Si alguien estaba ayer especialmente satisfecho en el seno del Deportivo Alavés esa persona era Sendoa Agirre. El ayudante de Alberto López, el encargado de trabajar las jugadas de estrategia en los entrenamientos, lleva ensayando con mimo este tipo de acciones un día tras otro desde que arrancase la pretemporada. Una sesión tras otra. Una y otra vez. Con unos resultados hasta ayer miserables que hacían que el ánimo estuviese por los suelos. Faltas, saques de esquina, lanzamientos de banda e incluso penaltis. No había acompañado en este tipo de acciones la fortuna en todo el curso. Un gol de Migue en Pamplona tras rechace del portero y una falta directa de Barreiro era todo el bagaje. En Girona, por fin, la coordinación entre ejecutores y rematadores fue perfecta. Buenos servicios y mejores definiciones. Por fin sacaba El Glorioso rédito a este tipo de jugadas tan importantes en el fútbol actual y que tan poco rendimiento estaban dando a pesar de las muchas acciones de este tipo que provoca en cada partido. Dos goles de falta. Sendoa por fin puede sonreír.

La ejecución de las jugadas de estrategia eran una de las principales asignaturas pendientes de un Alavés con poco gol y lastrado por no acertar en estas acciones. Ha señalado Alberto en más de una ocasión de que actualmente más de la mitad de los tantos de cada equipo llegan a balón parado. El bagaje albiazul era deplorable. Pero ayer los plomos que se encontraban fundidos se alumbraron de repente.

Una de las claves en la ejecución de este tipo de acciones es la calidad del servicio. Para ejemplo, el primer gol de ayer. Los lanzadores han ido cambiando con el paso de los partidos y ayer fue Xabi Castillo el que se encaminó al lanzamiento de una falta lateral muy lejana desde el perfil derecho. El durangarra tiene una calidad excepcional en su zurda y el centro que sacó directo a la cabeza de Galán, muy bien en el movimiento de desmarque para quedarse solo, fue preciso y fuerte. Así, el madrileño solo tuvo que ejecutar bien el movimiento del cabezazo para sacar un remate imparable.

El segundo tanto, ya en el descuento, también fue fruto de la pizarra de Sendoa. Una acción mil veces vista, pero que hasta ayer no había tenido resultado positivo. Saque desde el centro del campo, curiosamente de Manu Fernández, buscando en el palo largo el poderío aéreo de Manu García, quien ejerció de frontón con su cabeza para devolver el balón al área pequeña donde estaba Juli solo para remachar el empate.

Le funcionó al Alavés por fin la estrategia, pero en el lado negativo hay que situar los dos goles encajados, ambos a balón parado. Una falta directa desviada por Juli y un rechace de otro lanzamiento en el que Sandaza se adelantó a la zaga. No todo iba a ser perfecto.

Desperdigados. La expedición alavesista de regreso ayer a Vitoria tras el partido en Girona sufrió infinidad de bajas, ya que unos cuantos jugadores no volvieron a la capital alavesa con el resto del equipo y se dirigieron desde allí a sus respectivos destinos.