Un peso de encima. Eso es lo que se quitó ayer el Deportivo Alavés con la victoria ante el Albacete. Los kilos de las dudas por su bajo rendimiento en Mendizorroza comenzaban a empequeñecer la figura de un equipo al que jamás se le podrá acusar de no dejarse hasta el último mililitro de esfuerzo sobre el césped, pero que ha estado enormemente lastrado durante todo el curso por sus problemas en el área rival. Mucho empuje, mucha llegada, mucho uy, pero muy poco gol. Un lastre que amenazaba con hundir a un equipo incapaz de encontrar vías francas hacia la portería rival, pero que pudo desquitarse ante el cuadro manchego con una victoria que sirve para finiquitar la semana negra con tres derrotas consecutivas y también para amasar tres importantes puntos en el granero que tiene que alimentar al Glorioso para no quedar inane en la batalla por la permanencia. Reapareció el acierto ayer, pero el sufrimiento también hizo su habitual acto de presencia. Era muy importante la victoria tras el gol de Vélez. Tanto que muchos jugadores quedaron completamente desfondados, dejando todo sobre el césped para asegurar tres puntos de oro.
La única variante novedosa en el once inicial fue la presencia de Juanma en una banda izquierda en la que Alberto optó por relevar a un Raúl García que en el anterior partido en casa había evidenciado problemas. En un partido en el que había previsión de tener mucho balón, la calidad del extremeño para la combinación entre líneas se convertía en un punto fuerte a explotar. Y así lo hizo un Alavés que de nuevo arrancó el choque completamente revolucionado con la electrizante hiperactividad de toda su vanguardia.
El guión fue el mismo de siempre, pero no el desenlace. Si en otras ocasiones estos arranques furibundos del cuadro albiazul no habían encontrado el camino del deseado gol, ayer llegó rápido el acierto en una conexión entre Vélez y Medina por la derecha que Juli completó con un zurdazo para desatar la algarabía en Mendizorroza. Y bien pudo haber sido la fiesta aún mayor en la grada, ya que el propio Juli disparó acto seguido al larguero y poco después Juanma tuvo otra clara ocasión desviada por poco.
Pese a esta avalancha inicial albiazul, el Albacete también dejó claro que arriba tiene peligro. Primero a través de rápidas contras, pero el susto en el cuerpo lo metió de verdad en una falta que entre Gonzalo y Pulido no fueron capaces de embocar. La mirada de Manu Fernández fijada en un balón que se iba al palo. Un aviso más que serio dentro de un duelo que se había convertido en un intercambio de golpes, un ir y venir de un área a la otra sin espacio para el respiro ni solución de continuidad. Locura excesiva que el Alavés no era capaz de aplacar aplicando cordura y serenidad. Demasiada sensación de peligro que no hacía augurar nada bueno. Y así fue, justo al borde del descanso. Con la fatalidad añadida de que fue Einar -entró supliendo al lesionado Medina- quien marcó en propia puerta al desviar un centro de Núñez.
Igualada al descanso y tras el mismo más problemas para Alberto, que tuvo que dejar a Migue en el vestuario lesionado y el relevo lo tomó Raúl García jugando a banda cambiada en el lateral. Rebajó el Albacete su ritmo en el arranque del segundo acto y tomó el cuadro local oxígeno, disfrutando de nuevo de una oportunidad en pies de Juanma y poco después otra de Toti, aunque el cuadro visitante no dejaba de lanzar mensajes amenazantes.
Le costaba cada vez más al Glorioso combinar con acierto, pero en una jugada en la que entre Toti y Juli cruzaron el balón por el área unas cuantas veces le llegó el premio a un Vélez que se lo merece como nadie. Un suave centro de Juli cabeceado por anticipación por el navarro en el minuto 66 servía para recobrar la ventaja en el marcador. Oro puro al que el equipo se aferró con uñas y dientes. Demasiado premio como para no dejarse la piel. Con el alma en vilo aguantó Mendizorroza la media hora final. Mucho sufrimiento, pero compensado con el triunfo.
Por fin acierto. El Alavés no jugó ayer su partido más brillante en Mendizorroza, pero en esta ocasión sí encontró el acierto en el remate del que ha carecido en ocasiones precedentes. El cuadro albiazul sufrió mucho ante un ofensivo Albacete que bien pudo llevarse algún punto, pero el gol de Vélez y la resistencia del equipo cuando ya estaba al límite de sus fuerzas fueron determinantes.
Premio al principio. El Alavés protagonizó de nuevo una arrancada furibunda, pero en contraposición con los partidos precedentes en esta ocasión sí acertó por la portería con un gol de Juli. Pese a ello, en la primera parte el Albacete se mostró muy ofensivo y consiguió firmar el empate antes del descanso.
Vélez y sufrimiento. Al cuadro vitoriano se le estaba poniendo el partido cuesta arriba, pero en un momento de sufrimiento apareció de nuevo el acierto en un cabezazo de Vélez. A partir del 2-1, el equipo alavesista tuvo que trabajar mucho, ya sin apenas fuerzas, para conservar su renta y asegurar los tres puntos.
Gran partido del alicantino, que
marcó un gol, dio una asistencia y
disfrutó de una buen puñado de
oportunidades para haber aumentado la cuenta albiazul y no sufrir tanto.
El Alavés echó ayer de menos a Toribio y su habitual prestancia en el centro del campo, donde no fue capaz de dar con la clave para calmar el ritmo del juego y dar pausa al balón.
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1-0, minuto 5: Juli. Apertura de tacón de Vélez para la incorporación de Medina y el centro del vizcaíno queda muerto en el área tras rebotar en un defensa y Juli empalma un disparo alto con la zurda que bate a Dorronsoro.
1-1, minuto 43: Einar, en propia puerta. Internada de Núñez por la parte izquierda del área y su centro lo despeja el vitoriano hacia su portería.
2-1, minuto 66: Vélez. Balón pasado de Toti hacia Juli a la derecha y el centro del alicantino lo cabecea cruzado el navarro adelantándose a la zaga.
Amonestó a Antoñito (minuto 72), Toti (minuto 72) y Mario Ortiz (minuto 75).
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