El Deportivo Alavés comienza a ver desde demasiado cerca un peligro que debería contemplar desde mucho más lejos para poder afirmar que vive en la tranquilidad. Si el golpe en Sabadell fue durísimo por recibirlo de un rival hundido y con un pie casi en la tumba, el de ayer provocó que todas las alarmas de emergencia se hayan encendido ya en la sede del Paseo de Cervantes. Perder y cometer errores es algo que está a la orden del día en el mundo del balompié, pero la compostura hay que mantenerla firme en todo momento. Y ayer El Glorioso evidenció un grave problema de confianza, ya que al primer fallo cometido -dentro de una serie catastrófica protagonizada por un Manu Fernández que vivió su particular calvario en Palamós- el equipo se desmoronó en un tiempo récord. Y así, con un error encima de otro casi sin solución de continuidad, se dejó por el camino cualquier opción de puntuar ante el Llagostera. Y, como consecuencia de ello, se queda anclado en la zona baja ofreciendo, además, unas sensaciones que son altamente peligrosas de cara a futuro.

Con las novedades de Migue en el eje de la zaga en sustitución del sancionado Laguardia y de Juli supliendo a Juanma, Alberto optó por regresar al 4-2-3-1, con un doble pivote de fortaleza para tratar de imponer potencia física en el centro del campo en un partido en el que desde el primer segundo, con un balón en largo que acabó rematando Pitu, se pudieron comprobar los derroteros de juego directo y mucha disputa que se preveían de antemano. Poco era el fútbol que se esperaba, menos aún cuando se pudo comprobar el estado de un césped en un estado pésimo en el que las exquisiteces quedaban descartadas de partida.

Tras ese primer susto, el cuadro albiazul supo adaptarse a la perfección a las exigencias del duelo y la movilidad de la línea de mediapuntas, donde los tres jugadores se intercambiaban los puestos, comenzó a generar llegadas de peligro y unos cuantos remates, el más claro de ellos de Lanza, que pusieron en serios apuros a René.

Era el Alavés el que marcaba el ritmo, interpretando a la perfección la partitura requerida en este encuentro, pero de repente toda la esperanza se derrumbó merced al primero de una serie de errores garrafales de un Manu Fernández que en Palamós vivió su peor tarde como profesional. Un disparo de León que el gijonés no fue capaz de atrapar propició que el balón quedase muerto, a merced del pie de un hábil Imaz que abrió el marcador en el minuto 17.

Todo el trabajo del Glorioso se vino abajo a velocidad de vértigo con el guardameta albiazul como desafortunado protagonista principal. Apenas dos minutos después, un balón en largo a la carrera de León y una salida del portero lejísimos de su portería que el delantero salvó con un suave toque para marcar a placer. El equipo de Alberto estaba completamente descompuesto y el recital del Llagostera comenzaba a adquirir tintes de tragedia. Una tras otra se fueron acumulando las ocasiones en contra y todo hacía augurar un resultado de escándalo. Y así fue, ya que Manu se vio superado por sus propios nervios y culminó el desastre con una nueva salida precipitada con la que regaló a Querol el tercer tanto.

En apenas veinte minutos, el peor equipo en ataque de la Liga Adelante borró del campo a un Alavés que con un solo golpe encajado cayó a plomo sobre la lona. Los errores son asumibles y de ellos se nutre el fútbol, pero lo que no se puede permitir es que un fallo se convierta en una losa imposible de levantar. Y eso fue lo que ocurrió ayer en Palamós, cuando el equipo vitoriano echó por tierra cualquier opción de puntuar por una inconsistencia mental que se hace alarmante de cara al futuro más inmediato.

Tras el duro varapalo sufrido, al menos el cuadro albiazul fue capaz de rehacerse y en el tramo final del partido buscó estrechar la diferencia en el marcador. Pero no era la tarde en el remate. Y eso que se produjeron muchas buenas ocasiones. Al final, un muy activo Juanma fue quien recortó las diferencias, un maquillaje que de nada sirve para un Alavés ya en estado de alarma.

Castillo de naipes. En los primeros minutos el Alavés tomó las riendas del partido y disfrutó de muy buenas ocasiones, pero en cuanto encajó el primer gol se vio completamente superado por su propio nerviosismo. Con tres tantos encajados en apenas veinte minutos, el partido ya estaba perdido, pero al menos el equipo tuvo arrestos para tratar de recortar distancias en el marcador.

Su entrada en el campo, tardía, revivió a un Alavés que en los minutos finales encadenó una serie de buenas oportunidades con el extremeño encabezando la ofensiva y logrando un gol.

El gijonés vivió una tarde que querrá olvidar cuanto antes, ya que tras fallar en el primer tanto se puso muy nervioso y comenzó a encadenar errores que se acabaron pagando caro.

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1-0, minuto 17: Imaz. Disparo de Sergio León que Manu Fernández no acierta a atajar y el balón rebotado le cae franco a Imaz, que marca a placer.

2-0, minuto 19: León. Pérdida albiazul y rápido balón en largo para la carrera de León, que le gana la partida a los centrales y supera en la salida a la desesperada de un Manu Fernández que arriesga mucho y deja el tanto franco al punta del Llagostera.

3-0, minuto 36: Querol. Balón en largo a Querol, que iba emparejado con Raúl García, pero Manu Fernández en una salida inexplicable se lleva por delante a su compañero y deja el balón muerto para el gol del extremo local.

3-1, minuto 80: Juanma. Balón que baja Barreiro en el área, habilita a Toti y el salmantino cede a Juanma que golpea con la izquierda raso.

Amonestó a Migue (minuto 23), Toribio (minuto 45+1), Barreiro (minuto 49), De los Reyes (minuto 56), Querol (minuto 77) y Barnils (minuto 79).

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