llegar el domingo en Palamós. Pues bien, lejos de despejar las dudas, empeoró -y mucho-su situación. Porque el guardameta albiazul encadenó la friolera de tres errores clamorosos en apenas 21 minutos de la primera parte.

Una losa enormemente pesada para cualquiera pero que lo es todavía más para alguien que viene de privar al grupo de un punto como consecuencia de otro fallo importante. Pese a que después tuvo alguna intervención de mérito, lo cierto es que su confianza y sus nervios -y por extensión los de todos sus compañeros- están muy tocados.

A lo largo de esta semana, Alberto deberá valorar si da paso a la trascendente decisión de llevar a cabo un relevo en la portería -más aún tras las dudas que dejó Goitia la pasada temporada- o apuesta por mantener la confianza en Manu y esperar que recupere su nivel.