El Deportivo Alavés necesitaba un triunfo que le quitase de encima las incertidumbres generadas por la serie de cuatro empates consecutivos en otros tantos partidos en los que los méritos generados habían estado muy por encima de los cosechados y no pudo elegir un escenario mejor para ofrecer una exhibición que le sirve al equipo para dar ese salto hacia arriba que venía persiguiendo. El Glorioso borró del césped del irritado Benito Villamarín que solo se quedó enganchado al partido por la falta de eficacia albiazul a la hora de sentenciar y por un tanto de pura fortuna. De principio a fin, el cuadro albiazul aplastó a su rival y, nervios aparte, manejó el partido a su antojo y de haber acertado un poco más la goleada podía haber sido escandalosa. Por fin, el merecido premio tan esperado.

Dibujó de nuevo Alberto un 4-4-2 con las novedades de Beobide en el centro del campo supliendo a Manu García y la presencia de Juli como segundo punta al lado de Vélez. Líneas muy juntas, defensa muy adelantada y presión desde los primeros metros para forzar los errores del Betis en la salida del balón y tratar de sacar provecho de la velocidad a la contra tras la recuperación. Mucha actividad defensiva y un orden táctico rozando la perfección que propició el nerviosismo en las gradas de un Benito Villamarín que contemplaba los problemas de su equipo para trenzar dos pases ante un cuadro albiazul perfectamente organizado para buscar el mordisco en alguno de sus robos.

El trabajo del cuadro vitoriano durante los minutos iniciales rozó la perfección y esa agobiante y constante presencia de jugadores albiazules para entorpecer el arranque del juego del equipo bético propició que los errores con el balón, con algunas acciones de teatro de los horrores, se sucediesen. Recuperó el Alavés y atacó con celeridad. Primero sin llegar a concretar en sus llegadas, pero eso fue hasta que en el minuto 16 Vélez desequilibró a la zaga local para dejar en banda a un Toti que le puso el centro medido en la cabeza de un Juli que fue más listo que nadie para abrir el marcador y provocar el concierto de silbidos en el estadio de la Avenida de las Palmeras, sobrecogido por la actuación de un soberbio Glorioso.

Llegó a continuación un asedio bético basado en algunas acciones a balón parado que generaron algo de tensión, pero donde de verdad estaba instalado el nerviosismo era en un equipo local abucheado por su propia grada e incapaz de serenarse. Así, en un nuevo contragolpe el cuadro albiazul dio un nuevo mazazo. Con Vélez de nuevo como guía de la cabalgada, el navarro se internó en el área y cuando no vio una opción clara cedió para la llegada de un Raúl García que puso el balón en la escuadro y desató un éxtasis vitoriano que pudo ser aún mayor si el propio Vélez, tras una nueva recuperación, no yerra en el mano a mano con Adán. Exhibición tremebunda la de El Glorioso con la pena de no llevar el partido totalmente resuelto al descanso con algún gol más que fue merecido.

El equipo de Alberto siguió interpretando el mismo guión en el arranque del segundo acto, pero se topó de bruces con la mala fortuna. Un balón rebotado que se llevó Rennella, un centro que golpea en la mano de Migue y un penalti en el que Manu Fernández desvió el disparo de Rubén Castro pero en el que el balón rebotó en el palo para acabar entrando.

Mucha mala suerte reunida en una sola jugada y la evidencia de que el sufrimiento iba a ser enorme desde ese momento, pero los albiazules siguieron jugando, con acierto, a lo mismo. Nada de encerrarse y esperar. Con la entrada de Sangalli se ganó velocidad a la hora de buscar la profundidad. De nuevo llegadas clarísimas sin el premio definitivo que el equipo merecía. Atacaba mucho más el Alavés. Lo hacía a trompicones el cuadro bético. El miedo por perder un premio tan merecido corría por el cuerpo, pero no se transmitía al césped. Ni mucho menos. No podía ser el fútbol tan injusto con El Glorioso, catapultado por su exhibición.

Brillante primer tiempo. El Alavés borró del campo a un Betis completamente superado por la exhibición táctica de un cuadro albiazul que incluso se mereció llevarse más de dos goles de ventaja a los vestuarios. Presión, recuperación, contragolpe y pegada con los goles de Juli y Raúl García.

Dando la cara. La segunda parte comenzó con un serio varapalo con un gol de auténtica mala fortuna del Betis, pero lejos de venirse abajo el Alavés respetó su estilo y siguió buscando las cosquillas al rival. A nivel defensivo no se sufrió en exceso y solo los fallos arriba propiciaron un marcador cerrado que no reflejó la realidad.

Sensacional. El equipo dio una exhibición sobre el césped en gran parte por el maravilloso planteamiento táctico de su entrenador. Líneas muy juntas y presión agresiva para que el Betis corriese riesgos con el balón que propiciaron recuperaciones muy adelantadas y muchas acciones de peligro. Los dos goles fueron, incluso, una cifra escasa para los méritos de un equipo que estuvo soberbio.

Llevaba unas cuantas jornadas a un nivel un poco menor, pero ayer fue la chispa que encendió la hoguera en el Benito Villamarín. Incisivo, incordio permanente y decisivo goleador.

Firmó un muy buen partido de nuevo, pero tuvo bastante mala suerte con una tarjeta amarilla muy tempranera y un penalti en el que no pudo hacer nada. Intervenciones decisivas.

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0-1, minuto 16: Juli. Gran jugada individual de Vélez, que abre a la derecha para el centro de Toti que cabecea picado Juli para batir a Adán.

0-2, minuto 26: Raúl García. Nueva contra conducida por Vélez y el navarro cede atrás a la llegada de Raúl García, que pone el balón en la escuadra.

1-2, minuto 53: Rubén Castro, de penalti. Mano de Migue y el canario marca con fortuna desde los once metros a pesar de que Manu Fernández llegó a tocar el balón.

Amonestó a Migue (minuto 24), N’Diaye (minuto 31), Galán (minuto 61), Bruno (minuto 62), Lolo Reyes (minuto 85) y Sangalli (minuto 87).

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