Amonestó a Manu García (minuto 29), Sergio Álvarez (minuto 31) y Jara (minuto 85).

Falta calidad. Planteó de inicio un equipo con mucha capacidad física y de sacrificio donde se echaba de menos un poco más de calidad para tratar de buscar desequilibrios en los metros finales. Mucho ímpetu inicial para decaer luego ante la templanza del Sporting y luego protagonizar una segunda parte plena de fuerzas y con muchas llegadas que de nuevo no se remataron correctamente.

Vitoria - El Deportivo Alavés no es capaz de encontrar la puerta de salida que le permita escapar del círculo vicioso en el que se encuentra atrapado. El Glorioso se ha metido dentro de un bucle, el del empate, que da un nuevo giro con cada jornada que pasa. Y parece que no existe la forma de evadirse de esa sucesión de igualadas que coarta por completo las opciones de crecimiento de un equipo que no acaba de encontrar el premio que con tanto ímpetu busca pero en el que una y otra vez se topa con unas carencias futbolísticas cada vez más evidentes. Así, el gran rendimiento defensivo no encuentra equilibrio con un ataque en el que faltan ideas y calidad. Y así se marchan puntos y más puntos por el sumidero.

Sorprendió Alberto de inicio con una defensa en la que el único titular de entre los habituales era un Migue que actuó flanqueado por Galán, Einar y Castillo y también sumando a Raúl García a un sistema atacante en el que Vélez actuó al lado de Barreiro para tener una mayor presencia en ataque. Con estos mimbres, salió el cuadro albiazul completamente espoleado de vestuarios y se fue furibundo al ataque desde que el colegiado señaló el inicio del duelo. Mucha intensidad, ritmo, búsqueda de las bandas y constantes llegadas peligrosas que se vieron salpicadas por algún susto grave, uno de ellos de un Einar que erró en un pase siendo el último defensa y obligó a Castillo a un esfuerzo máximo para evitar el gol de un Sporting que buscaba las contras y los espacios para sobrevivir a la asfixia inicial de unos alavesistas que arrancaron con el acelerador pisado a fondo como si el partido se fuese a resolver en los primeros minutos.

Precisamente fue el correr del cronómetro el que templó los ánimos de un cuadro local que fue languideciendo ante la templanza de un Sporting que imprimió tranquilidad al ritmo y comenzó a amasar el balón con pausa generando de manera constante situaciones de amenaza. Como si se tratarse de una partida de ajedrez, el conjunto asturiano ponía en jaque constantemente al vitoriano, sobre todo en acciones a balón parado. Y es que cuentan los gijoneses con un arma letal que añadir a las faltas y saques de esquina que son los lanzamientos desde las bandas con ejecutores como Luis Hernández y Menéndez que exhibieron la potencia de sus brazos para colgar balones peligrosos al área de Manu Fernández generando una sensación de constante inquietud.

El partido, además, se iba poniendo cada vez más bronco. Algunas decisiones discutibles del colegiado que vinieron a sumarse a otras recientes de muy mal recuerdo encresparon los ánimos de la afición y los propios jugadores comenzaron a emplearse con bastante dureza sobre el césped. En esa pelea cuerpo a cuerpo, en el intercambio de golpes, volvió a engancharse el Alavés a un partido en el que durante unos cuantos minutos estuvo noqueado y en el que reaccionó justo antes del descanso.

Volvió a apostar por el ataque El Glorioso en un arranque del segundo acto en el que, por fin, consiguió rematar un saque de esquina, aunque a Vélez le faltó el punto de tranquilidad para afinar la puntería de su cabezazo cuando estaba completamente solo. El propio delantero de Tafalla tuvo de nuevo el gol en sus botas en un contragolpe en el que sacó partido de su enorme punta de velocidad pero en el que volvió a evidenciar sus problemas a la hora de definir en el mano a mano y al que también le faltó la picardía para tirarse tras el agarrón de Bernardo que, casi con total certeza, hubiese supuesto penalti y expulsión.

Estaba, en todo caso, roto el partido y en ese ir y venir el Alavés demostró moverse con mayor soltura por su capacidad para desenvolverse en la guerra de guerrillas, donde cuenta más el ímpetu que la calidad futbolística. Blandía el Sporting bandera blanca dando por bueno el punto, pero calaban bayoneta los albiazules en busca de derrocar la fortaleza visitante, pero de nuevo sin acierto en los metros finales.

El catalán es el pegamento de este equipo en el centro del campo y un futbolista de categoría que aporta una enorme seguridad a sus compañeros por su buen posicionamiento.

El gallego había sido el sostén ofensivo del equipo últimamente, pero ayer estuvo desaparecido y apenas entró en contacto con el balón en situaciones claras de peligro.

Solvencia defensiva. Quitando una acción al inicio del partido en la que un fallo de Einar propició una peligrosa contra, lo cierto es que el Alavés estuvo muy seguro atrás y apenas concedió opciones a un Sporting que también demostró en Mendizorroza que es muy fuerte a la hora de proteger su portería.

Escasas opciones. El cuadro albiazul apenas disfrutó de ocasiones y las dos mejores las tuvo Vélez. Sobre todo la segunda de ellas, un penalti que el colegiado no señaló por la honradez del delantero al no tirarse al suelo y seguir jugando para terminar fallando un mano a mano con Cuéllar.