Vitoria - Pocos seguidores del Mirandés atisbaban con buenos ojos la continuidad al frente del banquillo, y también de la dirección deportiva donde se prescindió de Carlos Lasheras tras un epriplo glorioso llevando al equipo desde Tercera hasta Segunda División, de un Carlos Terrazas al que la afición rojilla consideraba como el mayor responsable del descenso a Segunda B, pero tras recuperar en los despachos la plaza en la Liga Adelante por los problemas del Murcia, apenas unos pocos meses de la nueva temporada ha necesitado el técnico vizcaíno para recobrar el aprecio perdido. Y lo ha hecho, como acostumbra, confeccionando una plantilla de nombres modestos con los que mayoritariamente ya había trabajado en etapas anteriores. Y es que Terrazas -nombrado por la Liga de Fútbol Profesional como mejor entrenador de la categoría durante el mes de diciembre- parece una persona fiel al refrán del más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. Y lo aplica hasta la última expresión buscando siempre en el mercado a futbolistas a los que ya haya entrenado con anterioridad o a jugadores formados en el fútbol vasco que encajan a la perfección en el estilo de juego aguerrido que siempre imprime a sus equipos.
Solo cinco supervivientes tiene la actual plantilla del Mirandés con respecto a la que descendió la pasada temporada. Igor Martínez, Barahona, Corral, Docal y César Caneda. El caso del central vitoriano, historia viva ya en el club rojillo, encarna a la perfección esa confianza que tiene Terrazas en los jugadores a los que ha entrenado con anterioridad. De la mano del vizcaíno, César fue uno de los puntales del Bilbao Athletic y años después ambos se volverían a reencontrar en el Eibar antes de saludarse de nuevo en Anduva mediado el pasado curso. La actual es la sexta campaña en la que ambos comparten vestuario.
Duro, exigente, disciplinado, viajero impenitente allá donde se juegue un partido, amante del fútbol por encima de todo... Terrazas siempre ha sido así. La limpieza llevada a cabo este verano en el vestuario del Mirandés no es nada fuera de lo común en su trayectoria. Incluso las malas lenguas aseguran que muchos jugadores bajaron los brazos en las últimas jornadas de la pasada campaña al conocer que el técnico no contaba con ellos en su nuevo proyecto. Algo similar a lo que hizo en Guadalajara, cuando ascendió a Segunda y tras conseguir la permanencia optó por prescindir del plantel casi al completo.
El ejemplo de César Caneda es el más evidente por la repetición de coincidencias en distintos equipos, pero en la actual plantilla mirandilla hay unos cuantos ejemplos de esa tendencia de Terrazas en confiar mucho en quienes conoce. Sin ir más lejos, el último fichaje de los rojillos, José Antonio Espín, también vive su tercera etapa a las órdenes del preparador vizcaíno, ya que con anterioridad ya fue su técnico en Jaén y Guadalajara. Una trayectoria similar a la de Álex García, que también vive su tercera experiencia con el bilbaíno.
Dos componentes de la plantilla del Alavés de la pasada campaña también conocen de primera mano el particular método de Terrazas y no dudaron demasiado cuando el nombre de su otrora mentor apareció reflejado en la pantalla de sus teléfonos móviles. Emilio Sánchez despuntó de su mano en el Jaén antes de su primer fichaje por el Alavés, mientras que Álex Ortiz estuvo con Terrazas en el Guadalajara que acabó bajando en los despachos, un equipo en el que también militaban los actuales rojillos Juanjo Serrano, Aitor Fernández y Razak Brimah. Así, hasta doce de los veintidós componentes de la plantilla rojilla, además del portero llegado del filial Sergio Pérez, ya eran viejos conocidos del técnico bilbaíno.
Que un jugador al que conozca venga de firmar una mala temporada no es obstáculo para que Terrazas reclame sus servicios. Y esos futbolistas que le conocen suelen acudir solícitos a sus llamadas. Sin ir más lejos, en la historia reciente del Alavés hay algunos casos. Por ejemplo, Joseba Arriaga siempre ha sido uno de sus futbolistas predilectos desde que le conociera en Lezama. Posteriormente técnico y futbolista compartieron vestuario en Eibar, Jaén y Guadalajara. Especialmente llamativo fue este último caso, cuando el entrenador fichó al mediapunta después de que este se hubiese pasado un año casi en blanco por una grave lesión. Cuestión similar a la de un Gorka Azkorra que abandonó Vitoria tras una campaña desastrosa en Segunda B para marcharse al Guadalajara para jugar en la Liga Adelante.
Otra de las tendencias de Terrazas es apostar por jugadores formados en el fútbol vasco, sobre todo en la factoría de Lezama que tan bien conoce después de haber estado al frente de la misma durante algunos años. Jugadores como Vera, Hernáez, Elías, Kijera, Rúper o Sergio Pérez responden a esa idea. Así las cosas, solo cinco futbolistas de la actual disciplina rojilla escapan a esa tendencia de Terrazas de rodearse de una particular guardia pretoriana a la que conoce de maravilla.